Judith Cohen. Etnomusicóloga

"El FBI avisó al régimen franquista de la presencia de Alan Lomax en España"

  • Entre otras actividades, el Festival Parapanda Folk de Illora rinde un homenaje al compilador norteamericano, responsable de dar a conocer a los grandes artistas de la música folk.

La vigésimo quinta edición del Festival Parapanda Folk de Íllora comienza mañana viernes su programa central y se prolonga durante el fin de semana con nombres como los de El Nuevo Mester de Juglaría, La Ambulancia Irlandesa, La Banda Morisca o Los Jóvenes Clásicos del Son, además del domingo, tradicionalmente dedicado al flamenco, con figuras como Pedro el Granaíno, Marta la Niña, Carmen Carmona o Guille Fernández. Pero desde el pasado sábado 25, cuando se dio el pistoletazo de salida con la actuación de La Ronda Segoviana, se vienen celebrando durante toda la semana una serie de conciertos en una programación paralela pero no por ello menos interesante, que culmina esta noche a las nueve y media con la actuación en el Museo Municipal de la etnomusicóloga canadiense Judith Cohen, que rendirá un homenaje a la figura de Alan Lomax.

Para un festival de folk, pocas figuras tan relevantes y casi totémicas como la del gran compilador norteamericano, responsable del reconocimiento público de artistas fundamentales del folk, el blues o la música escocesa como Woody Guthrie, Leadbelly, Jeannie Robertson, Jelly Roll Morton o Muddy Waters.

Alan Lomax, que habría cumplido a principios de este 2015 los cien años, comenzó muy joven su labor de recopilador de las tradiciones musicales de los presos y los trabajadores afroamericanos de los estados del Sur, Texas, Louisiana y Misisipi, sobre todo, de la mano de su padre, el también etnomusicólogo John Lomax. Pero no circunscribió su tarea a la tradición norteamericana sino que viajó por innumerables países grabando música folklórica, entre ellos España, donde a pesar de la oposición del régimen franquista, pudo tomar numerosas muestras del folk autóctono. Judith Cohen es especialista en música sefardí, música de la diáspora, bailes de los Balcanes, música yiddish y romance pan-europeo, y desde hace unos años también la consultante para la colección Alan Lomax-España 1952. En esa condición actualmente prepara una edición del diario de Lomax, intercalando sus propias experiencias con los mismos informantes más de medio siglo después. Charlamos con ella sobre la figura de Lomax, su labor en España y su legado.

Actualmente existe una fundación, Cultural Equity, presidida por su hija Anna Lomax, que continúa desarrollando un ímprobo trabajo de "repatriación" de grabaciones e imágenes de su padre. Cohen explica que este "intentó hacer un trabajo sistemático grabando y sacando fotos en cada lugar. Mucho antes, en los años treinta, Kurt Schindler había hecho grabaciones en España, pero sólo en unas pocas regiones del país, sobre todo en Galicia, Zamora, Extremadura". Lomax, por su parte, recorrió prácticamente todo el país "en un momento crítico, de cambio. Por ejemplo, en Ibiza poco después llegarían el aeropuerto internacional, los hippies… Cambió la vida de la isla y las tradiciones que grabó Lomax fueron desapareciendo", explica Cohen, que si bien añade que en muchos casos, más que de una desaparición, deberíamos hablar de una transformación del folklore.

Cohen rehúye los tópicos y explica que "durante siglos hubo una presencia muy importante musulmana y judía, pero no escribieron su música con pautas, sí sus letras y poesías y también sobre la propia música. Partituras no tenemos, todo es especulación. Una manera de cantar con muchos melismas, con mucha ornamentación vocal, puede ser tanto influencia musulmana y/o judía, como algo que se encuentra en casi todo el Mediterráneo. Sin documentación musical de la época es muy difícil precisarlo. Hay mucha especulación, hay invención, también lo que en inglés se expresa como "wishful thinking", el deseo de que las cosas hubieran sido de determinada manera", explica Judith Cohen, para quien las grabaciones de Lomax tienen valor, entre otras cosas, por su variedad, que ayudó a que mucha gente descubriera que en España había muchas más tradiciones folklóricas que las que se creían conocer y ayudó a situarlas en el mapa.

Durante el frío invierno canadiense, Judith R. Cohen da clases en la Universidad de York de Toronto, pero pasa el verano, grabadora en mano, recorriendo Extremadura, Castellón, Marruecos, Bulgaria o Turquía en busca de la música medieval y sefardí judeoespañola, además de ofrecer conciertos y conferencias.

Aquí, en Europa, encuentra los romances antiguos que hablan de mujeres en búsqueda de maridos reclutados para la guerra o de trueques de hijos cristianos y moriscos.

-¿Cómo llegó usted a España?

-Yo no llegué a España como musicóloga con un proyecto, sino como más bien como hippy, muy joven y sin idea del régimen político, como llegaron muchísimos más en aquellos años. ¿Cómo me reciben en los pueblos? Pues, bien, en general. ¿Aquel primer año? Bueno, tenía que aprender el castellano, pero con varios años de estudios del latín, no me parecía complicado. Recuerdo el haber conocido a unas jóvenes mujeres de la Sección Femenina en el pueblo donde pasé aquellos meses, porque me enseñaron unos pasos de la jota. No entendí hasta mucho más tarde lo que era la Sección Femenina, un par de años después, cuando ya había viajado mucho más.

-Me imagino que Lomax no sería muy bien recibido en su momento…

-Por lo que él cuenta en sus escritos, el musicólogo Marius Schneider, que era el primer director de la sección Musicología del CSIC, le recibió muy mal, pero se llevó bien con varios musicólogos y antropólogos, y la gente de pueblo que le recuerdan me han hablado de manera muy positiva de él. La Guardia Civil le molestaba bastante, pero él no sabía en aquel entonces que el FBI mantenía un dossier sobre él y que había avisado a las autoridades de España. Pero la gente que más le importaba, la gente de los pueblos, parece que le recibían bien. Mantuvo también correspondencia con unos musicólogos y antropólogos.

-Curiosamente pasó por Granada haciendo grabaciones pero aquí es un gran desconocido.

-Depende de con quién hables. Mi colega aquí, el profesor Miguel Ángel Berlanga de la Universidad de Granada, que ha ido preparando las notas para las grabaciones que hizo Lomax en Granada, ya sabía perfectamente quién era y cual era su obra, cuando le invitamos hace ya muchos años a colaborar, y otra gente también. La mayoría de la gente a quienes les grabó en Granada fallecieron antes de empezar yo este proyecto. Mucha gente se acuerda de él.

-Se ha especializado en la música sefardí ¿no?

-Sí. También la música medieval, la música en la vida de los "cripto-judíos" de Portugal, el pandero cuadrado en España y Portugal, la música y el baile de los Balcanes, el romancero pan-europeo, las músicas de mi país incluso las tradiciones indígenas y francófonas… Pero oficialmente, sí, mi tesis doctoral (hace muchos años ya) enfocó la música sefardí; y gran parte de lo que tengo publicado, y de lo que canto, tiene que ver con ella. Recientemente, estamos viviendo un revival de mi grupo de los años 80, Gerineldo, especializado en las canciones judeo-españolas de los Judíos del Norte de Marruecos, de la zona del ex Protectorado. Después de una 'pausa' de 20 años, nos invitaron a París el año pasado y también hace poco, en junio de este año, y preparamos un concierto en el Festival Sépharade de Montréal, mi ciudad natal, y la ciudad donde el grupo nació hace ya casi 25 años. Mi hija viajaba y cantaba alguna cosa con nosotros cuando era muy pequeña; ahora canta en el grupo, y ella misma es cantaora. Ha cantado conmigo literalmente toda su vida, y estudió el cante en la Fundación Cristina Heeren en Sevilla. Ella por supuesto sabe quién era Lomax, además hizo una buena parte del trabajo de campo conmigo.

-Usted se ha movido con respeto en zonas de las tres culturas, trabaja con músicos de todas procedencias ¿cómo contempla la explosiva situación actual?

-Primero, siempre insisto en que me parece que no son tres culturas. Son tres religiones. Y cada religión incluye muchas culturas, no tres, sino muchas más. Un judío de Granada en la edad media, por ejemplo, compartía mucho con la cultura de un musulmán o de un cristiano de Granada, pero no compartía la religión con ellos. La religión la compartía con un judío de, por ejemplo, Barcelona, pero no tanto la cultura del día a día. Por alguna razón se ha puesto de moda hablar de "tres culturas" y no de "tres religiones", casi como si, por algún motivo, hubiera que evitar la palabra "religión". Yo no trabajo con músicos de "todas procedencias". Si te refieres a las tres religiones a las cuales siempre se refiere bajo la rúbrica "tres culturas", pues sí, constantemente, trabajo con músicos judíos, cristianos, y musulmanes, pero en ningún momento porque son de una religión o de otra, sino porque son buenos músicos y, aún más importante, porque son buena gente. Pero no he trabajado con músicos de "todas" las procedencias. Bueno, como etnomusicóloga, lo hacemos todos cuando damos clase; por supuesto tenemos que tener conocimientos algo más que básicos de todas las tradiciones posibles, y por supuesto tengo colegas de más o menos "todas" las procedencias. Pero en plan especializar, y en plan cantar, no canto o toco las músicas de la África (salvo Marruecos), ni las del Extremo Oriente; he trabajado brevemente con algún músico de la India, pero nada con la música moderna pop. Trabajo con algunas tradiciones y con músicos de algunas procedencias. Acabo de volver de un congreso internacional de etnomusicología, en Kazajistán, y hemos aprendido un montón sobre la música de la Asia Central. Pero no sé que tiene que ver eso con tu pregunta "¿como contempla la explosiva situación actual?". Primero, ya era una "situación explosiva" en la época que nos gusta llamar -de manera muy romántica- la de la "convivencia". Y siempre lo ha sido. ISIS, Irán, Corea del Norte, Paquistán, Afganistán, Kurdistán, no sé qué más… o si concretamente te refieres a Israel y Palestina. Yo canto, y soy etnomusicóloga, estudio la música y la cultura. Como ser humano, busco el entendimiento y los puntos en común, de día en día, y eso ya implica suficiente desafío.

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