Cultura

Fallece a los 88 años Nati Mistral, una de las grandes embajadoras de Lorca

  • La Mari Gaila de Valle-Inclán y ‘La Celestina’ fueron otras de sus cimas interpretativas

Nati Mistral, en una imagen de archivo.

Nati Mistral, en una imagen de archivo.

Su vocación fue el escenario y ha tenido la maravillosa suerte de pasar en él una gran parte de su larga vida (solía decir que Hacienda no la dejaba retirarse), mayormente cantando, pero también recitando e interpretando a algunos de los personajes femeninos más emblemáticos –y fuertes, porque a ella le gustaban las mujeres fuertes– de nuestro teatro.

Para Nati Mistral (Madrid, 1928-2017), fallecida ayer a los 88 años de edad tras haber sufrido hace unos meses un infarto cerebral, la canción fue siempre su epicentro, pero eso sí, la canción interpretada, de ahí que sea considerada la pionera de los grandes musicales en España. En la faceta musical se ha movido como pez en el agua, yendo sin pestañear de las zarzuelas más castizas –siempre le encantó españolear– a Hello Dolly, y de los teatros de provincias a los grandes coliseos del mundo. Apenas en los comienzos de su carrera, tras actuar durante un tiempo en la compañía de Lola Flores y Manolo Caracol, ya pasó cinco años cantando en Alemania con la compañía Los Vieneses de Franz Johan y más tarde viviría y trabajaría durante 20 años en México, California y Argentina, donde incluso llegó a abrir, junto al actor Alberto Closas, un teatro propio.

Todo esto ha hecho que la Mistral no sea demasiado conocida por los aficionados al teatro más jóvenes, pero es innegable que su presencia en este terreno ha sido bastante relevante, como prueba, entre otros, el Premio Nacional de Teatro que obtuvo en 1997 y la Medalla de Oro de las Bellas Artes que el Ministerio de Cultura le concedió en 2007.

La canción fue el epicentro de esta popular intérprete de cuplés y zarzuelas

En el teatro, su alma estuvo siempre dividida entre la recitación y la interpretación propiamente dicha. En la primera, amén de entregarse con ardor a poetas como Antonio Machado, Bergamín o César Vallejo –en 2014 aún recitaba Los heraldos negros del poeta peruano por los escenarios españoles–, Nati Mistral ha sido una de las grandes embajadoras de Lorca, especialmente con su espectáculo Simplemente Lorca, estrenado en 1998 en el Teatro Albéniz de Madrid con dirección de Joaquín Vida.

En cuanto al género netamente dramático, su verdadero debut, algo tardío, tuvo lugar con Divinas Palabras, un montaje que inauguró el Teatro Bellas Artes de Madrid en 1961 y cuyo director, José Tamayo, había preparado dos años antes sin llegar a estrenarlo a causa de la censura. En 1961, cuando se cumplían 25 años de la muerte de su autor, éste se convertía en el primer montaje de Valle-Inclán que llegaba a escena en la España Franquista y la Mistral en la más célebre Mari Gaila de los 60. Tanto es así que, 25 años más tarde, en 1986 (en el 50 aniversario de la muerte del autor), la madrileña volvería a interpretar el papel, dirigida de nuevo por Tamayo y compartiendo cartel con el actor Juanjo Menéndez.

En ‘Inés desabrochada’ de Antonio Gala actuó junto a su gran amiga Concha Velasco

Como actriz, Natividad Macho Álvarez, que tal era su verdadero nombre, se atrevió con todos los géneros, incluida la comedia, como demostró en la Inés desabrochada de Antonio Gala (2004), en la que actuó junto a su gran amiga y compañera Concha Velasco, pero sus preferidos fueron sin duda los personajes dramáticos. Por ello, de las numerosas obras que tiene en su haber, y entre las que se cuentan, además de las ya citadas, Fortunata y Jacinta, 1969; Medea, 1970; Anillos para una dama, 1975; Isabel reina de corazones, 1983, La Chunga, 1987; Los padres terribles, 1995; La Dorotea, 2001; La duda, 2006 o Tras las huellas de Bette Davis, 2007, queremos destacar dos de las que, cumplidos ya los 70 años, le han reportado mayores reconocimientos. Ambas se pudieron ver en el Teatro Lope de Vega de Sevilla y en otros coliseos de la comunidad andaluza. Se trata de La malquerida, de Jacinto Benavente (2000), dirigida por Joaquín Vida y con Carlos Ballesteros junto a ella, y de La Celestina (1999), una producción andaluza llevada a escena también por Vida, en la que destacó la versión realizada del célebre clásico por el escritor granadino Luis García Montero y los figurines de Victorio & Luchino. Con todo, el recuerdo más vivo que guardan de ella los andaluces menos jóvenes es el de su aparición, junto a Rocío Jurado y a otras grandes artistas, en el que, hace ahora 25 años, fuera el musical por excelencia de la Expo’92, Azabache.

Mistral también hizo cine; debutó con un pequeño papel en 1946 y se despidió en 1980 con Frutilla. Entre medias, tuvo varios roles protagonistas, entre ellos los de María Fernanda, la Jerezana (1947), Currito de la Cruz (1949), Mis Buenos Aires queridos (1962) o Canciones de nuestra vida (1975).

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