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Folletín gótico tomado en serio

Drama, Francia-España, 2011, 101 min. Dirección: Dominik Moll. Guión: Dominik Moll, Anne-Louise Trividic. Intérpretes: Vincent Cassel, Sergi López, Geraldine Chaplin, Jordi Dauder. Música: Alberto Iglesias. Fotografía: Patrick Blossier. Montaje: François Gédigier y Sylvie Lager. Cines: Cinema 2000, Kinépolis.

"¿A vos no os da miedo el mal? ¿Ni Satán?", le pregunta un penitente al monje con el que se confiesa. "Satán sólo tiene el poder que le dan", le contesta. Ese poder no es nada en comparación con el de Dios, pero es mucho en comparación con la debilidad del ser humano. Pronto lo sabrá este monje al que Satán -que resultará ser el falso penitente- tentará y torturará a través de la carne, claro, que siempre da más juego. El monje es Ambrosio, el niño abandonado en la puerta de un convento en el que será criado, educado y finalmente revestido con las sagradas órdenes. Su virtud, sabiduría, austeridad y oratoria le darán pronto fama. Hasta que el demonio se cruce en su vida. Y el folletín melodramático trence las inverosímiles casualidades propias del género.

Porque de lo que se trata es de la adaptación de la famosa novela gótica de Matthew G. Lewis que, además de conocer muchas ediciones gracias a su atmósfera tenebrosa, su fama de escandalosa y su trama truculenta, atrajo el interés de Byron, Sade y los surrealistas por su carga sexual, visionaria y blasfema. Esta apoteosis de conventos carcelarios, monjas torturadoras, novicias condenadas por enamorarse, monjes tentados por señoras estupendas, demonios sueltos y pasiones brutalmente reprimidas (o desatadas) en una España negrísima sometida a la superstición católica era apetitosa. No se olvide que Lewis la escribió en 1796 como un alegato contra el catolicismo y la Inquisición al calor de la leyenda negra española. En manos de Buñuel hubiera sido una obra maestra. A lo único que el aragonés llegó fue a escribir, junto a Jean Claude Carrière, el guión de la modesta versión que rodó el escritor y realizador griego Adonis Kyrou en 1972. Veinte años después el artesano del destape Francisco Lara Polop volvió a rodar esta novela con los pobres resultados previsibles.

La mala racha prosigue para Lewis y su clásico gótico con esta nueva aproximación de Dominik Moll. El problema es que el realizador se toma en serio una novela cuya gracia está en su truculenta exageración y su folletinesco disparate, rodando a Lewis como si fuera Bernanos. Un problema agravado porque, además de sentido del humor o de la desmesura, carece de sentido del ritmo. Todo muy correcto. Todo muy serio. Todo bastante aburrido. Y el final -de la procesión grotesca a la serenata al pie de la ventana incestuosa y matricida- bastante ridículo. La fotografía, que parece de los años 70 por sus efectos de cine erótico-terrorífico, no arregla nada. Alberto Iglesias se desperdicia. Y con él un reparto respetable.

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