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Gala el último nazarí

  • La Fiesta de las Culturas pone el contrapunto al Día de la Toma con un homenaje al ocaso del Reino musulmán

Elogios a Boabdil en un teatro llamado Isabel la Católica y en la tarde del Día de la Toma de Granada. El protagonista del 'homenaje a los vencidos' fue el escritor Antonio Gala y su poesía plagada de imágenes idílicas de Al-Ándalus: "Donde fuimos poderosos y suaves ellos pondrán sus piedras", dijo el escritor como interlocutor a través de los siglos del rey Boabdil. El poeta fue el protagonista de la Fiesta de las Culturas que ayer vivió su quinta edición y que fue el contrapunto al Pendón y al desfile del Día de la Toma que se celebró por la mañana.

Además, el evento sirvió para otorgar el primer Premio Granadillo del 2 de enero al arabista Emilio de Santiago, menos crítico que el poeta con la Toma de Granada y más 'realista' con el Reino Nazarí, del que dijo que "no fue una arcadia feliz". Nada que ver con una reciente entrevista de Antonio Gala: "Isabel la Católica fue una asesina, envenenadora y autoconsagrada en el nombre de Dios", arguyó sobre la reina que da nombre al teatro en el que ayer derramó sus versos.

Finalmente, la Fiesta de las Culturas cerró con el grupo Cultura de Paz, que interpretó el Concierto para piano y orquesta número 12 de Mozart, en versión cuarteto, con Juan Gallego-Coín al piano; y con la cantante marroquí Ihsan Rmiki, que acudió invitada por la Fundación El Legado Andalusí, junto a su grupo Zaman Al Wasl (El tiempo del encuentro).

Según el director del evento, Juan Gallego-Coín, el objetivo del encuentro es "convertir Granada, cada 2 de enero, en un altavoz del arte y el pensamiento de todas las culturas". "Es una iniciativa actual, nacida en el siglo XXI, que además de disfrutar del legado de nuestras culturas tradicionales quiere contar, cada año, con artistas de cualquier lugar del mundo porque en Granada ya convivimos personas de todas las procedencias".

En el caso de ayer, el primer protagonista fue el ocaso del Reino Nazarí, escenificado en la voz de Antonio Gala, que eligió el texto de un programa de televisión que escribió hace años, Si las piedras hablaran, cuyo primer programa llevaba por título El corazón, fruto de Granada.

Con la penumbra como escenografía y un elegante traje gris cruzado, el autor de El manuscrito carmesí se dejó llevar por la recreación idílica del mundo andalusí con frases como "por sensibilidad perdimos nuestra vida; olvidamos que la paz no puede decidirla una voluntad sola".

En una intervención de más de media hora -"no os hagáis ilusiones que no he terminado", dijo a la mitad-, Antonio Gala leyó también poemas dedicados a la ciudad como Amanecer en la Alhambra -"un texto que escribí en el Hotel Washington Irving"- o una serie de poemas del libro Testamento andaluz dedicados a Granada, la Alpujarra y el Albaicín. Finalmente, tras una larga ovación, el poeta recibió un ramo de tulipanes y se sentó entre el público para seguir el resto del acto.

El mismo contenido floral tuvo el premio a Emilio de Santiago, que salió del acto, en vez de con una estatuilla, con un granado natural, "una planta símbolo de Granada, y también símbolo del amor a la ciudad y a la naturaleza, ya que se entrega algo vivo, algo que hay que cuidar y mantener", dice Gallego-Coín.

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