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La Granada de Sorolla viaja a Italia

  • Una magna muestra del pintor inspirada en Andalucía es inaugurada en Ferrara y llegará a la Alhambra este verano

El descubrimiento de Andalucía, y especialmente de Granada, su fascinación por los jardines y su poesía del silencio en la etapa de madurez del pintor valenciano Joaquín Sorolla, viaja por primera vez a Italia en forma de 60 obras que ayer fueron presentadas en Roma por la directora del Patronato de la Alhambra y el Generalife, Mar Villafranca, la responsable del Palazzo dei Diamanti, sede de la Gallerie d'Arte Moderna e Contemporanea di Ferrara, Maria Luisa Pacelli, y la representante del Museo Sorolla de Madrid, Consuelo Luca de Tena.

La exposición se inaugurará en la ciudad italiana de Ferrara el 17 de marzo, para el 29 de junio ser exhibida en el Museo de Bellas Artes de Granada, ubicado en el Palacio de Carlos V, y finalmente ser presentada en el Museo Sorolla de Madrid el 29 de octubre.

Se da la circunstancia de que hace unos meses, el Ayuntamiento de Granada, cuyo alcalde, José Torres Hurtado, está abiertamente enfrentado a Mar Villafranca, patrocinó una exposición de Sorolla en su museo de Madrid con la intención, según dijo entonces, de promocionar la imagen de Granada. Muchos de aquellos cuadros que se exhibieron en la capital andaluza viajarán en el futuro a Granada.

Sorolla: Jardines de la luz ha sido organizada por Ferrara Arte, el Museo Sorolla, la Fundación Museo Sorolla de Madrid y el Patronato de la Alhambra y el Generalife de Granada.

La muestra se centra en un momento crucial de la vida creativa del pintor, sus años de plena madurez de 1906 a 1920 y, en particular, en la obras nacidas de su fascinación por los jardines y de su encuentro con Andalucía.

Sorolla (Valencia, 1863-1923), quien ya era un pintor muy reconocido en el mundo del arte, "reflexiona sobre la posibilidad de la propia pintura y desarrolla una producción original caracterizada por la poética del silencio y de la intimidad y de un lenguaje refinado", explicó el comisario de la muestra, Tomás Llorens.

La exposición indaga por primera vez en ese proceso de introspección y en esa búsqueda de lo esencial, que ofrece nuevas luces a la personalidad artística de Sorolla.

Abre la muestra una importante serie de retratos de la familia del pintor con jardines y fuentes de 1906 y 1907: María vestida de campesina valenciana, Saltando a la cuerda o Mirando los peces.

Cuando fue encargado de la decoración de la Biblioteca Americana de la Hispanic Society de Nueva York, a Sorolla se le abrió la puerta para el descubrimiento a fondo de Andalucía a donde viaja repetidamente desde 1908 a 1918.

"La sugestión que recibe de Andalucía es tal que le impacta profundamente en su estilo ya en su madurez", señaló el comisario.

La muestra, que comprende también 13 diseños y numerosos documentos, reconstruye las etapas del encuentro con la tierra y con la cultura milenaria, la visión del imponente paisaje de Sierra Nevada que le ofrece material para visiones líricas y cristalinas, hasta el estudio de sujetos andaluces como Joaquina la Gitana.

Unas interpretaciones las de Sorolla, según el comisario, originales y muy lejanas a los estereotipos del folclore local, de tipo costumbrista, que se hacían hasta entonces.

Pero los que inspiran a Sorolla son las patios y los jardines islámicos de la Alhambra y del Alcázar de Sevilla, como demuestra la extraordinaria serie de pinturas que el artista dedicó a ellos durante diez años, restituyendo toda la fascinación a aquellos lugares apartados y solemnes.

En estas composiciones, de las que desaparece la presencia humana, "la arquitectura vegetal, los mármoles, las cerámicas, las fuente, las luces y los colores dan vida a una polifonía sensorial rica de resonancias", al igual que en los años del califato en los que el sonido del agua, la música y la poesía iban siempre de la mano.

Es entonces cuando profundiza su relación epistolar con Juan Ramón Jiménez, andaluz y maestro de la generación del 27. La experiencia andaluza y su mundo sensorial impone una profunda metamorfosis en Sorolla quien culmina su obra en el jardín de su nueva casa de Madrid.

Se hizo traer de Andalucía fuentes, cerámicas, columnas, estatuas, árboles frutales y platas ornamentales con una pasión que solo recuerda a Monet y su baño de ninfas, refiere Llorens.

Y es allí, en su propio jardín, donde Sorolla encuentra una fuente inacabable de ocasiones para plasmar sobre la tela las lecciones de lo esencial y su expresividad imaginaria aprendidas en el meridión de España. La exposición podrá verse en Granada el próximo verano.

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