Juan antonio bayona. director de cine

"Hacer cine en Hollywood puede llegar a ser un trabajo deshumanizado"

  • Después de rodar 'Jurassic World: El reino caído' bajo la producción de Steven Spielberg, el cineasta recibirá hoy en el Festival de Málaga el Premio Retrospectiva 'Málaga Hoy'

Juan Antonio Bayona (Barcelona, 1975), ayer, antes de la entrevista.

Juan Antonio Bayona (Barcelona, 1975), ayer, antes de la entrevista. / reportaje gráfico: marilú báez

Caliente aún el rodaje de Jurassic World: El reino caído, la nueva entrega de la saga jurásica que produce Steven Spielberg y se estrenará en España el próximo 7 de junio, su director, Juan Antonio Bayona (Barcelona, 1975), que se estrena en Hollywood con este trabajo, recibirá esta noche en el Teatro Cervantes el Premio Retrospectiva Málaga Hoy del Festival de Málaga. El galardón reconoce una carrera jalonada con títulos de impacto como El orfanato (2007), Lo imposible (2012) y Un monstruo viene a verme (2016), además de varios capítulos de la serie de televisión Penny Dreadful y otros envites. Hoy presentará además en el certamen su nuevo proyecto como productor, el documental I Hate New York, de Gustavo Sánchez. Ayer, tras un encuentro con jóvenes realizadores dentro del apartado industrial del Festival de Cine en Español (Mafiz), atendió a Grupo Jolypara esta entrevista.

-¿Qué es lo más difícil de rodar algo como Jurassic World?

Si alguna película mía hubiera parecido sencilla, no la habría hecho. Siempre tiene que haber algún reto"

-Todas las películas son complicadas. Nunca me he encontrado con una película que fuera fácil de hacer. Y, de hecho, si alguna película hubiera parecido sencilla no la habría dirigido. Siempre tiene que haber algún reto para que me apetezca hacerla. En el caso de Jurassic World, había un reto claro y es que nunca antes había trabajado en Hollywood, ni en el sistema de producción de un estudio; y ha sido una experiencia muy instructiva, una oportunidad enorme para aprender. En gran medida me ha servido para resetear y empezar de cero. He tenido que vérmelas en un sistema que tiene cosas muy buenas y otras no tan buenas, pero ha sido de cualquier forma una aventura muy enriquecedora.

-¿Hay algún detalle de la industria que considera de urgente importación en el cine español?

-Hay una diferencia evidente y es que ellos llevan más de cien años haciendo cine y de manera muy, muy profesional. El trabajo está allí altamente especializado y cuentan con medios que así lo permiten. En todos los equipos, tanto en producción como en preproducción, hay personas encargadas de cada proceso de manera muy específica y esto facilita mucho las cosas. En España somos más francotiradores, pero también es verdad que aquí el trabajo se afronta de manera mucho más familiar. Donde no llega el dinero llega el ingenio, o el amor. En la industria de Hollywood, el proceso puede llegar a deshumanizarse. Creo que lo ideal sería un mundo en el que pudieran mezclarse lo mejor de las dos industrias.

-A menudo se habla de Hollywood en estos términos, pero ¿acaso hace falta entonces allí menos pasión, menos empeño personal para que una película salga adelante?

-La pasión la tiene que poner uno, y yo en este sentido afronto todas las películas. Para mí no ha sido en este sentido muy distinto hacer Jurassic World. Casi te diría que al revés. Me hacía mucha ilusión hacer una película en Hollywood y trabajar con Steven Spielberg, y sí, ha sido una experiencia maravillosa, pero mi disposición para hacer la película y disfrutarlo ha sido la misma de siempre. Es verdad, como te decía, que a veces los procesos tienden a deshumanizarse, pero en parte estando allí entiendes por qué: es todo muy grande, enorme, la película está llena de secuencias espectaculares y el trabajo tiene que ser muy claro, muy conciso, hay que ir siempre al grano y sin equívocos, porque si no sería imposible afrontar una película de este tamaño.

-En más de una ocasión ha citado usted a Spielberg entre sus referentes. ¿Lo sigue siendo después de haber trabajado con él?

-Sí, sin duda. Ha sido maravilloso sentarse con él y ver las escenas, los planos, y más aún comprobar que estás todo el rato en la misma página, que hay una sintonía brutal. Si te digo la verdad, me quedé muy relajado. Siempre hay cierto peligro a la hora de encontrarte con tus héroes, pero en este caso ha ido todo bien. Las expectativas se han cumplido.

-Hablando de héroes, permítame que ponga sobre la mesa a uno de los míos, Jeff Goldblum, que vuelve a la saga jurásica en su película. ¿Es un actor muy difícil de dirigir, o todo lo contrario?

-Al final te vas dando cuenta de que todos los actores son diferentes. Cada uno tiene su manera de trabajar y tienes que conocerlos y adaptarte a ellos. Goldblum es un actor muy libre, muy espontáneo, muy orgánico. Cada toma es diferente a la anterior y yo como director lo agradezco mucho, especialmente en una película como ésta, en la que intentas darle un poco de calor a todo el proceso.

-Pero, ¿ha sido entonces más complicado rodar Jurassic World que Lo imposible?

-Como te decía antes, todas las películas son complicadas.

-Sí, pero al ver Lo imposible uno puede imaginar fácilmente lo que debe costar hacer una película así. ¿Quedará la misma sensación tras ver a sus dinosaurios?

-Sí, pero El orfanato era una película más pequeña que Lo imposible y también sufrimos mucho haciéndola. En todas hay retos, en todas se sufre, y en todas paso el mismo miedo cuando tengo que rodar determinadas escenas. Pero creo que es bueno que sea así. Me encuentro muy a gusto con esa tensión que te llena cuando vas a rodar una escena difícil, eso es lo que me recarga las pilas y lo que saca lo mejor de mí como cineasta.

-¿Siente todas las películas que ha hecho como suyas por igual, o percibe alguna como más ajena tras el paso del tiempo?

-Lo bonito es pensar que cada película representa de alguna forma un momento concreto de tu vida. Y esos momentos son todos tuyos. Hay directores que vuelven atrás y hacen nuevos montajes de películas que estrenaron hace años, pero esa idea no me seduce. Cada película es el testimonio de lo que eres tú en el momento de hacerla. De modo que sí, siento todas mis películas como mías. A ver, seguramente no hay la misma implicación personal en El orfanato que en Un monstruo viene a verme respecto a la historia que cuenta cada una, pero las dos son mías por igual, desde luego.

-¿Recuerda algún momento en que diera por cumplido su sueño de ser director de cine, en que fuese consciente de haber llegado a donde quería?

-Eso me ha pasado trabajando con actores. Sobre todo cuando consigues algo que no esperas, o cuando el actor alcanza un punto en la interpretación puro y genuino, en el que se confunde con el personaje. Esos son los momentos que más me han recompensado.

-En una entrevista reciente, Spielberg respondía a quienes critican a él y a George Lucas por haber infantilizado el negocio y haber convertido el cine en una cuestión palomitera afirmando que la evolución del medio como objeto artístico no es incompatible con la industria del entretenimiento. ¿Qué opina usted, como director que goza ampliamente del favor del público?

-Respecto a esta pregunta se me ocurre una metáfora: es como si me preguntaras por mi caligrafía, por la letra con la que escribo a mano. Sólo podría responderte que es la que tengo, no hay otra, pero que además no soy consciente de ello. En términos de autoría, cuando haces una película sucede un poco lo mismo: haces lo que te sale. Pero es que lo de la autoría es muy complejo, está en muchos sitios, no sólo en el texto, ni en la dirección, ni en las ideas. Un mismo guion rodado por Steven Spielberg y por Sam Mendes se traduciría en dos películas muy diferentes, seguro. En una misma escena, si pones el acento en un plano en lugar de otro porque el instinto te lleva a poner la cámara ahí lo haces, pero no eres consciente.

-Usted ha dirigido cine y televisión, ¿qué piensa de la entrada en juego de plataformas como Netflix y de la petición de cineastas como el mismo Spielberg para que sus películas discurran por otros cauces distintos del cine tradicional a la hora, por ejemplo, de participar en festivales?

-Ahora mismo vivimos una confusión compresible. Las plataformas digitales no paran de crecer. Hace poco tuve una conversación con responsables de Netflix y ellos mismos me admitían que habían cambiado las reglas del juego de un año para otro cuando todavía están intentando encontrar su espacio. Yo tengo muy claro lo que es el cine y lo que es la televisión. Hoy día hay muchas películas en televisión que se corresponden con mi idea del cine, y que cada vez se ve más cine en producciones hechas para televisión. Sin embargo, dicho esto, para mí sigue habiendo algo de ritual y de magia en el hecho de ir a ver una película en la oscuridad, en una pantalla grande, en compañía de gente a la que no conoces. Todo esto aporta misterio y sentido a la experiencia de ver una película. Del mismo modo, hay películas que de forma realista sólo se pueden producir a través de las plataformas digitales. Es un discurso lleno de grises. Espero que con el tiempo todo vaya cogiendo su forma y su espacio y podamos disfrutar de buenas películas en casa y también en el cine.

-En otra entrevista era Francis Ford Coppola quien expresaba su sueño de que una niña de diez años de Wisconsin pudiera hacer con su cámara doméstica una película que cambiara para siempre la historia del cine. Ahora es Steven Soderbergh quien ha rodado Perturbada con un iPhone y al parecer con mucho éxito. ¿Cabe esperar buenas noticias de la democratización tecnológica?

-El cine es, en esencia, una cuestión de punto de vista. No tiene nada que ver con formatos, ni de producción ni de exhibición. Si la película de Soderbergh es buena, lo será porque la ha hecho Soderbergh. Si le das el mismo iPhone a otra persona, seguro que le saldrá una película muy diferente. Todo es válido a la hora de contar una idea en el cine, y desde luego la democratización del medio ha supuesto algo fabuloso para descubrir a cineastas de talento que de otra manera habrían quedado inadvertidos. Piensa en Robert Rodríguez y El mariachi. Y ahí sigue Robert Rodríguez. La Nouvelle vague encontró su razón de ser en sus propias limitaciones, a base de rodar en localizaciones reales con tres trípodes. Si la idea es buena, cualquier formato es bueno.

-¿En qué medida se siente usted parte del cine español, de su tradición y de su singularidad?

-Es como si preguntaras a Steven Spielberg si se reconoce en el cine de John Cassavettes. El cine es una cuestión de sensibilidades, no de nacionalidades. Hay cineastas de los que me siento inevitablemente más cerca, pero tuve la suerte de crecer viendo películas de directores de todo el mundo. Descubrí a Hitchcock a la vez que a Truffaut, así que me cuesta mucho establecer una distinción nacional en el cine, porque para mí eso no existe. Lo que sí sé es que en el cine español me siento como en casa, porque de hecho es mi casa. Pero el cine es un lenguaje universal.

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