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Innecesario retorno

Como El mensajero de Leslie P. Hartley o El gran Gatsby de Scott Fitzgerald, Retorno a Brideshead de Evelyn Waugh (1903-1966) retrata la vida de personajes de clase alta vistos a través de la mirada de un extraño que no pertenece a ella y de las relaciones siempre tortuosas que establece con ellos. Un extraño en el paraíso, por así decir, que pronto descubrirá que en todo paraíso hay serpientes tentadoras y frutos que no deben morderse. En la extraordinaria novela de Waugh el extraño es Charles y el paraíso con serpiente y fruto prohibido es Brideshead, la suntuosa mansión de los Flyte a la que su compañero de estudios le invita.

Tratándose de Waugh, uno de los escritores conversos del anglicanismo al catolicismo en los años 30 en cuya obra es esencial la tensión religiosa, la alusión a paraísos, serpientes y manzanas -es decir, a la gracia y el pecado- no es gratuita. Él mismo describió su novela como "la intervención de la gracia divina sobre un grupo de personajes muy distintos a la vez que estrechamente relacionados".

Sobre esta grandísima novela, publicada en 1945, Granada Televisión realizó una serie de referencia en 1981. Un cuarto de siglo después el cine se vuelve a ocupar de ella y, como la cosa está tan malita en todas partes, también en Inglaterra, la película es claramente inferior a la serie y la televisión derrota al cine. Claro que en aquella serie había más cine que en esta película porque había mejor guión, mejor realización y mejores interpretaciones.

Curiosamente es la película de Jarrold la que parece un telefilme. Será porque el realizador, a quien se deben algunos correctos largometrajes como Pisando fuerte y La joven Jane Austen, ha labrado su fortuna dirigiendo adaptaciones televisivas de los clásicos Grandes esperanzas, Crimen y castigo o Cuentos de Canterbury.

Y la televisión parece habérsele pegado como una lengua que un día fue capaz de traducir la novela de Waugh pero que hoy sólo la balbucea.

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