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'Ínsula' dedica un monográfico al magisterio de Machado

  • La revista reconstruye el homenaje que le rindieron los poetas integrantes de la Promoción de los 50 en la ciudad francesa de Collioure en el año 1959

La revista Ínsula analiza en su último número el magisterio que ejerció Antonio Machado en las generaciones posteriores, tomando como punto de partida el homenaje que se rindió al autor sevillano en la localidad de Collioure en 1959, veinte años después de la muerte del escritor. Organizado por un grupo de intelectuales franceses y respaldado por el Partido Comunista, el tributo sería recordado más tarde como punto de encuentro de la Promoción de los 50, debido a que entre las personas que integraban la delegación española se encontraban los poetas José Ángel Valente, Ángel González, Alfonso Costafreda, José Manuel Caballero Bonald, Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral y José Agustín Goytisolo. El grupo, que se retrataría en una imagen junto a Blas de Otero que circularía por el extranjero como la estampa de los poetas de la resistencia, abrazó en ese escenario la estela de Machado como un ejemplo de honestidad y compromiso.

La editora de Ínsula, Arantxa Gómez Sancho, la investigadora Araceli Iravedra, coordinadora de este número, y el ex vicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra presentaron ayer en Sevilla los contenidos del monográfico, patrocinado por la Fundación José Manuel Lara. Para Iravedra, el objetivo de la publicación es "tratar de ofrecer una perspectiva plural de este encuentro, un momento capital de la poesía española" a través de un conjunto de artículo que disecciona las resonancias machadianas que se perciben en la obra de los diferentes autores. La huella que deja el autor de Campos de Castilla en la cultura española es palpable también en la colección de versos que incluye la revista, textos que una larga lista de escritores, que va desde Rafael Alberti hasta Luis García Montero, dedicó al poeta sevillano.

Alfonso Guerra, que demostró con un lúcido discurso su conocida devoción por Machado, invocó al "autor total" frente a las "lecturas parciales" interesadas únicamente en la vertiente social o en la poesía más íntima del escritor. Entre los últimos, Guerra recordó a un hombre que se puso en contacto con él mediante una carta y que lamentaba la evolución del autor. "Qué locura", aseguraba, "querer ser poeta y ciudadano".

La mirada de Machado, defiende el ex vicepresidente, es "una visión del mundo llena de contrastes", artífice de una creación "de una enorme pureza y transparencia" en la que "nos leemos a nosotros mismos al leer al poeta, encontramos la reconstrucción de nuestros miedos, de nuestras esperanzas".

Además de su aproximación al homenaje de 1959, la última entrega de Ínsula plantea un recorrido por los variados enfoques con los que se ha visto a Machado. En el artículo introductorio de Araceli Iravedra, la revista repasa el falseamiento que la dictadura franquista hizo de la personalidad del andaluz, en una operación que redujo la voz del poeta, despojándola de cualquier aspecto incómodo para el régimen, a su faceta más intimista. Tal como apunta Iravedra, uno de los primeros en reinterpretar a Machado desde el ideario de la causa fue Dionisio Ridruejo, que etiquetaba al escritor sevillano como una víctima de las trampas del enemigo rojo, al que se había adherido gracias a "la concurrencia de la senilidad, el hábito de la incomunicación y una cierta incapacidad para el entendimiento del mundo real".

En 1940 es la revista Escorial la que difunde este perfil adulterado del poeta, un retrato que se refuerza nueve años después, cuando Cuadernos hispanoamericanos presenta una "actualización políticamente inofensiva", denuncia Iravedra, "de un Machado neorromántico e intimista, a salvo de toda tentación de compromiso ético con los accidentes de la historia".

Tras el encuentro de 1959, el "fervor machadista" pierde fuelle; y "si en los primeros 60 todavía se repiten las visitas a Collioure y los homenajes a Machado, éstos aparecen, cada vez más, como mecánicos reflejos rituales que como iniciativas de sincero entusiasmo", observa Iravedra en su trabajo en Ínsula. A este declive, que coincide con "un generalizado desencanto de la lucha contra el régimen", le sigue la recuperación del legado del poeta que protagonizan los representantes del movimiento de la otra sentimentalidad. En su último poemario, Vista cansada (Visor), Luis García Montero recordará con emoción la tumba del poeta y concluirá que "los lugares sagrados nos permiten vivir / una historia de todos en primera persona".

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