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José Carreras celebra sus 50 años de amor a la música en el Liceo

  • El tenor ofrece mañana un recital para recordar el medio siglo desde su primer concierto en el templo catalán de la música, al que se subió con apenas once años

José Carreras tenía apenas once años cuando el maestro José Iturbi le preguntó si le gustaría hacer el papel del niño Trujumán en El retablo de Maese Pedro de Manuel de Falla. Y aquel chico, al que los compañeros de clase llamaban 'Rigoletto' porque se pasaba el día cantando La donna e mobile, no se lo pensó dos veces.

Corría el año 1958 y los diarios de la época quedaron encandilados con el estreno en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona: "Un niño de once años, cantante excepcional de ópera", titulaban, destacando su "gracia, valentía y seguridad" así como su "prometedora voz".

Hoy, aquella joven promesa que entonces tenía todavía timbre de soprano es uno de los mejores tenores de todos los tiempos. Y para celebrar su 50 aniversario sobre los escenarios, Carreras regresa mañana al Liceo para ofrecer un recital con obras de Toldrá, Puccini y Scarlatti, entre otros.

"Me parece que voy a estar más nervioso y tenso que nunca. Supone para mí mucha responsabilidad estar a la altura de un homenaje tan importante y significativo", reconoce el artista catalán. Porque la relación de Carreras con el coliseo operístico de su ciudad natal ha sido siempre especial. Lo pisó por primera vez a los ocho años, cuando de la mano de su padre asistió a una función de la ópera Aída. Fue entonces cuando el pequeño José, al que su madre permitía cantar en su peluquería a cambio de unas monedas, decidió que un día quería estar sobre las tablas.

Carreras estudió en el Conservatorio Superior de Música de esa misma ópera, que ahora le rinde homenaje con una exposición sobre su trayecoria artística. Fue también allí donde debutó como tenor, en el papel del romano Flavio en Norma de Bellini. Y lo hizo junto a la soprano española Montserrat Caballé, que se convertiría en su gran mentora y protectora.

Pero también en lo personal, Carreras ha pasado por momentos muy duros: con 40 años y en la cima de su carrera, le diagnosticaron una leucemia linfoblástica aguda. Otros hubieran claudicado, pero Carreras, con el mismo tesón con el que persiguió su sueño de ser cantante de ópera, se enfrentó a la enfermedad. "Si salgo de ésta y gano la batalla, volveré a cantar", se decía. Y lo logró. Pero la leucemia también cambió la vida artística de Carreras, quien tuvo que reducir el ritmo de sus actuaciones.

Para los críticos, Carreras encarna "el sonido del corazón". Su voz, "de noble timbradura, de dorado sol mediterráneo, ricamente esmaltada, de suntuosidad armónica, abundante de volumen y extensión adecuada", según Opera Actual, está aún lejos de la retirada.

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