Las paradojas siempre acompañarán a Kiko Veneno. Siendo uno de los músicos más brillantes e influyentes que ha dado la música popular española, pionero en varias ocasiones de los caminos que esta ha tomado en su evolución y artífice de algunas de sus canciones más imperecederas, la industria, sin embargo, ha sido ingrata con él. Y a pesar de haber alcanzado el éxito multitudinario con aquel disco triunfal que todos tarareamos allá por 1992, cuando nos echábamos un cantecito, después ha sido ninguneado hasta volverlo translúcido para el gran público con trabajos que en nada desmerecían al del Mercedes blanco. Ni calvo ni con siete pelucas, él, que no es de los de guardar amarguras, se ha levantado con dignidad, eso siempre, y ha continuado su camino.

Conociendo su genio raro será que no la vuelva a liar el día menos pensado. Sigamos con las paradojas. Su último disco publicado en España ha sido Sensación Térmica (Warner, 2013). Sin embargo, existe otro disco, de nombre El Pimiento Indomable que grabó en 2012 junto a Martín Buscaglia y salió en Argentina y Uruguay pero que aún no ha sido editado en nuestro país. Parece que en breve esta anomalía será corregida y por fin estará disponible en el mercado español. Y es posible que Kiko Veneno recupere algunas de las canciones del disco en su actuación granadina de esta noche junto a su grupo, La Banda del Retumbe, que tendrá lugar en la sala Forum Plaza a partir de las diez y media.

El músico acaba de volver de una gira por México y Norteamérica y afronta estos días la que se anuncia como su primera gira por el sur, con fechas en Extremadura y Andalucía. Lo cual no deja de ser paradójico para un artista andaluz -por más que en su partida de nacimiento se indique que vino al mundo en la localidad de Figueras- que lleva cuarenta años agarrado a la guitarra. Tal vez el motivo de que hasta ahora no haya hecho una Gira Sureña, que así ha denominado este tour, haya que buscarlo en que en realidad Kiko Veneno, como dice la hoja promocional, siempre vuelve al sur, que vuelve sin haber terminado de marcharse nunca. Y las salas de pequeño aforo, como son las que acogen sus actuaciones durante los meses de mayo y junio, son el lugar ideal para reencontrarse con el artista, para llevar el compás con los pies, para saborear el swing de los gitanos de las barriadas sureñas que mejor que nadie asimiló Kiko Veneno para devolverlo corregido y aumentado, inventando el rock agitanado con una maestría que nadie ha igualado.