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Lección magistral

  • Esta muestra pone en evidencia ese emocionante trabajo donde se mezclan la fórmulas precisas de un dibujo dominador y determinante

Los que puedan tener cierta conciencia del arte que se viene haciendo en Granada desde hace unas décadas, saben que, en la ciudad, siempre ha existido una fuerte presencia de artistas grabadores, de talleres y de inquietudes hacia la obra seriada. En el ánimo de todos está, todavía, aquella presencia todopoderosa de Pepe Lomas al frente de El Taller de la Fundación, todo un referente en la historia del grabado de Granada. Últimamente el discurrir, en otro tiempo, tan prolífico, había decaído considerablemente. Si exceptuamos la trascendencia de Juan Carlos Ramos Guadix, la fortaleza creativa de Emilio Luis y ese gran taller de serigrafía don Christian Walter ejerciendo de gran maestro, poco más encontramos de verdadera enjundia. Sin embargo, a Granada, todavía, llegan sin solución de continuidad, algunas muy buenas exposiciones de obra gráfica. La semana pasada comentábamos en estas páginas la más que interesante exposición de Miguel Carini en el espacio expositivo de Santiago Collado, hoy traemos la que me parece una gran muestra de obra gráfica; una muestra donde se pone en evidencia el grabado de siempre; ese emocionante trabajo donde se mezclan, por igual, la fórmulas precisas de un dibujo dominador y determinante, las difíciles circunstancias que envuelven el hacer de la estampación y, por supuesto, los subjetivos planteamientos de un concepto artístico envuelto por todo lo anteriormente descrito. Y es que Román Eguía, el protagonista de esta comparecencia, es un joven autor mejicano, inmerso ya en las coordenadas creativas que posibilitan a un artista ya grande, en plena conciencia de un arte que él domina técnicamente, al tiempo que le imprime una realidad gráfica fuera de toda duda.

Emilio Luis Fernández, director de ese espacio creativo donde lo artístico expande todo su mayor y más diverso potencial, ha traído hasta el taller la Granja de la calle Cañaveral, la obra importantísima de Román Eguía, grabador grabador, estilista, dominador, técnico... artista. El grabador mejicano nos presenta una muestra de su gran capacidad en torno a todo lo que acontece alrededor del tórculo, antes y después de que la estampa se haga una imprevisible realidad. Lo primero que el espectador descubre es una pulcra manifestación de lo que es una obra gráfica. La presencia de un trabajo perfecto, sin resquicio para la duda, patrocinador de un dibujo redondo, contundente y elegantísimo nos sitúa ante una obra rotunda de principio a fin. Una vez comprobada la astucia compositiva y la verdad de la estructura formal, el artista nos introduce en un abierto universo donde nada queda cerrado y todo predispone al feliz encuentro con una realidad abierta donde cada cual encuentre su particular y definitiva propuesta significativa.

Especies de bodegones con toda suerte de elementos suscriben una naturaleza muy bien confeccionada que, ya desde una primera y estricta visión, atrapa y convence pero que, nos predispone para mucho más. Existe como un juego metafórico donde tan apabullante realidad es el primer extremo de una línea significante que acaba en un final diáfano donde todo queda supeditado a la experiencia emocional de un espectador que completa el juego e impone el imprevisto objetivo artístico.

De nuevo el espacio expositivo de E.Luis se llena de interés creativo. Allí donde la obra gráfica ha encontrado un sitio de indiscutible entusiasmo, el trabajo de Román Eguía nos transporta a los estamentos del mejor grabado, ese del que en Granada, tradicionalmente, ha tenido una importante cuna. El artista mejicano ha llegado a la ciudad para aportar una realidad gráfica y hacer reencontrarnos con una actividad que encierra mucho más de lo que la mirada hace presuponer. Un grabado clásico, en el más estricto y contundente sentido, una obra que presume muchas interesantes circunstancias, artísticas. plásticas, estéticas y significativas; que nos sitúa ante un grabado especialmente construido para que oferte toda una lección de buen hacer artístico. En él nada ha quedado supeditado a una mera experimentación; todos sus elementos constitutivos están conformados para que dejen entrever la consciencia estética de una obra mayor, completa, adecuada en fondo y forma y prevista para que ejerza una amplísima potestad emocional.

Ramón Eguía se nos aparece como un maestro del grabado, un hacedor importante donde continente y contenido formalizan una lección excelsa del grabado en toda su magnitud.

Espacio Expositivo del Taller la Granja, Calle Cañaveral, Granada.

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