música

Lole, la música del viento

  • La cantaora sevillana actuó ayer en el Café Quimbara y mostró su personal visión del flamenco que la llevó a revolucionar el género

"La música es como el viento, siempre son las mismas notas pero cada uno juega con ellas como quiere". Ha llovido desde que Lole Montoya y Manuel Molina crearan el génesis del 'nuevo flamenco' con El origen de una leyenda, pero las palabras de Lole denotan que por ella sigue fluyendo esa naturaleza viva del flamenco. Y lo volvió a demostrar ayer en el Café Quimbara de Granada.

Lole nace en Triana, en la cuna de una familia de artistas. De padre bailaor y de madre cantaora, pasa los primeros años de su vida entre cantes y bailes, impregnándose desde pequeña del duende y el sentimiento de los oriundos de su barrio. "Sevilla es una tierra que da muchísimos artistas, visto está generación tras generación. Es curioso que además de florecer buenísimos cantaores, bailarines o toreros, muchos artistas venidos de fuera también encuentran su inspiración en esta ciudad". Para Lole la luz de la capital andaluza es incomparable, recuerda los atardeceres mirando al Aljarafe, las tardes de verano por las calles de Triana y el cielo azul que arropa desde arriba.

Cuando Lole y Manuel comenzaron como pareja musical, "todos nos sonaba muy monótono". La sevillana recuerda que las vivencias por las que cantaban los flamencos antiguos, la quisieron convertir en melodía, fe de ello ha sido una discografía repleta de cantos a la naturaleza. Manuel Molina y Juan Manuel Flores fueron los pintores de estos textos poéticos que fácilmente hacen viajar a los paisajes más bucólicos al compás de Lole.

"Desde jóvenes nos hemos rodeado de artistas… Fernanda de Utrera, Manolo Caracol eran nuestros maestros. Fuimos creciendo pero éramos jóvenes y por tanto, teníamos los oídos y la mente abierta para otros tipos de música". Manuel se acercó más a la música rock, con los pioneros del rock andaluz, Smash, Lole tenía predilección por los sonidos árabes, su canción Sangre gitana y mora la avala con creces.

La cantaora llega a Granada con un repertorio plagado de recuerdos, canciones nuevas y temas con aires espirituales. "No corren buenos tiempos para la creación, todo está muy materializado y es difícil que aprecien tu arte". Los años 70 fueron momentos de cambio y Lole y Manuel supieron aprovecharlo para labrar un nuevo camino hacia la fusión y el eclecticismo del flamenco, algo que sus contemporáneos han recibido con respeto y admiración.

"Por el amor a la música hemos cedido mucho, pero la química y la pasión por lo que hago se mantiene intacta como desde el primer día". Lole le agradece a la música la manera con la que mira la vida, la forma con la que disfruta de las pequeñas cosas y de las vivencias por las que escribía Manuel. Granada recibió ayer al origen de una leyenda, una leyenda que sigue viva, al igual que la esencia de su compañero Manuel. Lole entra acompañada de Paquete y se sienta en su silla roja. El Café Quimbara enmudece y todo es de color.

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