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Luces de Cataluña

  • Antoni Ros Marbá graba para Harmonia Mundi la ópera en un acto 'Il giravolt de maig' del barcelonés Eduardo Toldrá

Eduardo Toldrá (Villanueva y Geltrú, 1895 - Barcelona, 1962) puede ser considerado como el principal exponente musical del noucentisme, término acuñado por Eugenio d'Ors para definir el catalanismo urbano y moderado que llegado el siglo XX quiso, mirando a la luz del Mediterráneo, realizar en lo artístico una especie de síntesis entre Modernidad y Romanticismo.

Hijo de violinista, Toldrá seguiría los pasos musicales del padre, al que pronto superó, tanto en su faceta de instrumentista como en su dedicación a la dirección de orquesta y a la composición. Como violinista, destaca su trabajo entre 1911 y 1921 al frente del Cuarteto Renaixement, uno de los más reputados conjuntos camerísticos de la España de su tiempo. Como director, fundó la Orquesta de Estudios Sinfónicos, conjunto de aficionados que comandó entre 1924 y 1934, aunque en este ámbito su nombre está fundamentalmente vinculado a la formación de la Orquesta Municipal de Barcelona, que, bajo su batuta, se presentó en 1944. Su experiencia sinfónica le llevó también al podio de algunas importantes formaciones españolas y europeas .

Como compositor, la obra de Toldrá no es demasiado extensa, pero está tocada con una singular delicadeza de corte neoclásico, que resalta de modo muy especial en sus espléndidas canciones y en algunas piezas camerísticas, singularmente el cuarteto Vistas al mar, pieza de la que hizo una versión para orquesta de cámara y que resume de forma admirable los fundamentos de su arte, como en el terreno teatral lo hace El giravolt de maig (La vuelta de mayo), la obra que Antoni Ros Marbá registró para Harmonia Mundi en julio de 2006 por segunda vez en su carrera (la primera fue para un registro de 1969, hoy prácticamente inencontrable).

El giravolt de maig es una agradable comedia en un solo acto (la obra dura poco más de 80 minutos) escrita sobre un texto (en catalán) de Josep Carner, que fue estrenada el 27 de octubre de 1928 en el Palau de la Música de Barcelona. El fundamento dramático de la ópera es bastante endeble, pero la pieza, imbuida tanto del neoclasicismo musical imperante en la época como de la morigerada ética novecentista, se escucha con agrado. La acción se sitúa en el siglo XVIII, en un hostal de montaña, donde, en una noche primaveral, se reúnen una serie de tópicos personajes que sueñan con la ilusión de ser lo que no son: el mozo querría ser soldado, la posadera envidia la libertad del bandolero, el ladrón quisiera llevar la pacífica vida de los empleados del hostal, la casta y tímida novicia es en realidad una bailarina con larga experiencia mundana y el donjuán que pretende conquistarla no es sino un seminarista ansioso de aventuras sentimentales. En aquella noche mágica, entre sones de campanas y el delicioso juego sonoro de las hojas, el agua y el canto de los pájaros nocturnos y lejanos, todo parece posible, pero el alba termina por imponer la sensatez, los sueños se diluyen y las cosas vuelven a su normal curso.

Ros Marbá dirige con arrobado lirismo a una notable orquesta barcelonesa y un elenco casi enteramente catalán, en el que destacan especialmente ellas (maravillosa Nuria Rial y estupenda Marisa Martins), aunque las voces masculinas (David Alegret, Joan Cabero, Joan Martín-Royo, Stefano Palatchi) cumplen sobradamente.

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