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Madrid. De ferias

  • Dos acontecimientos han marcado este último fin de semana: ART Madrid y ARCO. Las deserciones de la más conocida han favorecido el interés del certamen paralelo

Aunque este año había mucha competencia - Barceló, Los Impresionistas, Maruja Mallo- dos acontecimientos han marcado este último fin de semana del febrero madrileño: ART Madrid y ARCO. Lo escribo en el orden en el que este medio los ha cubierto. Hacía tiempo que no acudíamos a la Casa de Campo. Quizás la última vez fue en el año 1993 con motivo del último ARCO que allí se celebraba antes de pasar al Campo de las Naciones. Este año había muchos motivos para ir a ART Madrid. Las deserciones de ARCO habían dado pie para que, la otra feria paralela, magnificara su interés y abriera las compuertas de la expectación pues hasta allí han desembocado algunas galerías bastante importantes en el panorama nacional que se han visto rechazadas del programa oficial que en Ifema, cada año, arbitrariamente se lleva a cabo por un comité, parcial y poco justo.

ART Madrid

Hay que comenzar diciendo que la feria del Palacio de Cristal de la Casa de Campo es un acontecimiento muy abarcable, yo hasta diría que íntimo, fácil de ver y sin los agobios que existen en otros paisajes artísticos, con los stands amplios y la mayoría bien montados. Nada más subir la gran escalera te topas con algunas de las galerías fuertes de la Feria, Mai More, Marisa Marimón y Espacio de la Calle. Luego te irás encontrando con otras con nombres significativos en el ambiente artístico español de siempre - Juan Gris-Rayuela, Trinta, Estampa, Muro, Bat Alberto Cornejo, Val i 30, Xanon, entre otras-, además de algunas mucho menos significativas e, incluso, nuevas en estas situaciones como la granadina Ruiz Linares.

Hay que decir que la Feria ha ido ganando en interés y acomodándose a un estamento de calidad que no pasa desapercibido. Es verdad que compararla con ARCO ni tiene sentido ni es el objetivo que anima su existencia. En ese aspecto juega una baza importante la seriedad de Gema Lazcano, su directora. Es un estamento distinto y en ello y por ello se presenta. Creo que la coincidencia de fechas le afecta negativamente por la fijación de algunos -compradores, críticos y popes de lo artístico, quizás el orden sea lo de menos- en subirse a caballo ganador y grande, ande o no ande.

Entrando en consideraciones meramente artísticas y gracias, me ha parecido de mucha importancia lo presentado por la galería compostelana Trinta, con una pieza espléndida de Esther Ferrer, un soberbio Evru-Zush, unos jugosísimos papeles de Eva Lootz y una magnífica obra de Pamen Pereira; además de los Carlos Pazos, Daniel Verbis o Chema Madoz. La galería madrileña Rayuela, fiel a su estilo, nos situaba en los grandes nombres que han captado el arte de la segunda mitad del siglo XX, con artistas de El Paso, algún informalista catalán, algunos discretos Barceló y unos muy bien ejecutados Amaya Bozal, entre otros. Buen proyecto expositivo el que presentaba la galería Estampa, con obras últimas de Juan Ángel González de la Calle, dentro de ese nuevo proyecto suyo donde la realidad y la ficción comparten un mismo espacio muy bien ejecutado, Ramiro Fernández Saus, Damián Flores y Luis Mayo completaban la oferta. Entre el catálogo el que ofrecía la galería colombiana El Museo, destacaba unos extraordinarios Juan Francisco Casas, ese auténtico ilusionista con el bolígrafo Bic. La bilbaína Xanon nos situaba ante unos magníficos paisajes de Carmen Bustamante, con esa línea de perfecta y absoluta pulcritud en una composición excelsa de la que ella es maestra. Una magnífica fotografía de Juan Carlos Toro, de lo mejor en este apartado que hemos encontrado en ART Madrid, varios magníficos retratos, que él llama Anamórficos y que plantean especialísimas ambigüedades visuales, de Cristián Domecq, unas importantes abstracciones de Paloma Peláez, los espectaculares dibujos de David Escalona, así como unos cuidadísimos Pérez Villata y un extraordinario Gordillo completaban un stand cuidado al máximo.

ARCO

Muchas cosas habían de hacerse -y muy bien - en la Feria que dirige Lourdes Fernández después de todo lo que le había caído en los últimos meses para conseguir levantar una cabeza, que estaba pesando demasiado, por los poco acertados criterios de unos y de otros, de los iniciales abandonos -aunque alguno, Pepe Cobo, después estaba presente y como si no hubiera pasado nada-, todo auspiciado por una dirección y por una institución Ifema, que veían cómo las cosas se les iba de la mano por no poner excesivo orden y dejarse llevar por los todopoderosos santones de un comercio artístico manejados y controlados por ellos mismos.

La Feria, debo decir, que a mí, en líneas generales, me ha parecido interesante, bien estructurada en los pabellones 10, 8 y 6 y con una mayor claridad de líneas y de espacios, mucho espacio Además la idea de separar los stands institucionales y los de asuntos tangentes a lo artístico -publicaciones, colecciones…- aunque a ellos no les haga demasiada gracia, está bien porque aclara mucho y despeja, lo que en otras ediciones había sido un maremágnum de cosas, algunas poco agraciadas.

ARCO, como todos los amantes del arte saben, es una feria comercial y un escaparate para enseñar y, sobre todo, dejarse ver. El romanticismo de otros tiempos hace mucho que lo perdimos en un acontecimiento que ha perdido mucho, desde hace mucho. Los que han presentado ofertas serias y con sentido han tenido un buen año; los que, en otras ocasiones, ofertaban coheterías imposibles, o han desaparecido o han acudido a una obra de mayor sensatez. Me gustaría, no obstante, contarles lo que de aquí más me ha interesado y que creo que define muy bien una Feria que, todavía, debe ser más consecuente con la realidad artística internacional si no quiere seguir estando en un escalón muy inferior a lo que ocurre, no sólo ya en la superestrella, ART BASEL, sino en otras de parecida trascendencia: Londres, Colonia, París, Chicago.

La presencia andaluza se reducía a la galería sevillana Rafael Ortiz, la granadina Sandunga y las malagueñas, JM y Alfredo Viñas. Rafael Ortiz nos presentaba a Manolo Bautista, Natividad Bermejo, Miki Leal, Daniel Verbis, José Miguel Periñíguez, así como obras de los siempre interesantes Equipo 57, Carmen Calvo y José María Iturralde. Alfredo Viñas nos situaba en la esperada e inquietante fotografía del jerezano Juan del Junco, así como la también obra fotográfica de Rafael Agredano y la colorista pintura de Javier Martín. Mucho más avanzado se situaba lo presentado por Javier Marín de JM, con un transgresor y, ya demasiado repetido, Matías Sánchez. Por último la presencia, creo que este año, lo mejor de lo andaluz en la Feria, de Sandunga. Emilio Almagro ofrecía un stand lleno de intensidad creativa, con unos magníficos Jesús Zurita, así como la obra interesante de Carlos Aires, con discos de vinilo y un rescatado Chico López, en quien siempre hemos confiado.

Ha sido un fin de semana intenso, unos días rodeados de arte en un Madrid que, además contaba con muchas más cosas que no hemos podido ver porque uno no da para tanto en dos días.

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