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Mark Wahlberg, productor de 'Contraband'

  • El actor, interesado en los Goya, asume la falta de ideas de Hollywood

Mark Wahlberg, protagonista y productor de Contraband, un remake de la cinta islandesa Reikiavik-Rotterdam, candidata a los Oscar en 2010, reconoce que la falta de ideas en Hollywood lleva a los productores a buscarlas fuera y, por eso, al venir a España, preguntó por los Premios Goya.

"Es verdad que las ideas son limitadas y que la gente de Hollywood busca formas nuevas de contar; en ese sentido -explicó Wahlberg, de visita promocional en Madrid-, los directores europeos las tienen, y también otro estilo, un espíritu más independiente".

Añadió que como productor busca ideas permanentemente y "trata de encontrar talentos capaces de trabajar en Estados Unidos", citó en concreto a los españoles premios Goya, por si pudiera comprar los derechos de alguna película o conocer a algún director.

Wahlberg, de 40 años, recordado por películas tan dispares como Boggie Nights, El luchador o The italian job, dijo ser un hombre afortunado, con una carrera forjada "por accidente" y con la suerte de cara, capaz de atacar con entusiasmo cualquier papel menos los musicales: "No me gustan nada".

En Contraband, que dirige Baltasar Kormákur, Wahlberg es Chris Farraday, un ex contrabandista que ha dejado atrás su vida delictiva y vive feliz con su mujer (Kate Beckinsale) y sus hijos, cuando se ve obligado a retomar su antigua actividad para salvar a su joven cuñado, amenazado de muerte tras perder un envío de cocaína.

Con la ayuda de su mejor amigo (Ben Foster), Chris prepara un golpe para conseguir dinero mediante el contrabando de billetes falsos que debe conseguir en Panamá.

A partir del momento en el que embarcan en el carguero donde realizarán la operación, la película se vuelve trepidante y angustiosa, sobre todo por las tomas movidas y los enfoques "desenfocados" del director sobre las caras de los protagonistas.

Como todo buen thriller, en Contraband, que se estrena en España el próximo 16 de marzo, las cosas no salen como estaba previsto. La película, explica Wahlberg, aporta personalidad made in USA a la cinta islandesa que escribió y dirigió Oskar Jonasson en 2008, donde el también actor -hoy director de la versión americana- Baltasar Kormákur desempeñaba el papel de Wahlberg.

Mark Wahlberg tiene una vida curiosa. Es el menor de nueve hermanos, alguno de ellos, como Donnie, famoso por su grupo de música de los 80 New Kids on the Block, o Arthur y Robert, que también son actores y se declara católico practicante. "Aspiro a ser mejor sirviente de Dios, buen padre y buen marido", apuntó.

Fue candidato al Oscar por Infiltrados y El luchador, y aunque es miembro de la Academia, reconoce que le gusta más ver la gala en su casa y en pijama, "como a todo el mundo".

Tras el revuelo que se montó en las redes sociales la noche de los Oscar con su comentario de que un amigo suyo, de Price WaterHouse, le había soplado quiénes eran los ganadores, aseguró que "todo fue una broma", y, aún sonriente, dice que sus falsas predicciones "estuvieron muy cerca".

Afirmó que hizo alguna película de guión horrible porque "le venía bien" trabajar con el director, y le hubiera gustado que "no les metieran tanta prisa" cuando hizo el remakeEl planeta de los simios de Tim Burton, cuyo resultado no fue el esperado, y que es productor "gracias" a que es actor y "quiere más".

Así, disfruta con la producción televisiva -es responsable de títulos como Boardwalk Empire o El séquito, que le valió un británico BAFTA-, donde puede no estar "tan presente", y opina que el empuje de las series "anima" a muchos directivos a hacer cosas cada vez de mejor calidad.

Whalberg acaba de terminar una comedia de guión irreverente, Ted, donde mantiene unos diálogos imposibles con un oso de peluche, un juguete viviente con el que comparte piso, juergas y "otras cosas" que, como reconoció el actor, padre de cuatro hijos, no casan mucho con su imagen de "buen chico americano".

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