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Un Mehta esplendoroso

  • El director indio abre al frente de la Orquesta de la Comunitat Valenciana el certamen, que contó con la presencia de la reina Sofía en una noche memorable

El Palacio de Carlos V sucumbió anoche redondo ante el poderío del director Zubin Mehta, que no había vuelto a pisar ese escenario desde hacía 43 años, y que hizo que el público vibrara en sus asientos con la interpretación de la Sinfonía número 3 en Re menor a cargo de la Orquesta de la Comunitat Valenciana para inaugurar la sexagésima edición del Festival Internacional de Música y Danza de Granada. Mehta se mostró esplendoroso y entusiasmó al público, que agradeció un año más la presencia en el certamen de la reina doña Sofía. Fue una noche de magia.

La llegada de Su Majestad, una verdadera apasionada por la música, causó auténtica expectación entre el público que aguardaba en el Palacio de Carlos V y que aplaudió su llegada. Llegó acompañada por la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, y el alcalde de Granada, José Torres Hurtado. Y es que Doña Sofía es una apasionada de la forma de dirigir de Zubin Mehta. El propio compositor recordaba hace dos días aquel concierto que ofreció en el Palacio de Carlos V en 1968 y al que asistieron la entonces princesa Sofía y la embajadora de la India en Madrid. Después de la actuación, los tres se fueron a Sacromonte. Mehta recordaba también cómo, en cierta ocasión, la reina regresó de un viaje desde la India y se fue directamente desde el aeropuerto a la sala de conciertos para asistir expresamente a otra actuación suya.

La inauguración de ayer volvió a recordar los tiempos en que el festival era uno de los dos únicos que se celebraban en España y, por ello, se convertía en un hervidero de personalidades que acudían desde cualquier punto del país. El director del certamen, Enrique Gámez, ha conseguido devolverle aquel viejo esplendor con la presencia en Granada de grandes nombres de la música internacional y atrevidas en interesantes propuestas musicales. El arranque, anoche, augura un festival que va a tener bastante éxito entre el público y la crítica.

Con los refuerzos del Cor de la Generalitat Valenciana (dirigido por Francesc Perales) y del Coro de la Presentación de Granada (dirigido por Elena Peinado), la Orquesta de la Comunitat Valenciana, que lleva casi seis años trabajando con Zubin Mehta, demostró haberse transformado en una de las mejores orquestas del país. El director indio ha hecho un trabajo ingente con la formación, a la que ha entregado toda su experiencia, sabiduría y, en algunos casos, magia.

Zubin Mehta reconoció la víspera del concierto que la Tercera de Mahler es su sinfonía favorita por todo lo que tiene de amor a la naturaleza, a la fuerza de la vida. Mehta, que ya de por sí es un mahleriano declarado, hizo con la partitura auténticas maravillas en el Carlos V, dominó con absoluta destreza los paisajes más complejos y ofreció una lectura clara y nítida de la obra, escrita por Mahler en 1896 y que fue rechazada en su momento por muchos directores hasta que Bruno Walter la tuvo entre sus manos.

Dividida en seis movimientos, la obra festeja los paisajes austríacos que tanto amaba Mahler durante los veranos. Todo en la obra es épico, grandioso, con ciertas dosis festivas, pero también, a veces, con amargos pasajes interiores que reflejan la verdadera personalidad de Mahler.

Se trata de una obra en la que tienen absoluta preponderancia los metales, desde el arranque imponente de las trompas, hasta los solos de trombón, aunque la voz, tanto en forma de coro como en la garganta de la mezzosoprano solista Christianne Stotijn es tal vez la verdadera protagonista. Zubin Mehta supo lidiar a la perfección con todas las secciones musicales de la orquesta y darle a cada una su momento de gloria.

Las partes cantadas por Stotijn, acompañada por los dos coros, son de una belleza extrema. Cuando Mahler decidía tocar directamente el corazón de los espectadores era absolutamente único. De hecho es, con Shostakovich, uno de los grandes sinfonistas del siglo XX. Con él la sinfonía adquirió una nueva dimensión y abrió la puerta a territorios desconocidos que harían posible la llegada de Arnold Schönberg.

Zubin Mehta pareció entender ese mensaje mahleriano a la perfección. En la sinfonía, Mahler trata muchos asuntos, desde las flores a los ángeles pasando por uno de los poemas de Friedrich Nietzsche en Así hablaba Zarathustra, libroq ue siempre entusiasmó a Mahler y que expresaba para el compositor casi sus propios puntos de vista palabra por palabra. Es curiosa la capacidad de Nietzsche, hombre musical por excelencia, en atraer a los grandes nombres de la música, desde Richard Wagner, con quien rompió relaciones al comprobar su antisemitismo, hasta Richard Strauss, que le dedicó uno de los mejores poemas sinfónicos que se han compuesto jamás en Así hablaba Zarathustra, obra que hoy está en la mente de todos relacionada con lo cósmico gracias a la película 2001: Una odisea espacial, de Stanley Kubrick. Y por supuesto, Mahler, que toma el poema nietzscheano, lo transforma en música y lo embellece hasta cosas verdaderamente increíbles de majestuosidad y armonía. Lástima que Nietzsche jamás pudiera escuchar ni la sinfonía de Mahler ni el Así hablaba Zarathustra, de Richard Strauss, dos obras que se crearon en vida del autor, aunque la capacidad mental de éste ya estaba absolutamente deteriorada a finales de la década de los años noventa del siglo XIX.

Mahler vivo. Mahler en estado de gracia. Un Mahler que compuso la Sinfonía número 3 en Re menor en su estudio mínimo, casi monacal, de Steinbach, en donde se refugiaba todos los veranos. El paisaje allí es contundente, soberbio, y el músico quiso inspirarse en él y describirlo. Comentaba Mehta que en cierta ocasión acudió a visitarlo el director de orquesta Bruno Walter. Mahler fue a recibirlo a la estación del pueblo austríaco. Cuando Walter vio el paisaje y las montañas, le dijo a Mahler era uno de los lugares más hermosos que había visto nunca. El compositor le replicó: "No te preocupes, ese paisaje está en mi música". Y se refería a su Tercera sinfonía. Walter aceptó inmediatamente la propuesta de dirigir la obra. Hoy está considerada una de las mejores creaciones del compositor.

Zubin Mehta y la Orquesta de la Comunitat Valenciana se encargaron de demostrarlo con un final auténticamente emocionante que podría llevar a algunos al borde de as lágrimas, y público supo agradecerlo con un monumental estallido de aplausos y 'bravos'. Mehta es muy necesario hoy en el mundo de la música. Habrá que desear que no tengan que pasar otros 40 años para contar con su presencia en un festival como el de Granada.

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