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Mickey Rooney: 88 años ante las cámaras

  • Fallece a los 93 años este animal escénico que entre 1939 y 1941 fue el actor más taquillero de Hollywood

La muerte de Mickey Rooney a los 93 años ha sorprendido porque muchos le creían muerto, pese a que hasta su último día ha estado ante las cámaras. Llevaba tanto tiempo actuando que parecía imposible que viviera aún el actor que se hizo popular en los Estados Unidos como Mickey McGuire en una serie de 78 cortos mudos y sonoros rodados entre 1927 y 1934, el jovencito que se fue haciendo famoso interpretando papeles secundarios en El pequeño Lord en 1936, Capitanes intrépidos en 1937 o Forja de hombres en 1938; y el que por fin se convirtió en una estrella mundial como al hijo del juez Harvey en la serie de películas en las que los espectadores lo vieron crecer en la pantalla entre 1937 y 1946; sobre todo como el compañero de Judy Garland en las comedias musicales que protagonizaron entre 1939 y 1943. Probablemente su carrera profesional sea, junto a la de Lilian Gish, una de las más largas de Hollywood. La Gish rodó su primera película en 1912 y la última en 1987. Rooney debutó en el cine en 1926 y este año tenía previsto intervenir en tres películas.

Este animal escénico y cinematográfico nacido en 1920 era hijo de actores de vodevil que, desde que tenía año y medio, lo incorporaron a sus espectáculos. Tras el divorcio de sus padres su madre y él se establecieron en Los Ángeles. Allí ésta logró que el productor Hal Roach lo escogiera como uno de los intérpretes de la serie Our Gang, pero en pésimas condiciones: cobraba cinco dólares al día, cuatro veces menos que los otros niños. Su suerte llegó de la mano del modesto productor Larry Darmour -uno de los que conformaban el universo de las llamadas Poverty Row, las pequeñas productoras independientes que se repartían las migajas de los grandes estudios- cuando lo contrató para interpretar un personaje tan identificado con él que se convirtió en su primer nombre artístico y hasta en su nombre real tras una serie de avatares. Es el Mickey McGuire creado por el dibujante Fontaine Fox para su popular serie de viñetas Toonerville Trolley. Con este personaje comenzó la carrera de Rooney. No sin aventuras porque el productor y el dibujante se pelearon por cuestión de derechos y la previsora madre cambió legalmente el nombre de su hijo por el de Mickey McGuire para ponerse a salvo de los pleitos. El personaje también estuvo envuelto en otra polémica: Rooney sostenía que Disney rebautizó a su ratón Mortimer como Mickey inspirándose en él. Disney siempre lo negó.

En 1934 firmó un contrato con MGM. Su madre le había vuelto a cambiar el apellido por Rooney, conservando el nombre de Mickey. La Metro lo destinó a una película de serie B que retrataba la vida de la familia del juez Harvey. La película, en gran medida gracias a la interpretación de un Rooney que ya perfilaba su personaje que fundía la vitalidad y travesuras de un chico con las artimañas y el carácter gruñón de un viejo, se convirtió en un éxito sorpresa y tuvo 13 secuelas. Rooney fue conocido en todo el mundo como Andrew Harvey. Mientras triunfaba con este personaje y otras grandes películas junto a las mayores estrellas de la Metro -Barrymore, Gable, Tracy- interpretó en 1937 su primer título con Judy Garland. Nació una estrecha amistad tras las cámaras y una química única ante ellas.

Rooney y Garland se convirtieron en los reyes de la comedia musical Metro, justo cuando el estudio, tras El mago de Oz, lograba superar a la RKO y a Warner en este género. Con Arthur Freed, Busby Berkeley, Vincente Minnelli, Stanley Donen, Fred Astaire o Gene Kelly, MGM reinó dos décadas en el musical, con Judy Garland y Mickey Rooney como su dúo más popular. Modernos, desprejuiciados, representantes de la emergencia de los jóvenes alocados de la era del swing, rodeados por las bandas más famosas -Artie Shaw y Benny Goodman-, Garland y Rooney fueron un fenómeno mundial. En 1939 Rooney recibió un Oscar especial, en 1940 fue portada de Time y entre 1939 y 1941 fue el actor más taquillero de Hollywood.

Mientras tanto, con su breve matrimonio con Ava Gardner -él tenía 21 años y ella 19- Rooney había iniciado su agitada vida personal, rica en divorcios (ocho), tragedias (una de sus esposas se suicidó junto a su amante), vaivenes (se arruinó varias veces) y broncas (tenía un legendario mal carácter).

Tras la Segunda Guerra Mundial su carrera empezó a declinar. Pero reaccionó con su característica energía, reinventándose cuantas veces fuera necesario como actor de teatro, televisión y cine. En los tres medios supo sobrevivir unas veces como estrella y otras como invitado o secundario de lujo. Desde los años 50 hasta hoy cada generación, a la vez que redescubría sus películas de los años 30 y 40 a través de la televisión o el vídeo, lo descubría en películas como Desayuno con diamantes, El mundo está loco, loco, loco o El corcel negro; en docenas de programas televisivos como su Mickey Rooney Show, dirigido por Blake Edwards entre 1954 y 1955, o Bill, que le valió un Emmy y un Globo de Oro en 1982; y en los escenarios sobre los que logró éxitos como Golfus de Roma en 1965, La extraña pareja en 1967 o Sugar Babies, que estuvo en cartel en Broadway entre 1979 y 1988.

Lo que no obsta para que Rooney sea para siempre Andrew Harvey, el grumete Dan de Capitanes intrépidos, el joven Edison, el White Marsh de Forja de hombres y La ciudad de los muchachos o el joven que tantas extraordinarias canciones de George Gershwin cantó junto a Judy Garland.

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