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Mitología de 'high school'

Aventuras-fantasía, EEUU, 2010, 119 min. Dirección: Chris Columbus. Guión: Craug Titley. Intérpretes: Logan Lerman, Brandon T. Jackson, Alexandra Daddario, Sean Bean, Pierce Brosnan, Uma Thurman. Cines: Cinema 2000, Kinépolis, Multicines Centro, ArteSiete Alhsur.

Lo adolescente causa furor. No hay más que ver los resultados de taquilla de High School Musical, Crepúsculo o el aterrizaje súbito de este Percy Jackson y el ladrón del rayo, calculado refrito de fantasías librescas, mitología de andar por casa y aventuras virtuales protagonizado por un chaval calcadito al de en medio de los Jonas Brothers.

Entregado al espectáculo infantil palomitero desde los días de Sólo en casa, el desahogado Chris Columbus dirige con el piloto automático esta primera aventura (se anuncian más, y en 3D) del mismísimo hijo del dios Poseidón, premisa que se extiende por un mundo escindido entre la banal superficie realista y una pasarela olímpica por la que desfilan dioses, semidioses y figuras mitológicas como Zeus, Atenea, Hades, Perseo, Cronos, Caronte, Afrodita, el Minotauro o un sátiro afroamericano con patas de cabra.

En la estela de Harry Potter o Las Crónicas de Narnia, aunque con un toque de humor que busca distanciarse un poco de la seriedad trascendental de aquéllas, Percy Jackson se aligera de mensajes religiosos, filosóficos o ecológicos para apostar por el entretenimiento y la acción a golpe de espectacularidad digital y con una leve pretensión didáctica que intenta explicar la mitología clásica a todos los adolescentes surgidos de la era Tuenti.

Entre los logros de la cinta, que adapta la primera de las novelas de Rick Riordan, apuntémosle el hallazgo o el chiste privado de haber situado en el anverso de Las Vegas, Hollywood o el Empire State Building de Nueva York las mismísimas puertas del infierno, el inframundo y el Olimpo. También la creación de la Medusa a la que pone cabeza Uma Thurman, única estrella adulta de la función (por aquí aparecen también Pierce Brosnan, Sean Bean, Catherine Keener, Steve Coogan o Rosario Dawson) que no parece estar riéndose de sí misma en cada plano, lo cual dice mucho a su favor.

En el debe, más allá de su simpleza de parvulario de colegio de pago, anótese esa peligrosa tendencia a que todo parezca ya la parodia que muy pronto perpetrarán los Zucker, Wayans y compañía.

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