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Neuman defiende ahondar en el contenido de la literatura y no en los soportes que usa

  • El escritor cree que habría que "ponerse en huelga" sobre el tema de si el futuro está en el papel o lo digital

El escritor argentino afincado en Granada Andrés Neuman defiende que habría que "ponerse en huelga" a la hora de hablar del soporte de la literatura, para ahondar en el contenido, más que en si el futuro está en el papel o en lo digital. Así lo expresó ayer a su paso por Mérida, donde esta semana ha compartido sus textos con estudiantes del instituto Santa Eulalia.

A su juicio, es un error plantear el debate en términos de dicotomía, ya que "se fallaría en el pronóstico". "Es una ingenuidad pensar que va a desaparecer el papel, el ser humano es capaz de sacralizar cualquier objeto, desde el Santo Grial hasta un Ipad", aunque es "evidente" que el libro digital tendrá un "gran avance" en este siglo, apuntó.

El escritor hispano-argentino afincado en Granada que publicó su primera novela, Bariloche, con 22 años y recibió en 2010 el Premio de la Crítica por su novela El viajero del siglo, adviritó de que a menudo falta perspectiva histórica.

"Ahora nos resulta romántica la máquina de escribir, pero en su momento fue para muchos el fin del romanticismo", recordó, para añadir que tal vez "lo mismo esté sucediendo con soportes que ahora están naciendo y que dentro de cincuenta años estarán obsoletos".

Para este polifacético escritor, que ha impartido clases de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Granada y se ha ganado al público y crítica haciendo suyos géneros como la novela, la poesía, el cuento, el ensayo y el artículo, internet es una "maravillosa manera de detectar libros impresos en otras librerías del mundo".

En este sentido, Neuman, que ha publicado los libros de cuentos El que espera, El último minuto y Alumbramiento, aboga por "lo esencial" a la hora adaptarse a los nuevos tiempos sin romper con la tradición del papel.

Sobre la propia literatura, que en su caso ha adoptado como "medio de vida y modo de supervivencia" para afrontar los miedos infantiles, reflexiona que solo se puede llegar con cualidades infantiles como la capacidad de asombro y la imaginación. Aún así, no propugna con ello una evasión de la realidad, sino una complementación de la misma mediante la ficción, "se trata de explicar, entender y aceptar temas como la muerte" que, según expresó, están muy poco aceptados en la sociedad, a pesar de que "se nos presenta diariamente en los telediarios".

Para vencer a la muerte, Neuman postula la "brevedad infinita" del haiku y el aforismo, porque "cuando todo se juega en diez palabras, cada una de ellas tiene una enorme importancia en la lectura, por eso lo breve se lee quizás más lentamente". Matizó que el impacto de las palabras en modalidades de composición como estas puede perdurar más en el lector, y ha expresado que es una "maravilla" que un género del siglo XIX como el haiku dialogue con la lógica contemporánea y tenga más sentido en el siglo XXI, donde la imagen tiene un enorme poder.

Para Neuman, que considera que "una capilla es menos profana que una biblioteca", el escritor ha de tener la misma responsabilidad social que un panadero, un taxista, un sastre, un periodista o un arquitecto, ya que, ha dicho, "aquí debemos funcionar todos".

Además, "el escritor no tiene ninguna verdad que revelar al lector, no debemos delegar en líderes o guías espirituales", y puso sobre la mesa que él solo tiene ganas de conversar y sus textos son un buen instrumento para ello.

"En ellos reside el misterio, el secreto del cuento está en saber guardarlo y el de la poesía en fabricarlo", afirmó.

Tampoco lleva a cabo liturgias en el acto y proceso de escritura, ya que de ser así escribiría "apenas dos semanas al año", y en este sentido confesó que ha ido perdiendo manías y ha sabido despojarse de lo superfluo como la copa de brandy, la música clásica, el cigarrillo en la ventana o el silencio a la hora de escribir para instalarse en la acción y saber adaptarse a cualquier circunstancia.

"La literatura es como un bicho que está en la mente, no se trata de pedirle al hábitat que sea como yo quiero, sino rogarle que se adapte a esto también", aunque reconoció igualmente que a veces son los propios fantasmas de la mente los que derrotan, pero "esto es parte del proceso de escritura".

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