Crítica de Cine

Palos y astillas

El debut en el largometraje de Clara Martínez-Lázaro, hija de Emilio Martínez-Lázaro, a la sazón productor ejecutivo de la cinta, suscita todos los reparos imaginables hacia esa comedia española incapaz de desembarazarse de los tópicos, estereotipos y clichés de los treintañeros de clase media urbana, de ciertas situaciones recurrentes a propósito de sus deseos de pareja, maternidad, amistad o emancipación y, muy especialmente, de ese aspecto de indudable sesgo televisivo que redunda en pobres soluciones de puesta en escena, rutinarias maneras narrativas e interpretaciones muy pasadas de rosca.

Actualizando el perfil de la chica-de-hoy-en-día, forzando la caricatura de los personajes secundarios (amigas, enemigas, jefes, amantes, pretendientes...) y rindiendo cuentas con el modelo de referencia (ahí están Verónica Forqué y Antonio Resines para recordarnos la filiación), Hacerse mayor y otros problemas busca complicidades en el reconocimiento generacional de los peajes o dudas más elementales de la vida adulta en busca de una celebración tibia del repliegue a las convenciones como destino de felicidad forzada, y de paso deja escapar los escasos atisbos de verdadera comedia que se apuntan en el exceso de algunos personajes.

Más interés tiene para este crítico otra circunstancia que define muy bien la imposibilidad de conciliar caminos en nuestro cine. Y es que en la observación de Vito Sanz o Francesco Carril tan fuera de su hábitat, sus perfiles y sus tonos naturales (aquellos que vimos en el cine de Jonás Trueba), se confirma una vez más que el cine industrial aplasta y reduce hasta lo insignificante cualquier elemento extraño que quiera incorporar a sus modelos.

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