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Pensamiento en espiral

"Nunca pienso en línea recta" canta Antonio Arias en una de las canciones de Larga duración, el flamante nuevo trabajo de Lagartija Nick que se presentó la noche del viernes en una sala El Tren llena para la ocasión. Y ciertamente, la línea recta es el camino más corto entre dos puntos, pero seguramente no el más fructífero; ni el más reconfortante. En eso el bueno de Antonio tiene toda la razón. Su pensamiento, como la misma trayectoria del grupo, siempre ha huido deliberadamente de la línea recta, más atraído por los caminos sinuosos, las espirales, los cambios bruscos y hasta algún que otro volantazo que no siempre ha sido bien comprendido ni favorable para la propia carrera de la banda.

De nueva y prometedora sensación pasaron a ser la gran esperanza blanca de la música alternativa de la mano de Sony. Luego llegó la aventura de Omega, con su grandiosidad y sus miserias ocultas. Y de ahí al más oscuro de los subsuelos, a las incursiones suicidas en aventuras de riesgo en las que nadie quiere poner ni un duro, formaciones inestables, generosos homenajes de ida y vuelta que no ayudan a pagar el alquiler y vuelta al rock de confrontación, al ruido y a la furia. En la larga travesía no siempre se ha acertado, pero sí se ha apostado por un sendero y nunca se han mostrado reservones ni a la espera de que la coyuntura se mostrara propicia. Y es de justicia reconocer esa valentía en un grupo en búsqueda perpetua de voz e identidad propia.

Para presentar el último capítulo hasta la fecha de esta apasionante singladura se eligió un día de mayo, la sala El Tren y un grupo telonero que hace apenas dos semanas dejó con la boca abierta a los asistentes al II Loop Festival. Los madrileños Nudozurdo volvieron a demostrar que poseen un directo demoledor, letras inteligentes e inquietantes, una voz personal y unas claras referencias que sin embargo no les impiden desplegar una propuesta original. Entre ellas habría que mencionar a Lagartija Nick y en ese sentido, la elección fue más que acertada. Con la contundencia de canciones como Negativo, El hijo de Dios o Ha sido divertido es de imaginar que otros cuantos descubridores de su pegada se hayan sumado al creciente número de seguidores que van a ir teniendo en adelante.

Tras ellos, Lagartija tomó el escenario y fue alternando los nuevos temas con sus ineludibles clásicos. Unos y otros fueron recibidos con desigual motivación. Es verdad que se mostraron más seguros con los segundos que con los primeros. Algunos mantienen que su puesta en marcha ha sido algo apresurada. No importa. Se enmarcan en la línea sinuosa de recuperación del camino del rock emprendida por la banda y con el rodaje adquirirán el empaque que necesitan.

En Granada formaron parte de un concierto triunfal, que al final hizo olvidar incluso el hecho de que Antonio Arias, seguramente el más fino bajista de la ciudad, ha renunciado al instrumento para colgarse una guitarra. Y aún así funciona. No estará tan equivocado.

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