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'Pequeñas arañas negras', una ficción real

  • La directora belga Patrice Toye se presenta en el Festival de Valladolid

El tabú de los niños robados por religiosas en los años 60, 70 y 90 en Bélgica, al igual que sucediera en otros tantos países, sale a la luz a través de la ficción basada en hechos reales de la mano de la producción Pequeñas Arañas Negras, proyectada este lunes en la Sección Oficial de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), en la que compite a concurso.

Patrice Toye ha puesto cara, voz y sentimientos a las experiencias vividas por muchas jóvenes que, desde la década de los 60 y hasta mediados de los 80, fueron recluidas, lejos de la vista del resto del mundo, en hospitales y centros religiosos donde llevaban su embarazo para, tras el parto, quedarse con los bebés.

La directora reconoció que el tema permite hacer un gran documental ya que, al contrario de lo que sucedía en el pasado, aquellas jóvenes, hoy adultas, quieren dar la cara y contar su historia.

Para ello tendrían que remontarse a la adolescencia, cuando fueron internadas en el ático de un gran centro en medio del bosque, aisladas totalmente del mundo, para pasar su embarazo y, en caso de haber firmado un consentimiento sin leerlo, dar a su hijo en adopción a través de una operación de venta que realizaba una monja.

"Necesitaba hacerlo ficción, dar mi propia visión", reconoce la directora, dado que este género le permitía contar una historia de vulnerabilidad, de sufrimiento pero también de valores positivos como la amistad, todo ello bailado, representado y disfrutado con la música de John Parish, ya habitual en las películas de la directora, cuyo aire incluso punk contrastaba con la delicadeza de las jóvenes protagonistas.

La película, que en tres semanas y media ha sido vista por 50.000 personas, hace ahora su gira por los festivales, citas en las que Toye está pudiendo comprobar que la historia de Bélgica no es aislada: en Montreal le hablaron de hechos similares ocurridos en conventos.

Los casos, que llevaron a que una joven conocida de la directora se tirara desde la torre de una iglesia por el miedo que le daba reconocer que estaba embarazada, están ahora en manos de la justicia, como también ocurre en España, y existen muchos sitios web que trabajan para que madres localicen a sus hijos y viceversa.

Patrice Toye, que ha trabajado con una decena de jóvenes no conocidas en el mundo del cine para sacar adelante su nuevo proyecto cinematográfico, se muestra encantada con la experiencia y reconoce que, al final, se hicieron todas muy amigas.

De los adolescentes, presentes en otras de sus películas, destaca su inocencia y felicidad un día y su intensa preocupación al siguiente y, en el caso de las que le han acompañado en esta aventura, afirma que muchas de ellas no conocían cómo eran las cosas tan sólo 20 o 30 años atrás.

La legalización del aborto, a su juicio, no hubiera hecho desaparecer estos dramas ya que el catolicismo imperante en la Bélgica de aquel tiempo hubiera impedido que se acudiera a él en favor de las adopciones, que no eran finalmente tal sino que consistían en una venta que a la hermana responsable en aquel país la hizo ganar mucho dinero.

En Pequeñas Arañas Negras, cuyo final y personajes no son reales, las protagonistas son unas jóvenes menores de edad que, recluidas en un centro del que sólo salen para disfrutar de la naturaleza y trabajar en un taller de costura, viven los meses de embarazo antes de dejar a sus hijos en manos de la hermana Simone, quien a sus espaldas los vende.

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