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Pequeñas grandes creaciones

  • Los alumnos de tres y cuatro años del colegio Luna han utilizado productos naturales para hacer arte

Que la cultura no es rentable ni prioritaria, que se trata de un producto social relegada a segundo plano cuando los vaivenes de la economía se hacen visibles o que no disfruta de prestigio por parte de las nuevas generaciones, es un argumento que podemos oír a media voz por las calles. Sin embargo, la realidad demuestra opiniones muy contrarias. Si bien parece que el arte plástico actual se ha despojado de sus raíces para pasar a denominar "arte"a "cualquier cosa", después de que el nacimiento de la fotografía lo "desposeyera" de su función de representación social, ha ocasionado que, en muchas ocasiones, las escuelas no consideren su importancia en la educación de los más pequeños.

Con estos antecedentes, los niños de tres y cuatro años de la clase del Barco, alumnos del Colegio Municipal Luna, han desmentido categóricamente esta consideración. Ayudados por sus profesoras, María y Virginia, han participado durante el pasado curso en un Taller de Arte en el que han aprendido a crear a partir del contacto con materiales naturales y cotidianos tales como la cebolla, la miel, el tomate, la sal, el pimiento seco triturado y las flores y telas. Rodillos en mano, un poco de pintura, purpurina, pinceles y mucha imaginación se han dispuesto a dar rienda suelta a su creatividad, descubriendo "nuevos retos" que han hecho frente de una forma inesperada para sus familiares y docentes. Así lo demuestran en su segunda exposición Dando Voz a las Emociones, presente en la sala El Aljibe, en pleno paraje albaicinero.

"Los niños están muy sensibilizados con el arte y la pintura, todo lo que ven es arte, si pelamos mandarinas piensan que sus cáscaras pueden servir para pintar, que con todo se puede crear, que todo es válido". La muestra, pionera en la ciudad, descubre pinturas con títulos tan primarios como sus ingredientes: Amarillo y azul, Una Tierra, Cielo azul y Tierra, Círculo o Fuego, han sido los nombres elegidos por los pintores de estas pequeñas obras de arte. Su profesora María Ruiz reconoce que la iniciativa ha podido "salir a la calle" gracias a la predisposición de los padres. "Cuando pasábamos a recoger a nuestros hijos veíamos cómo las paredes del pasillo parecían auténticas galerías de arte, pensamos que no podían quedarse ahí", explica Cándida Castro, una de las madres.

Con espectaculares vistas a la Alhambra; una cerrada vegetación compuesta de viejos árboles enraizados; fuentes árabes, cuyo ápice de agua todavía pretende refrescar el ambiente estival, el Carmen de la Victoria se convierte en el centro de juego de estos niños que llevaban casi un mes sin verse y esta ocasión ha permitido reencontrarse antes de lo esperado.

María Ruiz reconoce que la idea surgió a partir del aprovechamiento de los materiales que los niños utilizan desde los primeros años. La iniciativa no quedará aquí. María admite que continuarán por este camino, en función de los materiales y posibilidades e introduciendo nuevas técnicas. En un futuro próximo Aimar, Bruno, Carmen, Dante, Guillermo, Irene, Iván, Javier, Jorge, Julia, Laura, Manuel, Marco, Mariana, Marina, Miguel Ángel, Paula y Rodrigo surcarán muy distintos mares, aunque estos pequeños lo afrontarán sabiendo que, con una miscelánea de imaginación, expresión y sentimientos, crearán el futuro.

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