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Perianes vuelve a triunfar

Programa: Antonín Dvorak, Obertura Carnaval op. 92; Robert Schumann, Concierto para piano en La menor op. 534; Nikolái Rimski-Kórsakov, Sheherezade, op. 35. Orchestre National du Capitole de Toulouse Solista: Javier Perianes (piano). Director: Tugan Sokhiev. Lugar: Palacio de Carlos V. Fecha: 06 de julio de 2012..

La Orquesta Nacional del Capitolio de Toulouse visita el Festival de Granada con un doble programa, en el que predominan los autores de nacionalidad rusa. Está dirigida por Tugan Sokhiev, uno de los directores más solicitados del panorama actual y titular de esta orquesta desde que tomara el relevo de Michel Plasson. En su primera noche, Sokhiev quiso hacer una concesión al romanticismo centroeuropeo y al nacionalismo bohemio, antes de aterrizar en el valor seguro que para él suponen los autores rusos.

El concierto se abrió con la Obertura Carnaval de Antonín Dvorak. Esta obertura conmemora la designación del compositor como doctor honoris causa, y forma parte de la trilogía Amor, vida y naturaleza, junto a Naturaleza y Otello. Gestada en la etapa final de su carrera compositiva, esta partitura es todo un torbellino festivo, siendo la más difundida de las oberturas compuestas por el músico checo. Una poderosa orquesta, rica en todas sus secciones, arrancó de forma espectacular esta obertura. El carácter optimista de la pieza sirvió como acicate para demostrar la poderosa dialéctica de este conjunto, uno de los más destacados en el panorama francés. Cabe destacar el empaste y delicadeza de las cuerdas graves en la parte central de la obertura.

Como segunda obra del programa pudimos escuchar el Concierto para piano en La menor op. 54 de Robert Schumann. Escrito en 1841, el concierto fue estrenado por la mujer del compositor, Clara Schumann, quien desde el momento del estreno reconoció en esta partitura una página destacada en la literatura pianística de la época, y sin duda un logro de su marido digno de pasar a la historia.

Para la interpretación de esta joya del piano subió al escenario Javier Perianes, que actuaba por primera actuación junto a Tugan Sokhiev. Perianes, a quien pudimos escucharle un magistral recital solista en el Patio de los Arrayanes dedicado a Chopin, Debussy y Falla, mostró en su interpretación del concierto de Schumann la versatilidad que le caracteriza. Desde los característicos acordes iniciales, y a través de tres colosales movimientos tocados prácticamente sin solución de continuidad, Perianes desplegó una fuerza interpretativa muy del espíritu de la partitura, a caballo entre el lirismo más sublime y un virtuosismo vigoroso salidos de la mente prodigiosa de un genio del instrumento como fue Schumann. La delicadeza con que el joven pianista onubense acaricia las teclas en los pasajes más melódicos contrasta con el fuego interno con el que ataca las progresiones armónicas a dos manos, frecuentes en esta partitura, siempre dentro de una pulsación perfectamente calibrada y una musicalidad viva y sincera. El trabajo de Tugan Sokhiev a la batuta estuvo compensado en todo momento con la parte solista, evidenciando un buen entendimiento entre solista y director que le valió a Perianes, por segunda vez en el Festival, un triunfo rotundo. El prolongado aplauso del público persuadió a Javier Perianes para ofrecer como bis una elocuente e inspirada versión de La muchacha de los cabellos de lino de Claude Debussy.

En la segunda parte se interpretó Sheherezade op. 35 de Nikolái Rimski-Kórsakov, quizás el poema sinfónico más famoso del autor ruso. La Orquesta del Capitolio de Toulouse, con Tugan Sokhiev al frente, perfiló una muy correcta versión de esta obra, llena de matices y juegos tímbricos. El amplio despliegue de sonoridades que ofrece la partitura fue bien aprovechado por el director, que en una bien definida dirección fue dando paso a las distintas secciones para su lucimiento. Rica fue la percusión, y oportuna la sección de vientos; pero sobre todo agradó el conjunto de cuerdas, entre las que hay que destacar la magistral intervención de la concertino al interpretar el canto de Sheherezade a lo largo de la obra, y particularmente en la escena de amor de los príncipes. El resultado fue una versión muy efectista que potenció al máximo las posibilidades del conjunto.

Ante el prolongado aplauso del público asistente Sokhiev volvió a coger la batuta para ofrecer, como propinas, el interludio de Carmen de Georges Bizet y Danza Eslava núm. 1 op. 46 de Antonín Dvorak.

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