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Poesía y verdad

  • 'De la renuncia', del granadino José Gutiérrez, ha sido traducida y editada en Francia y reeditada en España por el sello Polibea

José Gutiérrez. Polibea, Madrid, 2010.

Del comercio con los libros, del antiguo fervor por las palabras, de este vicio estéril de la literatura -sostiene José Gutiérrez en el poema inaugural de De la renuncia-, al final sólo quedan cenizas, un puñado de ceniza, ceniza y nostalgia, nada más... Publicado por la editorial Trieste en 1989, y recién reeditado por el sello Polibea, el poemario se sustenta en tres sólidos puntales: un contrastado amor por la poesía, el descubrimiento de que todo esfuerzo es vano y el ultimátum implícito en el título: tras vislumbrar el premio, un puñado de cenizas, el único camino digno quizás sea el de la retirada. Quienes conocemos a José Gutiérrez temimos un tiempo que la consigna de la renuncia fuera, en realidad, una solapada confesión de abandono. Hoy, tras regalarnos un nuevo poemario después de diecisiete años de apartamiento relativo, La tempestad serena (2006), estos temores caen por su propio peso; las certezas de aquel volumen, sin embargo, se mantienen firmes e incontestadas.

El caso de José Gutiérrez es llamativo. En apenas un lustro de frenesí creador -lo que llamó él "años de sarampión literario"-, el poeta entregó a la imprenta cuatro libros adscritos a un culturalismo asumido sin petulancia ni ostentación: Ofrenda en la memoria (1976), Espejo y laberinto (1978), El cerco de la luz (1978) y La armadura de sal (1980). De la renuncia, el quinto, se demoró como si le correspondiera al tiempo hacer de cortafuegos entre aquellos primeros títulos ("necesarios eslabones de un aprendizaje nunca culminado", confesó Gutiérrez) y esta nueva propuesta, de mayor calado y contundencia. Los versos más vibrantes de De la renuncia surgieron de la tensión existente entre las esperanzas puestas en el ejercicio de la poesía a lo largo de los años jóvenes (aquel "antiguo fervor por las palabras", "esa antigua pasión") y la parca recompensa última; una recompensa que no es tal, sino la "triste moneda" o la "vieja moneda ya en desuso" que tintinea en el magnífico poema de apertura y con la cual querríamos sobornar a una memoria poco dispuesta a venderse por tan poco.

En el extremo opuesto, en el poema que cierra y da título al libro, como un eco se escucha: "Con el tiempo muere la quimera". Una vez más, el tiempo es la trampa que el hombre tiende al hombre. De repente -pero esto cada cual tendrá que probarlo en sus carnes-, la juventud deja de pertenecernos (o quizás fuera mejor decir que, de repente, dejamos de pertenecerle). Tras el camino recorrido, se va instalando en nosotros un acusado cansancio: "los sueños se tornan negra sombra / bajo un cielo cerrado de tormenta". El camino es el que escogimos, no cabe duda, pero no es tan ancho ni feliz y quizás tampoco conduzca a donde pretendíamos. La frustración adquiere visos de revelación: la literatura era esto, "vano sueño vacío", "cenizas y nostalgia", nada más. Al tiempo del engaño, el ayer, le sigue indefectiblemente el del desengaño, el presente; el poeta observa el alba y la descubre "torpe y muy borracha". ¿Moraleja? Si hemos aprendido algo, no pongamos excesivas esperanzas en el mañana.

Hay, de todos modos, un pequeño margen para el gesto altanero: se trata de no claudicar y acogerse al "bien de la renuncia como único trofeo". En el poema Las aguas del olvido, el poeta adopta una actitud desafiante contra la nostalgia por aquellos felices días idos, aquellos preciosos bienes perdidos, en unos versos contundentes: "Que no insista la lluvia/ en su inútil afán/ por restituirme aquella imagen/ del amor". Son tentativas de sobreponerse al desánimo, impugnaciones de un ayer que parece resurgir únicamente para ensañarse con el día de hoy, gestos de resistencia ante el avance de la derrota. La verdad, sea como fuere, acaba imponiéndose; en un momento dado, en la vida dejan de servir las metáforas y la melancolía, esa pertinaz tristeza que no llega a desesperación, percute en estas páginas admirables. De la renuncia, una invitación a la lucidez que nace de la lucidez, posiblemente sea uno de los mejores poemarios aparecidos en nuestro país en el último cuarto del siglo XX.

Pere Gimferrer. Seix Barral, Barcelona, 2011.

Gioconda Belli. Seix Barral, Barcelona, 2011.

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