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El Prado duerme en el Sur

  • El museo de Málaga analiza los fondos depositados por la pinacoteca nacional desde los años treinta y apuesta ahora por dar salida a las piezas de menor valía

El Prado y el Museo de Málaga están estos días en la contienda política más por el poder de la marca que por su relevancia artística. Sea como fuere, el centenar de obras -114 cuadros y una escultura- que la pinacoteca nacional ha depositado en el museo malagueño desde los años 30 requiere, cuanto menos, de un análisis que recuerde su razón de ser. El Museo de Málaga lo ha hecho para este periódico para rescatar las joyas del depósito y las piezas que podrían salir con idea de reorganizar las colecciones. Un planteamiento que ya llevan a cabo otros museos -incluido el Prado- y que en el caso de Málaga podría dar salida a las de menor valía, correspondientes a los óleos de pintura antigua del XVI al XVIII, de los que "solo un 40%" posee interés. En el otro extremo estarían los fondos relacionados con el esplendor de la escuela malagueña de la segunda mitad del XIX. El museo apuesta aquí por recuperar algunas obras del gran paisajista Carlos de Haes, cuya presencia en el contexto nacional no se explicaría "sin considerar su entrada desde su Bélgica natal y sin la importancia comercial de la Málaga del XIX", apuntan desde el museo. En 2002-2003 el Prado levantó en España algunos de sus depósitos, entre los que estaban las dos obras de De Haes en la ciudad malagueña.

Dentro del centenar de obras depositadas figura un compacto grupo de obras anónimas "o de dudosa atribución -como tres Ribera- y escaso interés museológico y en ocasiones poca calidad plástica". En este apartado estarían La adoración de los Reyes Magos de Rubens, el San Francisco de Van Dyck o los Luca Giordano, "completamente alejados de la calidad Prado", señalan desde el museo. Con ellas conviven en Málaga otras obras "de indudable calidad e importancia", caso de la pareja de Dolorosa y Ecce Homo de Luis de Morales, procedentes de la colección real del Prado y expuestas en el Episcopal en la muestra A través de la mirada. En esta misma línea destacan los óleos San Bruno de Carducho, y San Francisco de Paula de Murillo, La adoración de los pastores de Antonio del Castillo y San Juan Evangelista en Patmos, en la actualidad en el Bellas Artes de Granada.

Las obras que llegaron al Museo de Málaga en el siglo XX responden en buena parte a los depósitos realizados en los años 30, aprovechando la presencia en Madrid como director general de Bellas Artes del malagueño Ricardo Orueta y Duarte. De esa etapa destaca la llegada de piezas "excepcionales" correspondientes a los grandes maestros de la escuela malagueña de la segunda mitad del XIX como ¡Y tenía corazón…! de Simonet y Lombardo, o su Flevit super illam, Premio Nacional de Bellas Artes de 1892, a los que se añaden La meta sudante (o Los gladiadores) de Moreno Carbonero; La última ola, de Eduardo Ocón y La destrucción de La Invencible, de José Gartner. El círculo malagueño pudo contextualizarse con grandes obras de otros maestros, como Una esclava en venta del sevillano José Jiménez Aranda y el Retrato de D. Ramón Piña Millar de Sorolla, entre otros.

El futuro del Museo de Málaga está por definir, pero los depósitos del Prado conforman ya una "indudable" pieza angular de un patrimonio dotado, subrayan, de "personalidad malagueña".

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