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Preclaros postulados artísticos

El nombre de Soledad Sevilla está asociado a lo mejor de la plástica española de las últimas décadas. Su amplio sentido de la modernidad, su concepción serena del elemento conceptual, su práctica productiva de la pintura y su especialísimo sentido en la estructuración del espacio, han hecho de la obra de la artista valenciana un auténtico referente y un ejemplo claro de cómo asumir el concepto de contemporaneidad sin caer en los espúreos planteamientos de una realidad que, en la mayoría de los casos, no pasa ni siquiera de la mera experimentación.

Soledad Sevilla, muy vinculada a Granada desde su fructífero y esclarecedor periodo como profesora en la entonces recién inaugurada Facultad de Bellas Artes, tenía que tener una exposición en esta zona que recogiera el "transcurso de una obra" a lo largo de una vida de gran artista.

La exposición muy bien estructurada en fondo y forma gracias a la comisaría de Carmen González Castro, nos conduce por los variadísimos postulados de una artista que no se ha detenido en una manifestación sino que ha sometido a la obra a muchos desarrollos con iguales buenos desenlaces. Nos encontramos con una pintura excelsa, testimonio de un contenido expresionismo donde se manifestaba un ejercicio plástico contundente y sin fisura, al tiempo que nos patrocinaba unos esquemas mínimos perfectamente sintonizados en fondo y forma. También la muestra nos plantea los máximos conceptuales de una artista que sabe generar posiciones, que mantiene vivos los criterios de otra nueva realidad creativa y que sabe sacarle las mejores y las más acertadas posibilidades.

Asistimos en Santa Fe a momentos vividos en otras comparecencias y que nos traen los efluvios de aquellos esquemas artísticos de una Soledad Sevilla, entonces, abriendo expectantes caminos. Asimismo la exposición nos sitúa en los espectaculares ejercicios escenográficos cuyas manipulaciones espaciales han generado el máximo rigor creativo, así como los positivos planteamientos de un arte en abierta expansión.

La obra de Soledad Sevilla sigue manteniendo su inconfundible carácter, mantiene vivos los registros de un arte nuevo, que sentimos como tal, pero que está acondicionado en fondo y forma por una seriedad y por un rigor muy al margen de tanto pusilánime ejercicio a como nos tienen acostumbrado memos advenedizos que se creen inventores de la nada.

Soledad Sevilla sigue estando de primerísima vigencia. Su trabajo ha marcado unos preclaros parámetros artísticos muy difíciles de superar. Además, su obra es personal e intransferible y no deja la menor indiferencia. Esta exposición nos pone en sintonía con la voz poderosa de una de nuestras más experimentadas y acertadas intérpretes. Su modernidad es auténtica y resulta totalmente convincente. Algo de lo que no todos pueden presumir.

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