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"Quitar el humo de los clubes de jazz es un error"

  • El pianista gaditano actúa esta noche en la Casa de la Cultura de Monachil acompañado de Mario Rossy y Marc Miralta

El protagonista del anuncio de Media Markt se retorcería de gusto esta noche. 7 euros para ver en directo al pianista gaditano Chano Domínguez es una ganga musical. El artista llega esta noche a la Casa de Cultura de Monachil en un concierto producido por la Oficina del Festival de Jazz de Granada.

-Los teatros y auditorios son el lugar para músicos como usted. Sin embargo, ¿no echa de menos locales en directo con humo y un güisquito delante?

-Creo que es un error quitar el humo de los clubes de jazz, no lo llego a entender. Hace años que no trabajo en clubes, pero en los noventa era lo habitual, y el humo era natural. Recuerdo cuando llegaba al hotel después de tocar en un club de estos y la ropa olía a cenicero. Esto ya no me ocurre. Echo de menos la libertad de tocar en un club y ser libre de tomarte una copa y un cigarrito.

-Precisamente, su encuentro con Marsalis fue en el Café Central. Podría haber sido rodado por Clint Eastwood por lo que tuvo de cinematográfico, con los dos improvisado en el escenario. ¿Existe una especie de fraternidad universal de músicos de jazz?

-El músico necesita ver que lo que hace interesa a otra gente en la que él mismo está interesado. Esto me ha pasado con Wynton Marsalis y algunos otros.

-¿Qué repertorio trae a Granada?

-Vengo en trío con un repertorio muy variado porque habrá un poco de toda mi carrera discográfica. Habrá repertorio original de estos discos y algunas cosas nuevas que estamos empezando a tocar. Pero también le digo que tenemos una forma de trabajar en la que variamos el repertorio en virtud de cómo nos encontremos nosotros y el público.

-Raro es ver un artista español en el programa central de los festivales de jazz del país.

-Bueno, creo que obedece a los criterios de los programadores. En este país hay grandes músicos como para incluirlos en todos y cada uno de los festivales que se organizan.

-¿Qué falla entonces?

-Todo esto viene obligado por un paquete que se vende a todos los festivales por el gran manager que controla a los grandes del jazz. Tienen montada esa mecánica de trabajo. Es un clan cerrado, una especie de mafia de un promotor con un agente artístico que lleva a esos artistas en exclusiva. El pez gordo se lleva el gato al agua.

-¿Existen también puristas en el jazz como en el flamenco?

-Pues a estas alturas del nuevo milenio no sabría qué decirle. En todas las músicas hay tendencias a ser más formales y más conservadores y tendencias a abrirse más. Es bueno que haya gente que te recuerde las bases de un estilo musical. Pero la música ha evolucionado descubriendo nuevas maneras de reinterpretar las cosas que se tocaban antes. Está bien que haya un contrapeso de ambas cosas.

-En músicos como usted siempre se espera un nuevo camino, una nueva clave. ¿En qué momento creativo se encuentra?

-Como siempre, en un momento de duda. Dudo de lo último que hago y lucho para encontrar una manera de expresarme al piano que me abra más horizontes. Por ese camino estoy haciendo un nuevo disco que es de piano flamenco, hecho con los músicos de mi grupo como Tomasito y El Piraña. Pero también intento reflejar toda la tradición del piano clásico español porque me apoyo en Albéniz o Falla para dar cuerpo al disco. Son versiones desde mi punto de vista de pianista creativo.

-¿Se siente como un guitarrista al piano?

-De hecho he sacado mucho lenguaje para el piano de la guitarra, porque la verdad es que en piano, en cuanto al acompañamiento de los cantes y las falsetas, no había encontrado mucho. Ahora estoy investigando en los clásicos, Albéniz, Granados y Falla, para recoger sonoridades e ideas.

-De pequeño escuchaba a Caracol y Marchena. ¿Qué música tiene ahora su iPod?

-Sigo escuchando a Caracol y Marchena. Soy un músico muy ecléctico, no me encasillo. Un día puedo escuchar los Conciertos de Brandemburgo al siguiente a Camarón de la Isla y al otro a Coltraine. Hubo una época en la que era monotemático, cogía a un artista y lo fusilaba.

-¿Debería ser obligatorio enseñar a todos los niños a tocar algún instrumento?

-Ayuda muchísimo a la formación, a la educación. Todas las personas tenemos un ritmo, un compás, y es muy interesante trasplantar esto a la música. Yo veo en países como Alemania una mayor preparación en los niños. Pero en Barcelona está la escuela Oriol Martorell, donde yo tengo a dos niños, donde todo el mundo está muy sonriente y creo que tiene mucho que ver con la importancia que dan a la música.

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