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Ricardo Darín explora los límites de la fe

  • El actor rueda en Buenos Aires 'Elefante blanco', la nueva cinta de Pablo Trapero

El argentino Ricardo Darín ha reconocido en una entrevista que el rodaje de la película Elefante blanco, dirigida por el bonaerense Pablo Trapero y en la que encarna a Julián, un sacerdote que lucha contra la pobreza en los asentamientos urbanos, le enseñó a "dudar" de su "falta de fe".

"No soy creyente y mucho menos religioso", admitió Darín en el inicio del rodaje nocturno en Ciudad Oculta, una barriada marginal al sur de Buenos Aires a la que se accede por las ruinas de un hospital abandonado a medio construir en los años 50 y que debe su nombre a haber sido tapiada por la dictadura militar (1976-1983) para ocultar la miseria.

En Elefante blanco el actor encarna a un sacerdote con gran compromiso social, para lo que se reunió con curas de barrios marginales además de leer sobre otros como el padre Carlos Mugica (1930-1974), cuyo ejemplo "sobrevuela la película" por haber iniciado en la Argentina el movimiento de los sacerdotes tercermundistas u obreros.

Tanto el personaje de Darín como el otro clérigo protagonista, al que da vida el actor belga Jérémie Renier, viven en el filme un proceso de crisis de fe.

"Esta película, conocer a los curas 'villeros' -de áreas pobres- y su trabajo, me ha enseñado a dudar de mi falta de fe", explicó Darín que, pese a que señaló que no se ha convertido "de buenas a primeras en alguien creyente", sí indicó que durante el rodaje ha podido entender las razones de otros para creer.

"He empezado a comprender que el aporte que genera para la gente la creencia está relacionado con la vida que te haya tocado vivir, para muchos es la única puerta posible de salvación", aseguró el actor argentino.

A Darín el contraste "entre la riqueza de la Iglesia Católica y los fieles" siempre le supuso un gran obstáculo para la creencia, aunque tras la experiencia de la película se planteó que no importa "quiénes sean las jerarquías" ya que "no hay nada más importante que la fe de la gente".

Conocer el trabajo de los curas "villeros", que trabajan en las zonas más deprimidas, ha sido para el actor una experiencia clave. "Me he dado cuenta de que ellos han encontrado un equilibrio y están más próximos a la gente, ya que han decidido vivir de la misma forma que las personas a las que tratan de ayudar", recalcó.

Darín destacó la tarea de rodaje en Ciudad Oculta, donde los vecinos participan de la filmación: "Hemos notado la alegría que tienen al darse cuenta de que su trabajo es importante".

El intérprete elogió a Trapero (Carancho, 2010), al que calificó como "un explorador del cine", que "elige territorios que no son políticamente correctos para contar sus historias".

Tras rodar casi una veintena de películas en los últimos diez años y tres en 2011, aseguró que pese a su buen momento en las pantallas, echa de menos el teatro: "Me gusta el teatro y lo extraño. Cuando no estoy haciendo teatro me falta algo".

Pese a reconocer que el ritmo de rodajes que lleva en los últimos años "no es cómodo", Darín aseguró que la nominación de Un cuento chino para el Premio Goya a la Mejor Película Iberoamericana le llenó de "alegría", ya que la ve muy similar a uno de sus primeros éxitos, Nueve reinas (2000), y prometió que acudirá a la ceremonia de entrega.

Destacó la dura competencia que tiene el filme dirigido por Sebastián Borensztein, con películas "muy buenas" como Violeta se fue a los cielos, de Andrés Wood, sobre la vida de Violeta Parra.

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