No nos ha sorprendido la reciente publicación de un nuevo poemario de Enrique Morón, que hace el número 21-si no recuerdo mal- de su amplia, inspirada y excelente producción. ¿Su título? Romances del crepúsculo, sacados a la luz por la prestigiosa editorial Port-Royal.
Pero sí nos ha afectado de modo positivo, en lo más íntimo de nuestros arraigados sentimientos y nostalgias, por la poesía rimada y juvenil, tan cargada de lirismo y belleza, de nuestro entrañable y dilecto autor, alpujarreño de nacimiento y mucho más de convicciones, acentos y paisajes.
Ha logrado, una vez más, Enrique Morón, a través de su envidiable arte de transformar en verso la palabra, rescatar y poner a buen recaudo, es decir, en justa valoración y estima, la profunda e inconfundible resonancia de nuestro ancestral Romancero, tan repleto de historia, vivencias, emociones y sentimientos.
Las 100 páginas que conforman el contenido de Romances del crepúsculo, se agrupan, en perfecta sintonía y sonora cadencia, en tres bloques temáticos de indudable atractivo para los lectores/as de ayer y de hoy: I. Retratos de mujer. II. Romancero urbano. III. De la vida rural.
Los bellísimos poemas de Enrique Morón, escritos bajo la inspiración, cálida y remansada, de auroras y crepúsculos de ensueño, se ocupan de describir, con profunda sensibilidad y atinada apreciación y justeza, personajes, situaciones y motivos de la sociedad hedonista de nuestros días, tan dolorosamente afectados por la enajenación, el ruido y la violencia del mundo actual, lo que pone de manifiesto la honda y habitual preocupación de nuestro autor por la problemática que a todos nos está afectando. ¡Y de qué modo a determinados grupos y personas de nuestro entorno…!
"…Cuatro chulos la explotaron / con crueldad y sin decoro, / y le sajaron los senos / con sadismos injuriosos / hasta dejar su figura, / tras largos años de oprobio, / como una rosa marchita / ahogándose en el arroyo…" /
Es, en definitiva, la obra que acaba de nacer la lúcida y valiosa aportación que el laureado poeta Enrique Morón nos ofrece a través de sus Romances del crepúsculo, tan henchidos de realidades tangibles: alegres, unas; dramáticas y sangrantes, otras; emocionantes, lesivas y perversas, no pocas…, como la vida misma.
"…Los moribundos la miran / y ella no sabe qué hacer, / porque se siente tan frágil / como un ángel de papel. / Los hambrientos la despiden / con esos labios de pez /que imploran clemencia al aire / cuando van a fenecer. // Ella lleva en su macuto / diez años en el andén, / cien lágrimas en un cofre, / multiplicadas por cien, / y tantas calamidades / que es imposible poner / a tantas desgracias juntas / sobre las vías de un tren" /
Romances del crepúsculo, queridos lectores/as, ha marcado -con todos los honores- un claro e indiscutible hito de excelencia poética, y enriquecido, de paso, la fecunda tradición cultural y literaria de nuestro entrañable Romancero, fuente inagotable de inspiración, belleza y armonía, tan del gusto y apreciación de las buenas y sencillas gentes que han vivido, viven y vivirán en las aldeas, pueblos, villas y ciudades de nuestra vieja y noble tierra de las españas.
Es, por decirlo de algún modo, el estilo literario que ha sabido crear el pueblo para cantar su dolor, describir situaciones y cuadros o manifestar sus alegrías; para narrar y difundir las hazañas o desventuras de sus gentes, o, simplemente, para contarnos, en un mentidero cualquiera, viejas historias de amor o desamor, de celos incontenidos o de apasionados requiebros, protagonizados por príncipes, gañanes o pastores. Da igual. Pero todo dicho con claridad, brevedad narrativa, sobriedad ornamental y p redominio de la intuición sobre la lógica. En definitiva, poesía esencializadora, que sabe prescindir de lo accesorio y concentrarse en un núcleo quintaesenciado:
"Son arenas movedizas / que soportan los dolores / porque la vida es tan frágil, / que a pesar de tantos golpes, / ella ignora su final, / aunque ese final le ronde".
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