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Sirenas elegías desoladas

La técnica poética conocida como correlato objetivo fue definida por primera vez por T. S. Eliot. Ángel Prieto de Paula (Musa del 68, Hiperión, pp. 352-368) la explica diciendo que el correlato objetivo se basa en la sintonía entre el mundo interior del autor y la realidad cultural que ocupa temáticamente el poema. Uno de los modos más eficaces de empleo del correlato objetivo es el empleo del "personaje histórico analógico"que Prieto de Paula define como la "utilización temática de una figura histórica en determinado momento vital, a fin de proyectar objetivamente sobre ella y su entorno la situación presente o la emotividad del autor".

Alter ego, el nuevo libro de Rosaura Álvarez publicado por la editorial sevillana Point de Lunettes, se presenta en una buena parte de sus poemas como una exploración de las posibilidades expresivas del correlato objetivo. Los conocedores de la poesía de la poeta granadina se sorprenderán con estos poemas extensos de tema histórico alejados de su escritura anterior, condensada en breves poemas en los que la temática preferentemente erótica servía de articulación de un discurso centrado en la propia subjetividad. Alter ego acoge, en sus versos a, entre otros personajes, Velázquez, Falla, el canciller español en la Conferencia de Algeciras, Rita Hayworth y San Juan de la Cruz (en segunda persona). Lo más interesante del empleo del correlato objetivo en este libro es el trabajo de reconstrucción histórica que se desarrolla en algunos de sus poemas más logrados: 'La Conferencia de Algeciras', 'Hortus conclusus' -dedicado a Velázquez- y, sobre todo, en 'Tecla negra de pie', gráfica expresión con la que Juan Ramón Jiménez había descrito a Falla en su libro de retratos Españoles de tres mundos. En este último poema, Álvarez ensaya un modo diverso de construcción del "personaje histórico analógico" que ya no corresponde en puridad a la tercera persona sino a una suerte de estilo indirecto libre a medio camino entre ésta y el monólogo interior, subrayado con una segunda voz final que supone la irrupción de la realidad más dura y apremiante. En poemas como éstos no se pretende sólo producir una emoción en el lector mediante la revelación de la sintonía entre la situación del personaje histórico recreado y la intimidad de la autora, sino que además se despliega una reflexión sentimental sobre la historia -particularmente la española- y su sentido. La historia carece de leyes, o nos son desconocidas: sólo disponemos de ejemplos que únicamente pueden ser comprendidos desde la comunión del dolor y de la pérdida que aboca a la muerte. Una serie de poemas protagonizados por el "yo poético" sin personajes interpuestos aunque a menudo en escenarios enrarecidos y desplazados ahondan en este sentimiento desde la intimidad.

Finalmente, frente a la angustia derivada del paso del tiempo y la caída en la historia, Álvarez opone la salvación por el arte, como forma de estar en el mundo superadora de la fractura entre lo subjetivo y lo objetivo. En este planteamiento, la poeta resulta coherente con las ideas expresadas en otros poemarios como El áspid, la manzana (Hiperión, 2006), libro escrito con posterioridad a Alter ego, aunque publicado dos años antes.

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