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Soderbergh eclipsa con su iPhone la competición de la Berlinale

  • 'Unsane', un 'thriller' que el director rodó con un teléfono, lo mejor de una jornada decepcionante

El director estadounidense Steven Soderbergh, ayer en la presentación de 'Unsane' en la Berlinale.

El director estadounidense Steven Soderbergh, ayer en la presentación de 'Unsane' en la Berlinale. / SASCHA STEINBACH / EFE

El director estadounidense Steven Soderbergh eclipsó ayer con Unsane, rodada con un iPhone y exhibida fuera de concurso, la jornada a competición de la Berlinale, integrada por un filme de humor negro iraní y una larga reflexión alemana sobre la pubertad.

Unsane, un psico-thriller con Claire Foy atrapada en la red fraudulenta de un seguro médico y también en la de un acosador, fue el plato fuerte del día, en una Berlinale que ha visto ya 14 de las 19 aspirantes al Oso, pero sigue esperando su gran película.

El siempre inquietante Soderbergh -Palma de Oro de Cannes con Sexo, mentiras y cintas de vídeo, en 1989, y el Oscar al mejor director por Traffic, en 2000- ha sido visitante asiduo del festival, donde compitió en 2007 con El buen alemán y en 2013 con Efectos secundarios.

Esta vez se presentó a exhibición, con una cinta donde Sawyer -el personaje de Foy- va de pánico en pánico desde el momento en que entra en una clínica en busca de una terapia liberadora, para verse sometida a la condición de ingresada entre locos.

Unsanefue la película de ayer, pese a que obviamente no estará en el palmarés de la 68 edición de la Berlinale, cuya séptima jornada decepcionó. Irán es una filmografía potente en el festival berlinés, que en años sucesivos convirtió su gran pantalla en expresión del exilio al que Teherán somete a sus creadores críticos. Esta vez acudió representando al cine iraní Khook (Pig), de Mani Haghighi, sobre las tribulaciones de un cineasta enfundado en camisetas de AC/DC y deprimido porque a él no le acosa el régimen.

Hasan, el personaje de Masan Majuni, asiste con horror, primero, y humillación, después, a la serie de asesinatos de sus colegas, que aparecen decapitados en diversos lugares, mientras a él le ignoran los enemigos de la libertad de expresión.

Los asesinos no tienen criterio ni saben cuáles deberían ser sus "prioridades", se lamenta Hasan a su madre, quien trata de consolarle asegurándole que tarde o temprano le decapitarán. "Es una película de mujeres fuertes porque, aunque en el exterior no se crea, Irán es un país de mujeres fuertes", defendió Haghighi ante el festival, donde en 2016 compitió con A dragon arrives.

La Berlinale ha sido plataforma amiga para el cine "libre" iraní, con exponentes como los Osos de Oro para Taxi, de Jafar Panahí, y Nader y Simin. Una separación, otra película de mujeres fuertes, como el filme de Haghighi.

Khook adopta perfiles de humor negro que recuerdan al español Alex de la Iglesia, pero sin la mordacidad de éste. No convenció en la Berlinale, como tampoco lo hizo Mein Bruder heisst Robert und ist ein Idiot (Mi hermano se llama Robert y es un idiota), 174 minutos dirigidos por el alemán Philip Gröning en torno a dos gemelos, envuelto en diálogos de pubertad y campos de trigo, junto a una gasolinera perdida.

Las preguntas de los medios al final de la proyección se dirigían esencialmente a la extensión de la película y a cómo piensan sus productores justificar ese derroche de medios, en una película de digestión más que difícil.

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