Arte hoy

El Tempus fugit de Padial

  • El pintor granadino hace un repaso a sus 50 años de arte

"Yo no miro", escribe en la dedicatoria del catálogo de su última muestra. "Escudriño y contemplo, para después... ¡Y yo qué sé lo que voy a hacer después!" Enrique Padial sigue siendo el mismo personaje inquieto y pintoresco -el pelo rizado y revuelto, el sempiterno bastón en sus manos- que hace años levantaba un revuelo de miradas cuando caminaba por alguna calle de Granada. Inclasificable en su arte, se ha sabido granjear el respeto y la admiración en el mundo del arte. Ahora, el Ayuntamiento de Granada ha decidido rendirle tributo con una exposición, Enrique Padial: 50 años de pintura, que conmemora su medio siglo dedicado al arte. Que se dice pronto...

"¿Qué sensación tengo yo de estos 50 años?", se pregunta. Y luego responde: "Pues que han pasado como un soplo. Contemplando muchos de mis cuadros, a veces tengo la sensación de que no los he pintado yo". "Lo que siento", añade, "es sobre todo la fugacidad del tiempo".

¿Sería esa fugacidad un buen motivo para un cuadro? Se queda un tanto pensativo. "Sí, Tempus fugit...", responde. "Pero sería un cuadro triste, no tendría ironía, o sería una tremenda carcajada, una carcajada brutal..."

La exposición consta de casi un centenar de cuadros como un centenar de toros salvajes que pueden contemplarse hasta el 9 de abril en el Centro Cultural de Gran Capitán. "Pero son cuadros que no representan una evolución o algo así", explica. "Yo he tratado de que sea una exposición de lo más completa posible. Lo que pasa es que tengo pintados, creo, unos 1.500 cuadros, y la mayoría están fuera de España, y habría sido complicado traerlos. Para hacer la muestra muy representativa, se habrían necesitado unos 200 cuadros, y no hay espacio suficiente".

Ingeniero aerodinámico y pintor autodidacta, Enrique Padial se considera, en el aspecto técnico, como un expresionista figurativo. "Lo que pasa es que en esta época de ahora, yo no sabría en donde encajarme", dice con ironía. Luego admite que su mejor época, en la que más se divertía, era "cuando yo era un irresponsable". "Me dejaba llevar por los sentimientos de forma muy descarada. Me encantaba pintar cuadros de gran tamaño. Eso fue alrededor de los años setenta".

Padial tiene su particular método de pintar. "Siempre, desde que yo recuerdo", comenta, "cuando me pongo delante de un cuadro, me lo pienso mucho antes de pintar. Manchar la superficie del lienzo impone mucho pudor. Yo nunca trabajo con un dibujo previo. Me acerco al cuadro para dar un brochazo y noto si el propio cuadro me rechaza o no. Si no me rechaza, a partir de ese momento todo son preguntas y respuestas sucesivas. Cuando creo que el cuadro está terminado, lo miro y me pregunto: '¿Y esto adónde va?' Si el cuadro no me da contestación, es que va bien. Pocas veces me he impuesto yo a un cuadro. Yo me dejo llevar, ante todo, por la sensación de expulsar de mí las experiencias vividas y dejarlas en el lienzo".

Su experiencia como ingeniero aeronáutico le ha valido mucho en su arte. "Sobre todo en la definición de las perspectivas", dice. "Me ha ayudado mucho la geometría". Y geometría es lo que hay en sus obras. Arte puro.

Enrique Padial. Centro Cultural Gran Capitán. Hasta el 9 de abril

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