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El arte de la posguerra

  • La muestra revive un tiempo de contrastes Permanecerá hasta finales de septiembre en el Centro de Arte Reina Sofía de Madrid

El Arte que tiene lugar en la España de antes de la Guerra Civil, hasta la descomposición forzada que resultó el cruel y nefasto levantamiento militar de aquel 18 de julio de 1936 -hoy hace justamente ochenta años- es un capítulo, por su determinante importancia, abierto, perfecto y rigurosamente estudiado de nuestra Historia del Arte.

Desde la asunción de las vanguardias, los múltiples artistas significativos que existieron, las personales manifestaciones plásticas que ellos proporcionaron, muchas de ellas preclaras tendencias, así como la suprema realidad que potenciaron ha sido una historia bella, felizmente vivida y muy bien transmitida. Sin embargo, la guerra cainita que produjo un millón de muertos -como en los versos de Hijos de la ira de Dámaso Alonso-, muchos más desaparecidos, huidos, escondidos y callados a la fuerza, desencadenó, además, en la historia del arte un periodo oscuro, de intereses espurios, inexistente modernidad y mucha vuelta a los resabios academicistas; todo propiciado por un régimen preocupado por recomponer lo que ellos habían destruido y, también, por dar una imagen de normalidad que pocos admitían.

Parcela histórica, pues, poco estudiada; quizás, escasamente valorada pero que sirve para, al menos, saber qué tuvimos, por qué lo tuvimos y cuál fue la realidad creativa.

La exposición lleva por título Campo Cerrado, el mismo que Max Aub puso a su importante novela escrita nada más terminar la Guerra Civil y que cuenta la búsqueda de una realidad soñada del joven Rafael López Serrador que deja su Castellón natal para encontrarse con una Barcelona esquiva, lejos de su sueño. Se trata de una muestra que nos transporta a los años en los que España ha terminado la guerra y se encuentra un panorama desolado, medio destruido y con todo muy de espaldas para la creación artística.

El arte del momento tiene muchos desarrollos. Desde una escasa realidad en los momentos inmediatamente después a la finalización de los conflictos bélicos -muchísimos artistas iniciaron un tortuoso camino hacia el exilio-, con artistas afectos al régimen que desarrollaron una obra aséptica, de fácil formulación plástica y cuyos temas sólo eran ilustración de un paisaje que, como mucho, ofrecía un aspecto ruinoso y que fue recogido por la dialéctica oficial otorgándole una interesada significación como símbolo de un espíritu dignificador y establecimiento reconstructivo de los vencedores. La producción artística suscribe los valores clasicistas, con una figuración que, poco a poco, va abriendo sus postulados plásticos y estéticos.

Los más osados acuden a los testimonios pretéritos de antes de la Guerra. Las sombras de Picasso y Miró, son demasiado alargadas. El primero vive una existencia feliz en su olimpo artístico, ajeno -o poco interesado- a lo que ocurría en una España hambrienta. Miró, más de este mundo, vuelve a España pero manteniéndose en su torre de marfil al margen de todo menos de su poderosísima creación artística.

Al final de la década de los cuarenta se nota un fortalecimiento de los intereses renovadores. Comienzan a aparecer grupos artísticos que imponen planteamientos de trascendencia.

Dau al Set en Barcelona, la Escuela de Altamira en Santander, LADAC -Los Arqueros del Arte Contemporáneo- en Canarias, fueron los primeros, después vendrían otros de capital importancia -Parpalló, El Equipo 57 y El Paso-. Ellos marcaron muchos caminos a seguir y dejaron constancia de que algo nuevo estaba iniciándose.

Mientras tanto el Gobierno comienza una etapa de propaganda cultural, queriendo dar, al exterior, una cara de normalidad. Para eso la figura de Joaquín Ruiz-Giménez fue fundamental, llevando a los principales artistas españoles al exterior, haciéndoles participar en las mejores exposiciones que existen en el extranjero, la Bienal de Venecia, la Trienal de Milán, la Bienal de Sao Paolo, entre otras.

La exposición nos muestra no sólo obras de los mejores artistas de aquel momento sino muchos elementos de la historia de una situación social con muchísimos matices. La cultura de un tiempo que, aunque con muchas zonas sombrías, merece su sitio para el conocimiento de todos.

La muestra propone un mapa con varios caminos posibles, que tienen en cuenta las cronologías pero no se someten a la linealidad temporal. Al contrario, el relato se articula en bloques temáticos relacionados con aspectos clave de la época, que funcionan como capítulos autónomos, aunque entre ellos existan conexiones y encadenamientos. Estos epígrafes son: Una nueva era; Retornos y academias; Campo y ciudad; La irrupción de lo irracional. El postismo; Intervalo teatral; Exilios; Arquitecturas; Primitivo, mágico, oscuro y Apropiación oficial de lo moderno.

CaMPO CERRADO. ARTE Y PODER EN LA POSGUERRA ESPAÑOLA. 1939-1953 Centro de Arte Reina Sofía.Madrid

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