Petros Márkaris tiene la mirada tranquila, lucida e irónica de quien ha vivido mucho y también ha leído mucho. Y no sólo ha vivido mucho cuantitativamente, también cualitativamente porque ha residido en distintos países y se ha dedicado a bastantes cosas. Nacido en 1937 en Turquía, en el seno de una familia cristiana, de padre comerciante armenio y madre ama de casa griega, estudió la Secundaria en Estambul y, posteriormente, Economía en Grecia, Turquía, Alemania y Austria, antes de especializarse en la cultura alemana. Traductor, dramaturgo, guionista y narrador, es conocido ante todo por sus novelas policiacas protagonizadas por el comisario Kostas Jaritos.
El policía también ha vivido muchos episodios de la historia de Grecia, como su autor. Aunque tienen Márkaris reconoce que por su largo pasado como "activista de izquierda", "no tenía ninguna simpatía por los policías", el agente de homicidios ateniense tiene incluso un pasado de joven policía durante la Junta Militar de los Coroneles y un buen amigo Zisis, comunista que sufrió tortura y cárcel. Una combinación extraña que se explica precisamente por esa animadversión. "Tuve un problema cuando descubrí que ese personaje iba a ser policía porque en países como Grecia y Turquía, donde la democracia no funciona realmente, es muy difícil que la izquierda pueda tener simpatía por ellos. Y tenía que permitir que se desarrollase empatía hacia él. Ese fue un tema que me torturó mucho tiempo. Hasta que un día le quité el uniforme y le puse el traje que solía llevar mi padre. Y entonces vi un hombre de clase media". Pero, reconoce, "la cosa no acabó ahí": "Quería probar que se podían conciliar ambas realidades, y la forma de hacerlo es a través de la amistad con el vecino, que es un viejo comunista. Ahora Zisis es uno más de la familia".
Y para seguir rizando el rizo de ese perdón a los cuerpos de seguridad del estado, quiso equilibrar la balanza. "Otro elemento en la relación fue un tío del protagonista que había sido asesinado por los comunistas durante la Guerra Civil. Lo que no puede es estar uno anclado en las divisiones y violencias del pasado". "Me cabrea es que la gente se enfada con la policía pero no con los financieros y los banqueros", comenta sobre las recientes agresiones a la Policía y Guardia Civil en Cataluña. Una afirmación que concuerda muy bien con un escritor que opina que los crímenes que hay que investigar no son los cadáveres, sino el rastro del dinero.
En ese marco de relaciones de Jaritos, tiene un peso fundamental en la historia su esposa, Adrianí, una típica ama de casa griega que viene de una familia muy humilde, una excelente cocinera de fuerte carácter opuesta a la mujer fatal típica del género y que sirve para humanizar al personaje porque, como cuenta el autor, "en la novela negra hay muy pocos personajes que sean policías con familia. La mayoría son investigadores solitarios o vienen de familias desarraigadas".
La elección de Jaritos y su entorno, cuenta el escritor que fue una cuestión prácticamente impuesta por el personaje, casi como si de una película de Woody Allen se tratase. "En 1993 estaba escribiendo el guión para una serie de televisión griega muy famosa Anatomía de un crimen. Como tenía éxito, el canal quería que continuara unos tres meses más. Una mañana me topé con una familia típica de clase media baja griega delante de mi mesa: el marido, la esposa y un bebé que no sabía que era una niña".
Sin embargo, al principio rechazó la inspiración porque había escrito "muchos guiones con muchos personajes de clase media griega". "La personalidad del hombre se convirtió en una tortura porque la tenía en la cabeza todas las mañanas y no me dejaba concentrarme en los guiones de la serie. Si alguien así me estaba torturando tanto, o era dentista o era policía. Y claro, me planteé, ¿qué voy a hacer con un dentista como personaje principal? Tenía que ser un policía", cuenta con el sentido del humor que trufa toda la conversación de este hombre vehemente y afable. "Al ceder un poco a la presión, se me vino su nombre, el de su mujer y su hija, que iba a ser Katerina. Y desde aquel momento esa familia está presente en mi vida, incluso cuando no estoy escribiendo".
Pero debajo de la aparente ligereza de sus respuestas se cuenta el discurso de un hombre dispuesto a profundizar en la realidad que vive desde la más absoluta independencia, sin casarse con unos ni con otros. Un autor que quiere ayudar a sus lectores a desliar la madeja social, económica y política siguiendo el hilo de un acertijo detectivesco porque, en sus propias palabras, "la literatura no cambia el mundo pero ayuda a comprenderlo" . "El autor está ahí para guiar al lector a conocer la realidad contemporánea, para ayudarle a formular las preguntas adecuadas".
Para ello su punto de partida será un crimen, pero eso no es una solución nueva porque cuenta "muchas novelas populares del XIX comenzaban así". "Los Miserables, Crimen y Castigo o Los hermanos Karamazov o las novelas de Dickens, Balzac y Zola, esos crímenes ya eran un pretexto para hablar de la realidad que les circundaba".
Ahora mismo el acaba de terminar una nueva novela que se publicará en Grecia el próximo mes de enero. Y, aunque se aburrió del guión de la serie de crímenes, a Jaritos le queda cuerda para rato. "No me puedo cansar del él, primero, porque vivo con su familia. Y segundo, ¿cómo me voy a cortar yo mi fuente de ingresos cuando estamos todavía en crisis en Grecia y el policía me da de comer", responde con socarronería.
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