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La calavera de Indiana

  • La cuarta entrega del arqueólogo da una vuelta de tuerca a la 'historia ficción' y recrea la leyenda de un misterioso cráneo maya de cristal encontrado en 1924 que algunos relacionan con el mito de la Atlántida

Tras el Arca de la Alianza y el Santo Grial, Indiana Jones se lanza ahora a la búsqueda de otro mito controvertido, la Calavera del Destino, una pieza de origen maya tallada en cristal puro y cuya autenticidad ha sido siempre puesta en cuestión. Pero es un clásico de los vendedores de misterios. La calavera fue descubierta en 1924 en una ciudad maya al sur de Belice por la hija del aventurero F. A. Mitchell-Hedges. Según los científicos, hacerla debió llevar unos 150 años, con lo que tuvo que ser pulida de generación en generación. Un trabajo de 'chinos' más que de mayas.

Y como el también polémico Mitchell-Hedges creía que la calavera era un indicio de la Atlántida, Spielberg y sus secuaces -en este caso sus guionistas- ya tenían material para fabular de nuevo sobre la Historia.

La leyenda maya de las calaveras recuerda al argumento de Indiana Jones y el templo maldito. La tradición cuenta que en el mundo existen 13 calaveras de cristal a tamaño natural que cuando sean descubiertas y asociadas transmitirán a los hombres todo su conocimiento. La leyenda advierte que eso ocurrirá cuando los hombres sean íntegros moralmente. Y para eso está el propietario de un látigo y una barba de tres días.

Es una vuelta más de Hollywood a la 'historia ficción', camino emprendido con En busca del arca perdida, en la que se da pie a las teorías de los 'pseudo-arqueólogos' que sostienen que el bíblico receptáculo de los Diez mandamientos era un ¿condensador eléctrico?

La Calavera del Destino de los nuevos desvelos de Indiana es anatómicamente perfecta y es posiblemente la representación de un cráneo femenino debido a su pequeño tamaño, 12,7 centímetros de altura, mientras que su peso es de 5 kilos. Tanto los prismas ubicados en la base, como las lentes pulidas a mano de los ojos, se combinan para producir un brillo muy intenso. El cráneo presenta además un alto grado de dureza (siete sobre diez, en la escala de Mohs), de lo que se deduce que sólo mediante fundición del mineral y utilizando un molde, el tallado con otras piedras preciosas de igual o superior dureza (como el diamante) o un láser podría obtenerse algo parecido. Y aquí, los amantes de los extraterrestres encuentran un tema gozoso para sus teorías, igual que en las Pirámides de Egipto. Y es que los habitantes de otros mundos valen para un roto y para una calavera.

Los expertos del British Museum hacen remontar la calavera a la civilización azteca. Sin embargo, los indígenas que acompañaron a Mitchell-Hedges en Lubaantum aseguraron que el Cráneo del Destino tenía más de 3.600 años de antigüedad. Y claro, el peculiar buscavidas prefirió creer a los indígenas.

Otras dos calaveras de cristal se encuentran en el Museum of Mankind, en Londres, Inglaterra, y en el Trocadero Museum, en París, Francia. Ambas fueron halladas por soldados en México durante la década de 1890 y están talladas sobre puro cristal de cuarzo, aunque no tan elaboradamente como la que perseguirá Indiana en los cines desde el próximo 24 de mayo. Y de ser cierto que Spielberg convertirá al discutido cráneo en la llave de la Antártida, muchos de los que ven un Seiscientos y afirman haber estado ante un OVNI estarán contentos.

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