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Un centro de arte de auténtica referencia

  • El Centro de Arte Contemporáneo de Málaga muestra su interés hacia la plástica más inmediata y de artistas de calidad

Desde que el Ayuntamiento de Málaga tuvo la feliz idea de poner en marcha un Centro de Arte Contemporáneo, la ciudad, que ya había dado muestras de su gran aportación e interés hacia la plástica más inmediata -Fundación Pablo Ruiz Picasso, galerías Alfredo Viñas y Javier Marín, salas de la Diputación, Colegio de Arquitectos, la Económica...-, dio un paso adelante y se convirtió en la capital del Arte en Andalucía, algo que llegó a su punto más alto, años después, con la inauguración del Museo Picasso y, ahora, con el que alberga la Colección Carmen Thyssen, en el antiguo palacio de Villalón.

Es, por tanto, el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga-C.A.C. Málaga, el impulsor de esta realidad artística que ha hecho de la ciudad el referente cultural de la Comunidad andaluza y espejo, sobre todo en materia de Artes Plásticas, donde mirarse y tomar buena nota, máxime cuando el resto de las provincias apenas mantienen el tipo y sólo ofrecen mínimas migajas, algunas de pésimo gusto.

Desde aquel 17 de febrero de 2003, cuando el edificio del antiguo Mercado de Mayoristas de Málaga fue inaugurado, con Fernando Francés, al frente, las instalaciones de la Avenida de Alemania, una construcción de estilo racionalista diseñada por Luis Gutiérrez Soto en los años 30, se convirtió en el destino final de todos los amantes del Arte para enfrentarse, principalmente, con el arte internacional de más trascendencia. Para que no ofrezca duda de lo que decimos, valgan sólo los nombres de Tony Cragg, Jack y Dinos Chapman, Paul Maccarthy, Gerhard Richter, Julian Opie. Hannah Collins, Thomas Hirschhorn, James Brown, Roni Horn, Vanessa Beecroft, Santiago Sierra, Alex Katz, Daniel Richter, Annish Kapoor, o la gran Louise Bourgeois, entre otros muchos. Descubrámonos ante ello y ante ellos.

Thomas Ruff

En la actualidad, aparte de una muestra de la gran colección que Fernando Francés va conformando, otras dos exposiciones llenan los espléndidos espacios del C.A.C. Málaga. Por un lado la muestra de Thomas Ruff, un fotógrafo alemán, miembro de ese grupo de artistas germanos que en torno a la ciudad de Düsseldorf y en la década de los 80, prestigiaron el arte germano de la última parte de la centuria anterior.

La exposición es, aparte de espléndida, tremendamente impactante. Una serie de fotografías de gran formato nos predispone a un encuentro inesperado con el paisaje del planeta Marte, así como una serie de cielos estrellados donde se observa el bello enigma que se descubre ante la observación de esa infinitud que admiramos una noche oscura.

El artista alemán se vale de imágenes extraídas de diversas fuentes, sobre todo de las que proporcionan algunos satélites y, mediante una exhaustiva manipulación, las fotografías originales adquieren una dimensión totalmente nueva y absolutamente diferente. La realidad remota asume una identidad novedosa mucho más cercana, casi inmediata.

Thomas Ruff organiza un entramado visual contundente, potencia la realidad hasta extremos de máximo interés ilustrativo y abre diferentes perspectivas; incluso, administra una tenue coloración que rompe el hilo argumental de la idea que del planeta se tiene, así como de sus rasgos identificativos.

Las imágenes proporcionadas por la NASA y convertidas en ese espectacular testimonio, donde las formas reales casi adoptan un sentido de particular abstracción, mantienen un desarrollo conceptual que comparte escenario con esa oferta de suprema materialidad y nuevo sentido artístico.

Una importante exposición que nos conduce por los criterios que anima la producción expositiva que Fernando Francés patrocina desde la dirección del C.A.C. Málaga.

Wayne Gonzales

La segunda muestra que encontramos en el antiguo Mercado de Mayoristas nos presenta, por primera vez en España, al importante pintor americano Wayne Gonzales, un artista que se sitúa en los ambiguos parámetros de la abstracción y la figuración; sobre todo, en aquellos en los que se incita al espectador a que sea cómplice de una realidad que el artista distorsiona por completo.

La exposición presenta dos momentos totalmente diferentes de ese apasionante ideario estético que anima al artista de Nueva Orleans. Por un lado, una serie de pinturas en las que el visitante se ve envuelto en un mar de dudas, debido a la personal óptica que el artista acondiciona. Gracias a un particular sistema creativo que hace dudar entre pintura y fotografía, entre realidad y ficción, entre distorsión y claridad, el autor desenfoca conscientemente la imagen para envolver de arbitrariedad e inquietud la visión del espectador, que queda suspendida en una expectante dimensión de inestabilidad.

Las obras representan espacios llenos de gente, figuras sentadas y de pie, que andan o están paradas, que forman, de lejos, una multitud compacta para, conforme vas acercándote, ir diluyéndose y descomponiendo sus formas. Son pinturas que crean diferentes estados de emoción y que manifiestan el gran desasosiego que produce la sociedad actual con sus grandes aglomeraciones pero que, desgraciadamente, mantienen un alto grado de soledad y deshumanización.

Junto a las pinturas de multitudes, Wayne Gonzales nos sitúa ante unas obras de formulación abstracta, con la luz recreando situaciones cromáticas de muy dispar naturaleza.

La obra de este artista nos hace partícipes de una personal proposición sobre la naturaleza humana, sobre la visión subjetiva de las cosas; una especie de nuevo sentimiento pop que transita por los esquemas de una sociedad altamente cuestionada.

Es esta muestra de Wayne Gonzales, el feliz contrapunto a la exposición de Thomas Ruff, dos ofertas importantes de un arte internacional que, en nuestro país, se puede ver en muy pocas ciudades. Afortunadamente, Málaga es nuestra referencia más inmediata. ¡Ojalá, las cosas tuvieran, en otros sitios, el mismo sentido y la misma realidad que en esta ciudad donde las cosas se llevan haciendo muy bien desde hace tiempo!

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