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Un cisne entre cipreses

  • La dirección de Petr Zusca fue audaz y llena de madurez El último ballet de la actual edición del Festival de Granada estuvo patrocinado por Grupo Abades La compañía fue muy aplaudida

No es fácil ver completo El lago de los cisnes. Ha sido un acierto del Festival que podamos disfrutarlo en su totalidad. Lo cierto es que sigue enamorando al público más de un siglo después de su estreno, en 1877.

Es todo un ritual llegar al Generalife, tomar un tentempié en el ambigú de Grupo Abades -ayer patrocinaban el Ballet- y disfrutar de la puesta de sol que en este lugar es incomparable. Después, relajarse con un espectáculo de la belleza del que ayer nos visitó, que nos dejó un dulce sabor y también cierta nostalgia porque es el último ballet programado en esta 65 edición del Festival Internacional de Música y Danza que en su programa central termina hoy viernes con Poveda en este mismo lugar.

La versión que nos trajo el Ballet del Teatro Nacional de Praga se basó en la que Marius Petipa y Lev Ivanov llevaron al Teatro Mariinsky de San Petersburgo en 1895 logrando el éxito por el cuál hoy sigue siendo la gran referencia clásica del género.

El Ballet del Teatro Nacional de Praga, bajo la dirección de Petr Zuska, incluye en su repertorio habitual grandes títulos como El lago de los cisnes, El cascanueces o La Bella Durmiente. Era evidente la profesionalidad de la compañía a la hora de abordar un montaje de la complejidad del Lago de los Cisnes, por eso recibió constantes y cálidos aplausos del público.

La música de Chaikovsky hizo de guía de las distintas emociones que discurren por esta historia universal con el amor, la magia y la constante lucha entre el bien y el mal como detonantes de las idas y venidas de Odette y el príncipe Sigfrido.

Un diez para Pavel Dumbala y Hana Vlácilová, encargados de la coreografía y el libreto (revisado sobre texto de Vladimir Begichev y Vasily Geltzer).

Pudimos disfrutar con un Lago de los cisnes lleno de pinceladas más teatrales y de audacia. La escenografía estuvo a cargo de Martin Cerný y el vestuario lo firmaba Ludmila Varassová.

Dumbala y Vlácilová han planteado esta producción desde el máximo respeto a las formas clásicas y a la tradición que un monumento de la danza como este exige, pero también permitiendo la inclusión de elementos contemporáneos que lo diferencian de otras propuestas.

Los bailarines afrontaron una de las obras más apreciadas pero también más exigentes de todos los tiempos.

Excelente Miho Ogimoto representando el papel dual de Odette y Odile, y Giovanni Rotolo como Príncipe Sigfrido.

En esta compañía checa hay bailarines de hasta diez nacionalidades distintas: República Checa, Rusia, Eslovaquia, Ucrania, Moldavia, Francia, Italia, España, Rumania o Japón pero sincronizados bajo la varita mágica de Zusca.

Los cuatro actos del Ballet transcurrieron de manera mágica, fluida y técnicamente perfecta y armoniosa. Curiosamente, el estreno de El Lago de los Cisnes fue un fracaso. La crítica dijo que "difícilmente se convertirá en un ballet de repertorio y nadie lo va a lamentar".

Sin embargo, el 15 de enero de 1895 en el Teatro Mariinski de San Petersburgo logró su primer gran éxito con una nueva coreografía a cargo de Marius Petipa y Lev Ivanov.

Desde entonces, numerosas revisiones y puestas en escena lo han mantenido fresco hasta hoy, en pleno siglo XXI y con una compañía como el Ballet del Teatro Nacional de Praga que ha jugado un papel preponderante en el desarrollo del ballet checo, no solo por la importancia que tiene la compañía en su país, sino también por el hecho de ser la más grande de la República Checa. Su fundación en 1883 dio origen a la tradición de continua evolución de la danza checa.

En 2002, el bailarín y coreógrafo Petr Zuska fue nombrado Director Artístico del Ballet del Teatro Nacional de Praga. Bajo su dirección, la compañía ha diversificado su repertorio: se han puesto en escena obras del repertorio clásico y neo-clásico, así como coreografías contemporáneas checas y extranjeras. También títulos como El Lago de los Cisnes, El Cascanueces, La bella durmiente, Giselle, La Sylphideo Napoli; La Fierecilla Domada y Onegin de John Cranko.

Petr Zuska es un eminente coreógrafo que ha trabajado con compañías de ballet de fama y reconocimiento mundial. Se ha perfilado como una figura audaz y su enfoque artístico es muy maduro.

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