Actual

"La columna periodística ha sustituido a la columna del púlpito"

  • Escritor, traductor y periodista, el granadino Justo Navarro pasa por ser una de las firmas con más peso del periodismo español. Ayer participó en los actos del patrón de la Facultad de Traducción

La Granada de los setenta alumbró a muchos de los intelectuales de primera línea de hoy. Uno de ellos es Justo Navarro, quien participó ayer en los actos del patrón de la Facultad de Traducción. Haber traducido a autores como Paul Auster o Scott Fitzgerald hace de Navarro una estrella 'mediática' del gremio.

-Gran parte de la intelectualidad de ahora procede del ambiente universitario de la Granada de finales de los sesenta y setenta. ¿Cómo se forjó esta generación?

-En esos momentos no se pensaba nada. Mis amigos y yo teníamos un gran interés por asomarnos a la realidad, teníamos un enamoramiento materialista de la realidad, queríamos aprovechar todos los estímulos que recibíamos del exterior. Mis amigos y la gente de esta época han hecho buenos cuadros, han realizado buenos versos y han escrito buenas novelas.

-¿En qué momento pegó una bofetada esa realidad?

-Cuando uno se pone a vivir se corre el riesgo normal. Pero hay que alegrarse cuando se ha sido valiente y valorar los encuentros y las pérdidas.

-Después de traducir a Paul Auster, Jorge Luis Borges, Scott Fitzgerald o Virginia Woolf, su presencia en el Premio Francisco Ayala de Traducción parece incuestionable...

-Agradezco mucho a la Facultad su invitación y que me ofrezcan su hospitalidad. No creo que tenga mayores méritos por mis trabajos. Francisco Ayala decía que lo fundamental que tiene que tener un traductor es conocer su propia lengua, manejarla con destreza y tener tino a la hora de elegir las palabras. Un traductor literario tiene que ser un escritor.

-¿Con qué traducción ha disfrutado más?

-No sé. La alegría de ser amigo de Pere Gimferrer es uno de ellos, desde luego. Desde el primero que traduje de manera profesional, los diarios de Virginia Wolf, siempre he procurado disfrutar aunque traducir lleva implícita una carga de sufrimiento, pero la necesidad de buscar la palabra exacta produce una energía como ciertos fármacos estimulantes. Por eso uno vuelve a traducir pese a todo.

-Se preguntaba Luis García Montero el otro día, en relación a los best-sellers, si es que no había 300.000 personas capaces de leer una buena novela. ¿Cuál es la opinión de un escritor de éxito de ventas como usted?

-Juzgar de antemano que todos los best-seller son mala literatura es precipitado porque no los hemos leído todos. Hablar es siempre una aventura arriesgada, porque además he leído best-seller buenísimos. Le podría dar una lista de diez como El nombre de la rosa, Cien años de soledad... Son éxitos y son novelas estupendas.

-¿Tuvo oportunidad de asistir al Hay Festival en la Alhambra?

-No pude pero me hubiese encantado ver a Luis García Montero, estar en el acto de Juan Goytisolo, en el de Umberto Eco... Además, me parece bien que la gente pague para asistir a estos actos, es lo normal, ocurre en otros países y quizás haga que la gente lo estime más. El hecho de que un acto sea gratis puede dar la imagen de que es una reunión de amigos. Pero si es un festival internacional con intelectuales de primer orden, desde luego que la gente paga 5 euros.

-En su última novela, 'Finalmusik', aparece la figura de un ex boxeador. ¿Un guiño a su amada novela negra?

-Sí, la novela negra es mi fundamento imaginario. Me eduqué leyendo libros de novela negra y es normal que haya un homenaje implícito en todo lo que escribo a ese mundo.

-Otro personaje, monseñor Wolf-Wapowski, lleva implícita esa carga de ironía de la que hablan sus lectores...

-Hice un viaje a Polonia, me llamó mucho la atención ese país porque es muy complejo, por una parte ensimismado y por otro lado buscándose a sí mismo.

-¿Casi como Granada?

-Efectivamente, casi casi.

-Otro gran tema en su literatura, la libertad. ¿En la actualidad existe libertad, sobre todo, para mirar escaparates?

-Bueno, yo creo que nunca hay libertad plena, es el arte de hacer la necesidad virtud. Incluso en momentos de total falta de libertado uno tiene la opción de rebelarse y pelear porque la libertad tiene en parte un sentido personal.

-¿Buena parte de la mejor literatura de la actualidad se lee en las columnas de opinión de los periódicos?

-Bueno, las columnas de los periódicos han sustituido a los antiguos sermones eclesiásticos. Antes, los sermones eran los que marcaban cómo debían actuar los ciudadanos. Es una tradición que siempre se ha dado en toda Europa y en la literatura inglesa. Ahora existe la costumbre extendida de la columna periodística que ha sustituido a la columna del púlpito.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios