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La complicidad del espacio conceptual

No puedo dejar de pasar la ocasión para referirme -las cosas bien hechas merecen ser destacadas- al espléndido proyecto que viene realizando la Empresa de Gestión de Programas Culturales dependiente de la Consejería de Cultura. El fomento de proyectos artísticos, la publicación hace nada de un libro sobre el arte andaluz más inmediato -Arte desde Andalucía para el siglo XXI- coordinado rigurosamente por Iván de la Torre y un sinfín de acciones jalonan esta institución al frente de la cual se encuentra Pablo Suárez y que, acertadamente, coordina Cristina Garcés -gracias a ella a este crítico que suscribe se le han entreabierto las puertas, cerradas nadie sabe por qué desde la oficialidad artística sevillana-.

Dentro del organigrama de esta institución se encuentra el premio a la Actividad Artística Iniciarte, que en su primera edición han obtenido de forma merecida los artistas María Cañas, Jesús Palomino y Simón Zabell.

Ahora, este último presenta La Casa de Hong Kong, el proyecto para el espacio Iniciarte que constata una de las mejores trayectorias artísticas de la plástica andaluza del momento. Nos encontramos con una visión amplia e inteligente de la obra de Zabell, de la de hoy y de la de hace tiempo, de aquella que entusiasmó por su frescura y de esta otra que se asienta en una madurez y en conocimiento grande de la realidad artística y, además, pone de manifiesto el personalísimo lenguaje de un artista diferente que hace del espacio un compromiso grande y un ideario estético. La Casa de Hong Kong nos sitúa en una referencia pictórica, sutilmente interpretada desde una base representativa ambigua, que crea inquietud y deja abiertas las puertas de una emoción absoluta.

Simón Zabell sintoniza con un amplio esquema conceptual, algo que ha sido una constante a lo largo de su trayectoria, abre las perspectivas de la significación y marcas unas rutas a seguir. La exposición centra una actividad pictórica pero matizada desde otras referencias. El artista asienta su proyecto en la luz y desde ahí sustenta un compromiso visual perfectamente estructurado y validado desde un criterio representativo arbitrario que matiza la realidad y predispone para experiencias de amplio espectro semántico.

No era difícil pensar que Simón Zabell fuera uno de los artistas andaluces en posesión del premio Iniciarte. Su amplia trayectoria sustentada en un compromiso absoluto, su interesante y particular lenguaje y su proyección estética aseguran una realidad diferente llena de entusiasmo y emoción.

Los antiguos espacios del templo sevillano de Santa Lucía se llena con los efluvios de un arte a contracorriente, que marca unas distancias estéticas y que nos conduce por una realidad donde la misma queda suspendida en un desarrollo visual que busca cómplices miradas.

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