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"Si las cosas van mal dejo la literatura y monto un canal para leer el futuro"

  • Alejandro Pedregosa regresa a la novela negra con 'Un mal paso', una historia de intrigas en Compostela y el Camino de Santiago

Es capaz de emular al Arcipreste de Hita con un poemario sobre el amor y construir todo un mundo de intrigas en pleno Camino de Santiago. Alejandro Pedregosa (Granada, 1974) tiene una manía, una bendita manía pensarán sus lectores: es de esos escritores que no perdona unas horas al día frente a una hoja en blanco. Su producción literaria lo demuestra. Postales de Grisaburgo y alrededores, Retales de un tiempo amarillo o En la inútil frontera, con el que consiguió el Premio Arcipreste de Hita, son algunos de sus poemarios. Con su primera novela, Paisaje quebrado, logró el Premio de Novela Corta José Saramago. En 2010 comenzó su incursión en el género negro con Un extraño lugar para morir. La última es Un mal paso.

-¿Cambiarse a la novela policíaca ha sido, en lo literario, el mejor de sus pasos?

-No sé si el mejor, pero desde luego es un paso que me fascina. El género negro me ofrece un molde perfecto para verter ciertos temas que siempre he querido tratar literariamente: la doble moral, las pequeñas miserias, los héroes cotidianos…

-¿Cuántos quebraderos de cabeza conlleva que al final encajen todas las piezas?

-No se trata tanto de encajar piezas como de crear un desarrollo dinámico y bien escrito. Puedes idear una trama espectacular y complejísima pero si al final no lo cubres todo con literatura la cosa no funciona. Aquí mandan las palabras.

-¿Cuánto le pone de intriga y cuánto de humor?

-Le diría que cincuenta por ciento. El humor es un aliciente que, bien utilizado, le da aire al texto y propicia que el lector vaya hilando pequeñas risas con grandes incógnitas. Donde el humor se posa se amplían los horizontes.

-Si tuviera que trazar un mapa de la España 'negra', ¿cuáles serían sus ciudades?

-No elijo las ciudades de mis novelas mirando la crónica de sucesos. Todo lo contrario, me guío por la afinidad, porque son lugares que me han hecho sentir feliz de una manera muy particular. Ya van Pamplona y Santiago, me queda Granada, Marbella, San Sebastián…

-Me contaba en otra ocasión que eligió los Sanfermines para su libro 'Un extraño lugar para morir' porque es una fiesta que iguala a todo el mundo. ¿Por qué ha elegido Santiago en 'Un mal paso'?

-Porque es un monumento vivo. Cualquiera puede comprobarlo solo con darse un paseo a la noche por el centro de la ciudad. Además tiene otros alicientes que casan muy bien con mi forma de concebir la novela policíaca: el clima sombrío, la emoción de la piedra y, por supuesto, la inigualable retranca gallega.

-Imagino que habrá hecho alguna vez el Camino... ¿Tenía ya en mente la novela?

-Sí, claro, hice el Camino. Hay un abanico de personajes muy interesante que puede dar mucho juego en la mente de un novelista. Pero a decir verdad, caminaba ligero de equipaje, un bloc y un pequeño ordenador portátil.

-El lío del Códice desaparecido da para una buena historia...

-Llevo días recibiendo mensajes de los primeros lectores. Algo de este robo hay en la novela. Si las cosas van mal dadas dejo la literatura y monto un canal para echar las cartas y leer el futuro.

-Se lo habrán preguntado mucho. ¿Le tocará alguna vez a Granada?

-Sí, sin duda. Esta serie de novelas son parte de un proyecto más amplio donde se combinan mis ciudades favoritas con elementos culturales que giran en torno a ellas. ¿Granada? ¿La Alhambra? Encontrarán su caso y su asesino.

-¿Cuál es para usted el lugar más enigmático o misterioso de la ciudad?

-El Carmen de los Mártires, ya estoy viendo un cadáver picoteado por un pavo real (risas).

-En 'Un mal paso' cambia a Uriza y a Bea por Xavier Huguet, un periodista alcohólico, y Suso Corbalán. ¿Qué es antes la historia o los personajes?

-Todos a un tiempo. Es como un juego de Lego, las piezas encajan unas en otras para formar un todo armónico. Este comisario es más sombrío que Uriza y tiene su contrapunto en Xavier Huguet, que es un tipo que vive en los márgenes y que nunca se llevó bien con la policía.

-Es difícil creer que no existen. Cuénteme de dónde salen esas personalidades tan completas.

-Claro que existen, yo no los conozco personalmente pero sé que existen en algún lugar. Al fin y al cabo la literatura tiene mucho de observación. Todos conocemos a alguien como Xavier, luchando por abandonar una adicción, y a padres como el comisario Suso Corbalán, separados y con una hija adolescente que le regala a un mismo tiempo alegrías y problemas.

-El libro es también un homenaje al escritor Álvaro Cunqueiro. ¿Cómo aparece en la novela?

-Yo quería que Álvaro Cunqueiro tuviera su lugar en la novela, porque es uno de mis autores de referencia. Uno de los principales sospechosos es Fiz Couñago, un profesor que está de baja por problemas mentales. Tiene pequeños brotes de esquizofrenia y escucha una voz. Esa voz es la de Álvaro Cunqueiro que hace de Pepito Grillo e intenta salvar a Fiz de los diferentes embrollos en que se ve envuelto.

-¿Volverá el poeta?

-Sí, y confío en que aparezca pronto. Ya hay un nuevo libro de poemas en espera de encontrar el buen rumbo editorial.

-¿Qué pasó para que cambiara la música o el fútbol por la literatura?

-De música no sabía nada. Mis amigos del grupo me dejaron el único lugar donde no estorbaba, el micrófono, a cambio escribía las canciones. Lo de jugar al fútbol sigue siendo la actividad más divertida que conozco. Mi sueño declarado fue jugar de mediocentro en la Real Sociedad. Llevo media vida soñando con ser Aramburu. En Granada, en mi peña de los miércoles, me enfundo la camiseta y los compañeros me dejan soñar despierto, por eso los quiero tanto.

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