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El 'crooner' naif

Planta Baja. Aforo: Media entrada.

Dent May es un hecho diferencial en el pop actual. Tiene el aspecto de un joven director de orquesta eurovisiva de los 70. Acompañándose de un ukelele canta sin pudor dulces y románticas melodías que siguen la senda de Lee Hazlewood o Burt Bacharach. Su manera de afrontar la interpretación tiene de crooner anterior al rock and roll, de los combos de swing country con ancestros en los Apalaches y el falsetto de los conjuntos vocales del doo-wap. Y transmite la misma candidez que desprende Jonathan Richman. Su encanto es innegable y eso unido al boca a boca han hecho en poco tiempo de este chico de Oxford, Misisipi, una pequeña celebridad pop. Detrás del personaje no desprovisto de cierto reflejo conscientemente paródico, hay todo un músico con un pasado en grupos de country rock y power pop, y cuentan que su próximo proyecto es un disco de disco music, o más bien urban, nada menos, así que parece que estamos ante un culillo de mal asiento con talento suficiente para moverse con soltura por todo tipo de estilos. Actuó por primera vez el pasado verano en la Plaza de las Culturas del Centro Cultural Caja Granada y encandiló a un montón de desconocidos. Entonces se presentó con una magnífica banda que realzó con sus armonías vocales el brillo de sus cálidas canciones. Esta ven en cambio se lanzaba al vacío sin red. Sólo con su ukelele, que en realidad alternó casi al 50 % con la guitarra acústica, y el escuálido acompañamiento de otro joven que ocupaba una mano con la pandereta y la otra con unas maracas que golpeaba acompasadamente contra sus piernas, desgranó en apenas una hora las melosas canciones de su único álbum y algún estreno. Al principio el público dudaba de que con tan mínimo planteamiento aquello pudiera devenir en una fiesta, pero la pericia del americano, esa naturalidad con que le brota la música acabó por arrastrar a la sala al vaivén de su cadencia. En el cartel inicial sus compatriotas Toro Y Moi debían haber actuado antes que Dent May. Desconozco los motivos por los que finalmente abrieron para él los locales Suéter pero, una vez allí sonaron mejor que en cualquier otra ocasión. Tienen tiempo para crecer, ganas de hacerlo y por lo que parece un trabajo en el local de ensayo que va dando sus frutos. Habrá que seguir abrillantando su repertorio porque se ve que en el proceso le logran extraer matices y finura.

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