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Diez cuentos salvajes para los inconscientes del rock

  • El periodista Guillermo Ortega reúne en su primer libro una colección de relatos salpicados de notas de humor donde la música es más que una forma de vida

Sin nostalgias de tiempos pasados, pero con la certeza de que existen momentos en los que se vive la música como nunca más se volverá a hacer, hay cuentos, o anécdotas, o quizás sólo leyendas, que se empeñan en sembrar de canciones el camino. En él, seguro que hay un poco de Nick Cave, otro poco de The Clash, muchísimo de tantos y tantos grupos de amigos que se quedaron más en lo que podrían haber sido que en lo que realmente fueron, y Brass in pocket de The Pretenders, una de esas canciones de las que sería imposible prescindir.

Cuentos de rock es el debut en la literatura del periodista Guillermo Ortega, y en él tienen cabida "con más o menos veracidad" todos los personajes que ayudan a construir el disparatado mundo de la música. Están, por ejemplo, las dos amigas grupis que recorren cada noche religiosamente los bares en busca de un nuevo guitarrista con el que ligar, las pandillas que se las ingenian sorteando todo tipo de peligros para 'colar' la botella de vodka en la sala de conciertos, los cuatro colegas que no se deciden por ningún nombre para su banda y, cómo no, el fan que a punto está de perder las palabras cuando tiene en frente a la mismísima Chrissie Hynde.

"Me he basado en historias de grupos que he conocido en todo este tiempo, aunque los cuentos también tienen mucho de ficción. Escribo de recuerdos y de la forma en la que muchos vivíamos en los ochenta la música, que no era ni mejor ni peor que la que se hace ahora, pero que nos sigue gustando porque nos remite a un momento idealizado, en el que todo era nuevo y en el que todo se descubría por primera vez", explica Ortega, que ha llevado al papel mucha música desde un primer artículo en la revista del instituto sobre The Pretenders.

Editado por la Asociación de Prensa del Campo de Gibraltar bajo el patrocinio de Cepsa, Cuentos de rock reúne diez relatos breves salpicados de notas de humor que dejan entrever las filias, y sobre todo las fobias -desde un Mark Knopfler al que acusa "del cambio climático y del resto de los males que azotan a la Humanidad" hasta los solos de batería que "se deberían castigar con varios años de cárcel"- de un periodista que ni puede ni quiere "evitar ser visceral" cuando escribe de música. "Nunca oculto lo que me gusta y lo que no me gusta, intento ser muy directo en todos los comentarios porque no creo que haya que darle demasiada importancia a lo que dicen los críticos, son opiniones de personas con más o menos conocimientos de música, pero nada más que eso, opiniones", añade.

Ortega, periodista de Granada Hoy, es uno de los "supervivientes" de la generación de los ochenta que ha mantenido su afición por la música a base de "mucha constancia". En continuo descubrimiento de nuevas bandas y nuevos autores, ha querido rescatar para sus Cuentos de rock "a todos esos personajes que no son ni ganadores ni perdedores, sino gente que se cae y se levanta en un mundo tan complejo como el de la música, así como a todos esos 'inconscientes' que entran a formar parte de un grupo por puro idealismo y por puro deseo de hacer de la música algo más que una forma de vida".

En su nuevo quehacer literario, Ortega reconoce que se ha dejado influenciar por el humor ácido y la agilidad de las obras del escritor británico P. G. Wodehouse, "salvando las distancias, claro", bromea. Así, el propio orden de los cuentos va evolucionando para hacerse más complejo y adentrarse en una mayor variedad de personajes que se aproximan a la condición de novela y en los que, a veces, la "música es la excusa que actúa como telón de fondo". Puede que alguno de esos personajes se decida a tomar las riendas del protagonismo absoluto en las próximas publicaciones de Guillermo Ortega, quien aún conserva muchos apuntes de otras anécdotas y recuerdos musicales que compartir.

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