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"Hubiese dado un dedo por conocer a Lorca"

  • El autor teatral escribió en ocho días la obra que sirvió como homenaje al poeta en el acto de Alfacar con motivo del 75 aniversario de su fusilamiento

¿Qué tienen en común Teatro para un Instante y una reunión de ginecólogos? Miguel Serrano, director de la compañía granadina, resuelve el galimatías: "El próximo mes se celebra en Granada un congreso sobre infertilidad y resulta que Lorca escribió Yerma, una obra que gira sobre este tema y que nosotros tenemos en nuestro repertorio". Así que los médicos irán del Palacio de Congresos al teatro Isabel la Católica para hacer una exploración del universo del poeta granadino. "Si no somos útiles a la sociedad somos un lujo y las cosas no están para lujos", defiende Miguel Serrano, un director que no se ha instalado en el derrotismo y que, de recibir un premio, no pisaría el lugar común de la queja. "Si no tienes éxito es porque no te promocionas bien o porque no has sabido encontrar la manera de que el público vea tu trabajo". El próximo viernes llega al Isabel la Católica con Lorca vive, un espectáculo que escribió en ocho días y montó en apenas dos semanas tras el encargo exprés de la nueva Diputación del PP. Se estrenó en Alfacar con motivo del 75 aniversario del fusilamiento de Lorca y, pasados apenas cinco meses, ha sido visto por cerca de 5.000 espectadores.

-¿Federico vive?

-Cuando se entregó el I Premio Lorca de Poesía me molestó que Manuel Chaves dedicara gran parte de su discurso a hablar de los mártires republicanos, porque quien más y quien menos tiene sus muertos de la Guerra Civil en el armario. Creo que es un tema manido. A mí y a otros cincuenta mil nos han perseguido los grises, pero no se pueden empeñar en recordarle como mártir de la causa, hay que recordarle como un artista universal que además era maravilloso, no era 'ese maricón de Graná'. Hasta el pasado verano, al acto de recuerdo de Alfacar venían actores a declamar su obra, de una manera que Lorca precisamente no quería. Él hubiese tirado piedras a la gente que recitaba de esa manera sus poemas. Nos llamó la Diputación con otra idea de homenaje, que coincidía con la mía, y en ocho días escribí el guión.

-¿Un atracón de café?

-Nada, un atracón de determinación. Cuando escribo me monto en la demencia, no hay cansancio.

-¿Ha cambiado su forma de trabajar en los últimos 8 años de estrecha colaboración con el Ayuntamiento?

-Hemos cambiado el sistema para afrontar una crisis, aunque el teatro ya estaba en crisis cuando empezamos a trabajar con el Ayuntamiento. Nosotros estuvimos fuertemente subvencionados por la Junta de Andalucía hasta 1995. A partir de ese momento decidimos dar un cambio a la compañía porque no estaba de acuerdo con la política de subvenciones. Me parece que no crea mercado porque la misión de los políticos debe ser acercar al creador a su público. Se ha demostrado que este sistema no crea una infraestructura de público que mantenga el teatro cuando desaparecen las subvenciones. Desde entonces hemos llevado la compañía como una empresa, manteniendo la independencia, con el concepto de servicio a la comunidad a la que pertenecemos.

-¿Habla como ciudadano más que como artista?

-No, como artista que sirve al ciudadano. Estamos imbricados dentro de una comunidad, a la que servimos desde el punto de vista artístico. Y estamos a pie de calle, la gente opina, te dice: "Acabo de ver Bodas de sangre y me gusta más la chica nueva que has metido que la anterior". Teatro para un Instante es un fenómeno familiar. Cuando termina la función me voy al patio de butacas y los espectadores, que ya me conocen, me dan la enhorabuena o me critican.

-¿Alguna crítica despiadada?

-Claro, pero las críticas me despiertan la curiosidad. Normalmente, los espectadores hacen críticas bienintencionadas aunque sean muy ácidas. Hace cuatro años, después de Así que pasen cinco años, un espectador me dijo que le había gustado mucho pero que era demasiado infantil. Quise entender lo que me decía y acabamos tomando un café con su mujer. Y nos entendimos. Él insistía en que mi puesta en escena del tercer acto era infantil y yo le repliqué que, bajo mi punto de vista, Lorca lo había querido hacer así, que había contado una historia en los dos primeros actos y que en el tercero decía: "¿Queréis que os lo diga más claro? Pues lo voy a explicar de la manera más simple posible". Al final, el espectador me dijo que era una lectura en la que no había pensado y se fue tan contento. Luego están las críticas envidiosas, pero esas las ves venir.

-¿Hay sobredosis lorquiana en la ciudad? ¿Las instituciones apoyan demasiados libros y proyectos que salen adelante sólo por llevar el nombre del poeta por delante?

-Es que a veces salen proyectos de Lorca que son directamente para los medios de comunicación. Los verdaderos proyectos sobre Lorca nunca aburren porque son verdaderos. ¿Cuánto tiempo hace que no se representa una Yerma bien montada en este país? Lorca es un autor universal, fantástico, y es normal que en la ciudad en la que ha nacido esté muy presente. Presentar un libro y ponerlo en una estantería es una cosa muy poca arriesgada. Pero asegura páginas en los periódicos y en ciertos círculos, para ser alguien, hay que tener algo publicado sobre Lorca. Ahora, montar una obra en la que está el criterio de un artista entraña mucho riesgo porque si te equivocas has invertido muchos recursos ahí.

-¿Qué libro sobre el poeta le ha sorprendido más?

-Estoy leyendo La Barraca y el teatro universitario, un libro que escribió uno de los miembros de la compañía. Una cosa que me parece muy importante es que cambió la manera de decir el verso. En su época se decía de manera declamatoria, una forma de la que María Guerrero fue el paradigma. Pero Lorca introdujo una manera diferente de recitar el verso de sus actores, más en la línea de la tradición inglesa, donde la comprensión del verso es más importante que la retórica musical, en la que las pausas y los silencios tienen un sentido. Fue una modernidad para su época. Tanto es así que tras la guerra se volvió al estilo declamatorio hasta que en los años 80 se comenzó a trabajar el verso tal y como lo propuso Lorca en el 32.

-Al contrario que la mayoría de las personas, ¿Lorca engancha cuanto más se le conoce?

-Es que la obra de Federico García Lorca es un trasunto al lado de lo que era él. ¿Qué casualmente le mataron en la guerra? Pues sí, le mataron. Pero en la conversación famosa con Pepe Caballero, dos días antes de venir a Granada, él mismo decía no podía apoyar a la República, que se volvía a su pueblo a meterse debajo de un ladrillo. Y tuvo la mala suerte de que le mataron, pero aparte de esto el tipo era fantástico, hubiese dado un dedo por conocerlo. Además explica muy bien los mecanismo del alma humana, igual que pasa con Shakespeare o Molière, personas que comprendieron las verdaderas razones de los seres humanos.

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