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El despertar de la fiera salvaje en El Tren

Sala: El Tren. Aforo: 150 personas. Fecha: Jueves, 25 de febrero.

La propuesta de Piano Magic propuesta se alinea con los planteamientos más oscuros y siniestros de la música de los 80, pero ello no les impide involucrarse con lo que hacen y poner el corazón al servicio de su repertorio. Abrieron Tulsa y en contra de los pronósticos, convencieron. Su música se tira en plancha sobre los sentimientos más negros y más sombríos, y sus canciones se regodean en la amargura. Miren Iza, su cantante, glosa convincentemente la aflicción y de paso pone un hito en el desértico panorama del rock en castellano cantado por féminas. Tras ellos, Piano Magic tomó las tablas y ofreció un espléndido concierto sin concesiones, bueno hasta el desmayo. Si no fallan las cuentas debe ser la cuarta visita en 10 años, y si bien siempre han dejado el listón a buena altura, nunca de una manera tan apabullante como en esta ocasión. No es que estuvieran mejor que en anteriores conciertos, pues Piano Magic son sinónimo de rotundas noches, sino que el giro que ha tomado su propuesta los eleva a una nueva dimensión. Si hasta ahora habían demostrado ser un prodigio de simbiosis perfecta entre lo pop y lo ambiental, y su música buscaba el equilibrio entre energía y emoción, entre dulzura y rotundidad, entre ensoñación y contundencia. Ahora parecen decantarse decididamente por una de esas dos vertientes. Como si se hubiera despertado una fiera que permanecía adormecida hasta ahora. Sin apenas espacio ni para la dulzura ni para la ensoñación, el grupo suena impecablemente emparentado con lo mejor del after punk británico original, y retoman su espíritu en el sitio que lo dejaron, allá por los 80, bandas como Joy Division y más tarde New Order, Dead Can Dance o This Mortal Coil.

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