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Los dones del Neuman poeta

  • El escritor argentino no se ha equivocado de oficio, en él coinciden vocación y trabajo. El volumen que ahora ve la luz, 'Década', reúne los siete libros de poesía ya publicados más dos inéditos

Diez años han transcurrido desde que Andrés Neuman, que ahora tiene 31, publicó el que considera su primer poemario: Métodos de la noche (Hiperión, 1998). Desde entonces no se ha entretenido, quiero decir: se ha entretenido, pero escribiendo. Y lo ha hecho, además, a un ritmo compulsivo, lo que viene a demostrar que no se ha equivocado de oficio, que en él coinciden vocación y trabajo: nueve libros de poemas, tres de relatos, uno de aforismos y microensayos, cuatro novelas y una traducción. En total 18 títulos (5 de ellos avalados por premios de prestigio) en 11 años; unas cifras que no necesitan glosa.

El volumen que ahora presentamos, Década, reúne los siete libros de poesía ya publicados más dos inéditos. Sin embargo no se ha limitado Neuman a compilar y entregar el volumen en bruto, sino que aprovecha la ocasión para suprimir textos (hasta 26), añadir antiguos descartes (3) y limpiar impurezas de primera juventud (respetando siempre, según explica en la nota introductoria, la intención y la forma de sus originales). Pero no es esta la única primicia: aprovecha también para reordenar su obra, que ha ido saliendo al mercado en un orden no siempre coincidente con el de su escritura, y entrevetada, además, por los distintos proyectos paralelos a los que cada libro pertenece. Así, distingue las siguientes categorías: Colecciones de poemas (Métodos de la noche, 1998; El tobogán, 2002; y Mística abajo, 2008), Series poéticas (El jugador de billar, 2000; La canción del antílope, 2003; Mundo mar y Alguien al otro lado, ambos inéditos hasta la fecha) y Estrofas (Gotas negras. 40 haikus urbanos, 2003; Gotas de sal. 20 haikus marinos, 2007; y Sonetos del extraño, 2007). Veamos la Década, entonces, no cronológicamente, sino por partes.

COLECCIONES DE POEMAS. Progresivamente, el yo poético de Andrés Neuman (esto es: el punto donde converge su voz con la de sus maestros), ha ido madurando hasta alcanzar un tono y una ética inconfundibles. Sus versos, de factura sólida e inteligente, saben zarandear las pequeñas y adormecidas emociones cotidianas, transmitirnos sus latidos con palabras sencillas, familiares. Hablarnos al oído sobre nosotros mismos. Clarividencia y misterio, podríamos decir. Y cierta curiosidad nerviosa y reflexiva, ese vitalismo contagioso que no debe confundirse con juventud, pues se trata de carácter. Da igual que el poema se mire el ombligo, que mire el ombligo de una muchacha, que se pregunte por el ombligo de los muertos o que dibuje un ombligo imaginario; seducen y convencen, intiman con el mundo. Sus poemas humanizan.

SERIES UNITARIAS. Minucioso y preciso, con pulso de relojero, a Andrés Neuman le divierte obsesionarse con un tema y escribir, contra la norma más o menos generalizada de montar un libro a partir de una colección de poemas dispersos, y escribir, decía, su monográfico: una partida de billar, un antílope, el mar o el cuerpo humano. En estos poemas la voz de la que antes hablaba se diluye un poco -sobre todo en las dos primeras entregas de esta naturaleza- en pos de una ficticia objetividad: se comporta como artesano que no deja más impronta que su estilo en la piedra que talla. Son piezas que intelectualizan, que envidan a reflexionar, que juegan antes a la estimulación mental que a la excitación sensitiva. Partiendo siempre de un mismo objeto, el poema enseguida se eleva y deriva sus meditaciones a inquietudes más universales, menos concretas. No diré que aportan moralejas, pero desde luego los títulos de esta sección superan el significado previo de los objetos que los inspiran, los trascienden sin hacerlos trascendentes.

ESTROFAS CLÁSICAS. Para ser escritor basta con escribir, pero para ser poeta hay que leer mucha poesía. Y Andrés Neuman es tan escritor como poeta, lo que lo convierte, según esa regla de tres, en lector ávido. De todas las tradiciones asimila sensibilidad y maneras, pero también aquí su motor creativo pide turno, de modo que las recicla para nosotros: sonetos del siglo XXI y haikus urbanos, en el caso que nos ocupa. Y no hablo de pruebas de autor, sino de pruebas de que es un autor versátil.

He dicho esto y aquello de aquí y de allí, pero, releyéndolo ahora, veo que me equivoco, que los del Neuman poeta son dones intercambiables sea cual sea la naturaleza del libro. Digamos que sus poemas no se prestan a ser separados en compartimentos estancos. Qué indóciles o qué hogareños: todos quieren ser por igual Andrés Neuman.

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