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De la duda metódica a la irracionalidad

  • Erika Martínez presentó ayer 'Chocar con algo' (Pre-Textos).

  • Se trata del cuarto poemario de la profesora de la Universidad de Granada, publicado tras casi un lustro de silencio.

La poeta granadina presenta nuevo trabajo en esta edición de La Fiera del Libro.

La poeta granadina presenta nuevo trabajo en esta edición de La Fiera del Libro. / carlos gil

Después de cuatro años de silencio, desde Falso techo (Pre-Textos, 2013), Erika Martínez no había vuelto a publicar. Este último trabajo fue escogido uno de los cinco mejores poemarios del año por los críticos de El Cultural. A esta Feria del Libro de Granada ve la luz, de la mano de su casa editora habitual, llega con nuevo trabajo bajo el brazo, Chocar con algo, que ayer presentó acompañada por Juan García Única. Este libro que podría estar precedido por la expectación de aquella elección y los años de barbecho, pero la escritora se apresura a desmitificar su propio silencio: "Entre los poetas hay mucho mito sobre el tiempo que dedicas a terminar un libro, y si has tardado bastante parece que va a ser una maravilla. Es verdad que hace falta un tiempo mínimo, pero yo conozco autores que han tardado ocho años en escribir un poemario que no es para nada su mejor obra y otros que publican a los dos años con mucha calidad".

El del tiempo es uno de los muchos tópicos que desmonta tanto en la charla como en su obra, en la que el lector puede encontrar poemas en prosa, en versículo y formas más tradicionales en "una especie de acordeón que entra y sale constantemente de la métrica clásica", en palabras de la propia autora. "Pienso que no hay ninguna diferencia entre los tres. Diría incluso que los dos primeros tipos son más líricos que los poemas en verso. Todos tienen por supuesto la misma proyección imaginaria. Una cadencia muy fuerte, mucho ritmo. Entroncan con la tradición moderna de Baudelaire y Walt Whitman", señala.

Este libro es como una especie de acordeón que entra y sale constatemente de la métrica clásica"

La misma acordeón con la que parece que ha entrado y salido de un género como el aforismo. "Los poemas de la primera parte son muy elípticos y dialogan mucho con el ensayo, pero un ensayo que tiene mucho que ver con el aforismo, un aforismo a su vez muy integrado con los recursos de la lírica. Está muy trabados o por lo menos eso he intentado yo".

Un camino que ha sido un viaje de ida y vuelta, tal y como explica la poeta. "De hecho yo sentí que la evolución de mi poesía iba sintetizándose hasta quedar reducida casi a la nada, y ahí llegué al aforismo. Como si lo anterior fuese un proceso de desintegración, ahora siento que estoy en un proceso de integración hasta que sea imposible distinguirlo".

En cuanto a la temática, hay mucha reflexión sobre la feminidad y los roles femeninos. "Estoy de acuerdo en que este libro está atravesado por la problemática de ser mujer hoy, aunque creo que también lo estaban mis dos primeras obras. Esta lo hace de forma más explícita. Sobre todo en la primera parte, Mujer agita los brazos, que funciona como una poética feminista muy heterodoxa".

Si bien la primera parte es la más feminista, en todo el poemario se habla mucho de política y de amor: la problemática del mundo laboral y de amar en estas condiciones históricas, porque, como indica Martínez, " todo el libro se pregunta ¿es posible ser trabajadora hoy" o ¿es posible ser madre hoy?". Pero se habla de estos temas por su ausencia: "Del trabajo por su falta, de los hijos por su falta y del amor en su conflicto". Aunque, eso sí, desde una perspectiva de esperanza, porque "el amor y el erotismo tienen una fuerza sanadora en el libro".

Así, por ejemplo, en Nulípara se aborda "la dificultad de plantearse la maternidad hoy como mujeres pero también como personas que trabajan en un mundo en el que queda poco espacio para lo que sea tu propia realización".

Y como contrapeso a la melancolía y cierta severidad de un poemario de tono existencial e introspectivo, todo el libro está tamizado por un agudo sentido del humor.

Hay también una constatación de la imposibilidad de definir de forma cerrada lo que es la poesía y el origen de la escritura. "Como si de esa indefinición naciera la propia poesía. No se puede elegir entre lo racional y lo irracional", aclara la poeta granadina, quien puntualiza que "los poemas en general pertenecen a un género que vive cuestionándose a si mismo, a diferencia de otros como la novela o el cuento". "La poesía vive de su propia insatisfacción, que procede, no tanto de darte cuenta que el poema que escribes no es el poema que soñaste -como dice Ben Lerner- sino de saber que el poema real es la sombra del poema que podría ser, como una especie de potencialidad radical que luego se realiza en ese espacio común de las lecturas y que instala al poeta en la constante incertidumbre".

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