kiko amat. escritor

"Me encanta una conversación en la que haya debate"

  • El autor catalán publica 'Chap Chap (Una antología confesional)', donde reúne artículos, diatribas, panegíricos y piezas inéditas y rechazadas desde 1987 hasta 2014

Kiko Amat (Sant Boi de Llobregat, Barcelona, 1971) acaba de sacar un nuevo libro, Chap Chap (Una antología confesional), en Blackie Books. Minutos antes de su presentación en Madrid, hablamos con el autor sobre estos textos que vieron la luz en su momento en diversas publicaciones, desde La Vanguardia a Babelia pasando por Jot Down o Playground. Tras un par de cervezas, éste es el resultado de la charla.

-En su prólogo hace una disección sobre sus artículos y sobre usted mismo que invita a pensar en quién es realmente Kiko Amat...

-En el mismo prólogo, hacia el final, lo dice literalmente. Dice qué clase de fulano escribió este libro. La persona que firma los artículos es un personaje trágicamente parecido a la realidad. Hay gente que se crea un personaje digital con más cara dura, que no tiene ninguna relación con el guiñapo que te encuentras en el bar. En mi caso, el personaje es igual al humano que hay detrás, con un poco de hipérbole añadida. Vamos, que soy yo.

-¿No pierde un poco de intimidad al escribir la clase artículos que escribe?

-Hay una intención confesional desde siempre, es una confesión laica, exhaustiva, desdramatizada y con guasa. Cuando escribía novelas, tenía la necesidad de crearme álter egos para las cosas difíciles de contar. Bochornos, o pequeñas maldades que uno comete. En la distancia, me resultaba más fácil contar asuntos embarazosos. Ahora esos álter egos son innecesarios. No me quiero esconder. En los últimos diez años, el humano confesándose soy yo. Es un personaje con algo de hipérbole y humor pero todo ha pasado, y todo ha pasado así. Yo soy el tío al que le han pasado esas cosas, como por ejemplo atropellar a un viejo.

-Ha trabajado el artículo, la entrevista, la novela... ¿En qué terreno se siente más cómodo?

-En una década he sacado cuatro novelas. Nunca he escrito cuentos ni poemas. No lo veo como una progresión, ni una curva de aprendizaje que hay que seguir. Pensar que te tienes que graduar en el cuento para llegar a la novela... no lo creo. La novela es el género rey, la única razón por la que no hago novela es por lo arduo del proceso. El encierro, particularmente, me resulta incómodo y temible. Una novela requiere por lo menos tres años. Ahora me imagino tres años metido en ese cubículo oscuro y me horrorizo. Una novela es poco gratificante hasta que te llegan los primeros feedbacks. Hacer artículos lleva menos tiempo, es más divertido, la respuesta del público es más rápida y es mucho más gratificante. No siento el fuego que me azuce para hacer un libro. En este momento hago artículos y también me dedico a la entrevista. Me encanta una buena conversación donde haya debate y se hable de nuestros héroes particulares.

-¿Qué gustaría usted mismo de este último libro?

-Del libro me gustan muchísimas cosas. Lo mejor de Chap Chap y de todo lo que hago es la ausencia de solemnidad y de gravedad. Son artículos sobre cosas por las que moriría, pero el tono cómico, jocoso y chispeante hace que los artículos sean entretenidos, divertidos. Le quita afectación. Por otro lado, está la voz autobiográfica desde el yo. Del puro realismo. Hablo de cosas que he vivido de verdad. También lo que me gusta, porque nadie lo ha hecho antes, es poner mis peores artículos y encima comentarlos.

-¿Qué significa el humor para usted?

-Jardiel Poncela decía que definir el humorismo era tan difícil como clavar una mariposa con un poste de telégrafos. Uno de mis favoritos, Tim O'Brien, dice que el humor no evade la pena sino que es una respuesta a la pena. No me río porque no sufra, sino porque estoy sufriendo. Es una respuesta a la pesadumbre.

-¿Cómo aprendió a escribir?

-Para los autodidactas como yo el proceso de aprendizaje se realiza a través de batacazos. Mi primera novela fue algo muy instintivo porque estaba escrita en tercera persona. Yo nunca escribo en tercera persona. Las demás sí están en primera persona. Soy fan de la primera persona literaria, de hecho dirijo un festival titulado Primera Persona. Aprendí haciendo un manuscrito, tirando la mitad de páginas, volviendo a empezar. Sudando tinta. Me costó mucho tiempo. Creía que nunca iba a acabarla.

-Como ha comentado antes, en una década ha publicado cuatro novelas, ¿cuál de ellas es su preferida?

-Rompepistas, mi tercera novela, es un canto a mis amigos de adolescencia. La historia de mis amigos y yo. Un homenaje al pueblo del que vengo. Puse toda mi alma en ella. También la cuarta, Eres el mejor, Cienfuegos, que va de la crisis de los 40 de un loser cuarentón. Claramente, es autobiográfica. Me refiero a la parte de hombre falible, víctima de sus vanidades y sus traiciones, hasta que le redime el nacimiento de su hijo. Me gustaba la idea de que era posible mejorar. Creo firmemente en la posibilidad de la redención.

-¿Y esa redención se manifiesta de un día para otro o requiere un proceso?

-Para poder levantarte, primero tienes que tocar fondo. No sé si es de un día para otro, pero sé que es posible. Tampoco sé hasta cuánto dura. Renaces, te limpias y luego te vuelves a embrutecer. Tienes que ir renaciendo una y otra vez. Gracias a mis novelas y a Chap Chap se quién soy. Mi mujer piensa que sólo tengo dos atributos, y eso es un insulto, porque me gustaría tener más... Uno de ellos, dice, es que no me importa lo que piensen los demás; el otro, que sé quién soy. El autoconocimiento siempre ha formado parte de mí.

-¿Cuándo se dio cuenta de que quería ser escritor?

-Querer ser escritor tiene que ser una inclinación temprana. Si de niño no has querido ser escritor, es difícil que lo puedas ser a los 30. Yo, en sexto de EGB, me di cuenta de que tenía cierta inclinación para el manejo del lenguaje y me imaginaba siendo novelista. Después la vida me llevo por otro lado... pero al final aquí estoy.

-¿Cuáles son sus próximos proyectos?

-No tengo pensado volver a escribir novela. No siento esa picazón. Mis proyectos son seguir escribiendo artículos, seguir con el festival que dirijo, Primera Persona, abandonar el aislamiento, continuar tomando cañas y entrevistando a gente. Ser feliz, en definitiva.

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