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Los eruditos en el verbo toman asiento

  • La UGR reúne por primera vez en una muestra 50 obras de "gran valor lexicográfico"

  • Textos de la RAE, Antonio de Nebrija y Elías Levita protagonizan este homenaje a la docente María Isabel Montoya

Antonio de Nebrija, Elías Levita, Juan de Pablo Bonet, Cristobal de las Casas, Sebastián de Covarrubias, Emilio M. Martínez Amador, Thomas Sheridan, El Comte de Volney. Seguramente, a bote pronto, a casi nadie le suenen estos nombres. A lo sumo Nebrija -o ni eso-. Sin embargo, todos ellos han contribuido enormemente al conocimiento de la lengua castellana, italiana, griega, inglesa, árabe. Eruditos del verbo, protagonistas en el estudio de las palabras hace siglos, que desde ayer toman asiento en la biblioteca del Hospital Real. La Universidad de Granada reúne por primera vez en una exposición medio centenar de obras de "gran valor lexicográfico", en palabras de una de sus comisarias, María Artés. Se trata de la muestra Hablar, leer, escribir, abierta al público de lunes a viernes, de 9:00 a 20:30, hasta el próximo 20 de julio.

El motivo de su organización no es otro que el de homenajear la trayectoria de María Isabel Montoya Ramírez, una de las investigadoras y profesoras más competentes que haya pasado por el área de Lengua Española de la UGR en los últimos 30 años. Decenas de alumnos y compañeros de trabajo la recibían ayer entre vítores y aplausos en la biblioteca del Hospital Real. Jaleada por sus seguidores, Montoya arrancaba su discurso con una lagrimilla asomándole en cada ojo: "Quien me conoce sabe que lloro cuando estoy muy contenta". La docente granadina agradecía "la dedicatoria doblemente emotiva", puesto que empezó su carrera entre estas paredes, aunque luego "nos subieran al monte para que no fuéramos revolucionarios". "Esta muestra es la guinda a mi jubilación", afirmaba emocionada.

Profesora de Historia de la Lengua Española durante tres décadas en la UGR, Montoya no dudó en utilizar sus conocimientos en biblioteconomía para enseñar a sus alumnos. "Este espacio se convirtió en nuestra aula muchos días. Siempre ha tenido mucha vocación y ha sido muy justa, muy cercana. Aprendíamos sin miedo. Cuando la conocí me sorprendió la disposición que siempre tenía con sus alumnos, tanto dentro de la clase como fuera en las tutorías", rememoró con cariño Artes, alumna, compañera de batallas y compadre suya y actual jefa de sección del fondo antiguo de la biblioteca del Hospital Real.

La institución académica, como bien explica Montoya en la introducción del catálogo de la exposición, "posee un gran tesoro lexicográfico repartido entre sus bibliotecas de las distintas facultades y la del crucero de la planta alta del Hospital Real, ese hermoso edificio renacentista que alberga los fondos de enorme valor histórico material. Pero, dejando al margen al magnífico y único Codex Granatensis, lo que a mí entender llama la atención es la cantidad de obras propias de las materias humanísticas, fruto sin duda de los avatares de la formación de la Biblioteca Universitaria, desde sus orígenes hasta hoy". Ese legado del que habla la profesora se podrá ver durante esta muestra donde hay documentos impresos entre los siglos XVI y XX, entre ellos "diccionarios, gramáticas, retóricas y ortografías que sirven y han servido para el conocimiento y estudio de las lenguas a lo largo de la historia", precisó una de las comisarias.

Algunas de las obras "más destacadas en Hablar, leer, escribir son las introducciones latinas de Antonio de Nebrija, el primer humanista español que hizo una gramática castellana, impresas en Granada en 1540; o Tesoro de la lengua castellana o española (1611) del criptógrafo Sebastián de Covarrubias, "un documento fundamental de la lexicografía española y herramienta básica para el conocimiento del lenguaje en el Siglo de Oro", puntualizó Artés. Además, también están representadas las lenguas semíticas -el árabe, el hebreo-; las indígenas como el quechua, el aimara y el guaraní -ojo a ese vocabulario del jesuita Antonio Ruiz de Montoya-; y las cooficiales del español. Al final de la biblioteca, repartidas entre urnas, se encuentran libros de Gloria Fuertes con motivo del centenario de su nacimiento; de Miguel Hernández en el 75º aniversario de su muerte -hay una primera edición de Cancionero y romancero de Ausencias-; y de Eduardo Mendoza, ganador del Premio Cervantes este año.

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