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La felicidad no es divertida

  • La última biografía sobre Charles M. Schulz, creador de Carlitos y Snoopy, causa indignación entre los herederos del dibujante, retratado como un hombre amargado

Una pandilla de niños pequeños, un perro y un canario bastaron al dibujante Charles M. Schulz (Minneapolis, Minnesota, 1922-Santa Rosa, California, 2000) para sentar las bases de un particular pensamiento filosófico que desarrollaría a lo largo de cincuenta años en su tira de prensa Peanuts (conocida en España como Carlitos y Snoopy). Gracias a Peanuts, Schulz se convirtió en el dibujante mejor pagado del mundo y en todo un icono de la cultura (obviemos esta vez la acotación popular) norteamericana. Con Peanuts, Schulz se adelantó a su tiempo. El pulso de la historia americana de la segunda mitad del siglo XX está recogido, asimilado y analizado con la precisión de un cirujano en las aventuras de Carlitos y sus amigos. La genialidad de Schulz le permitió tocar en su tira los grandes temas del hombre (la soledad, la muerte, la vida misma) pero manteniéndose fiel a un férreo compromiso: la lectura de Peanuts podía hacerte reflexionar, pero ante todo era una tira divertida.

En Estados Unidos, la obra y la figura de Schulz han sido objeto de estudio de numerosos autores que han analizado Peanuts desde un punto de vista artístico, filosófico o religioso. La última biografía sobre Schulz publicada en el país norteamericano, Schulz and Peanuts, elaborada por David Michaelis, ha destapado la caja de los truenos. Gracias a un artículo de la periodista Patricia Cohen para el New York Times se ha podido saber del enfrentamiento abierto entre Michaelis y los Schulz. El clan cooperó desde un primer momento con Michaelis y dio su autorización para que el escritor tuviera acceso a documentos personales de su padre. Sin embargo, cuando leyeron el manuscrito, la indignación se apoderó de ellos. Convertido en portavoz oficioso de la familia, Monte Schulz, hijo del autor, declaró que "nada era verdad". Michaelis muestra a Schulz como un hombre amargado, incapaz de convivir con el éxito, de tendencias depresivas y adúltero. Michaelis cree que la reacción de la familia se debe a que "hay veces que para los hijos, los padres de familia son siempre héroes, es difícil ver más allá".

La labor de Michaelis ha sido ardua y laboriosa. Siete años de trabajo en los que ha estudiado todas las tiras de Peanuts (17.987 en total) y recopilado y examinado la totalidad de las declaraciones o entrevistas concedidas por el artista. Michaelis cree haber encontrado en su lectura de las tiras el rastro de un hombre torturado por demonios interiores que hallaba en el arte un vehículo perfecto para expresarse. La inocente apariencia de Peanuts esconde, según Michaelis, los profundos sentimientos de un hombre melancólico.

La segunda esposa de Schulz, Jean Schulz, ha sido tajante en sus declaraciones: "Estoy de acuerdo en que Sparky (apodo cariñoso de Schulz) era melancólico, pero también mucho más. Era muy divertido". En la tira, Carlitos es un perdedor nato, nunca gana al béisbol y es incapaz de darle una patada a un balón de football. Jane Schulz recordó una frase de su marido con la que explicaba esta situación: "La felicidad no es divertida".

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